—¿De qué manera se evidencia eso?
—¿Qué sentido tendría una universidad pública para un modelo económico neoliberal de este tipo? Incluso un sistema científico, con la supresión del Ministerio más todos los recortes en el Conicet ¿Para qué querrías una ciencia? No tiene espacio en un modelo de exportación de commodities articulados con multinacionales que ya vienen con sus paquetes tecnológicos de afuera. Es muy difícil. Y un poco como los antirreformistas de principios de siglo XX, la universidad es vista como un factor de inestabilidad social. Desde el punto de vista de las derechas neoliberales que gobiernan, en la universidad se forma gente que contribuye a la indisciplina social. Porque desde esa mirada, están gastando recursos en formar gente que cuestiona lo que vos estás haciendo. Por eso la universidad pública si se pudiera arancelar o restringir el ingreso, mejor. El horizonte que tienen es ese. Y creo que lo leen bien ideológicamente. Porque la universidad, con todos sus límites y la autocrítica que uno tiene que hacer, con todos los problemas y el avance del neoliberalismo sobre la universidad, sigue siendo un espacio donde se puede construir un pensamiento contrahegemónico, con lógicas que no son las del mercado. Ellos lo identifican bien, porque no es una cuestión presupuestaria. Todo el presupuesto universitario es muchísimo menos de lo que se resignó en retenciones al complejo agroexportador y minero en estos años. Varios presupuestos universitarios enteros son eso. Insisto, no es un tema presupuestario.
—¿Y por dónde pasa entonces?
—Creo que es un combate ideológico, eso está claro. Lo mismo el presupuesto en Ciencia. Hoy ya se paga en intereses de la deuda 13 o 14 veces lo que es el presupuesto de este año en Ciencia. Por eso me parece que no es una cuestión de dinero, eso está claro.
—Que Ciencia pase a Secretaría también es un mensaje...
—Sí, claro. En lo personal me preocupa el Ministerio de Ciencia, porque había sido un logro muy importante. Pero a mí me impresiona mucho además lo del Ministerio de Trabajo (también esta semana pasó a ser Secretaría). Me parece incluso simbólicamente mucho más fuerte. Lo mismo con el Ministerio de Salud. Eso nos retrotrae a los años 30 del siglo XX. Incluso a nivel mundial no sé cuántos países no tienen Ministerio de Salud. Simbólicamente es muy fuerte. Insisto: no es una cuestión económica, porque en los números el gobierno todo el tiempo dilapida una enorme cantidad de recursos en sostener una bicicleta financiera que no tiene mucho sentido. Que es el programa neoliberal donde se desfinancia el Estado con el discurso, que está comprobado que no funciona, de bajarle los impuestos a los ricos para fomentar inversiones. Pero eso lo único que hace es generar fuga de capitales, porque si no le cobrás impuestos y desrregulás el comercio exterior se fugan más capitales, que es lo que ocurrió.
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Foto: Virginia Benedetto / La Capital
Ecos de la Reforma
Junto con José Zanca (también docente e investigador), Diego Mauro es el coordinador de La Reforma Universitaria cuestionada (HyA Ediciones), un libro donde se recorren los cuestionamientos que se realizaron durante el siglo XX, desde distintos espacios políticos y tradiciones ideológicas, a ciertos postulados surgidos a la luz de los sucesos de 1918.
—¿Qué significa ser reformista en este contexto?
—La Reforma es como una especie de tótem que respetan todos. Es muy raro que hoy alguien se posicione en contra y cuando eso pasa uno, desde el punto de vista político, tiene que desconfiar un poco cuál es la capacidad que eso puede tener hoy para motorizar una profundización democrática. Pero creo que sí hay una serie de agendas pendientes. Por ejemplo, la idea de la extensión universitaria, que era algo del 18, me parece que es un modelo ya perimido, hay otras prácticas sociocomunitarias, de articulación social entre universidad y otros actores u organizaciones sociales. Hay paradigmas para pensar la vinculación de la sociedad con la universidad que ya superan esa idea de la extensión. Que además tiene una matriz iluminista. De hecho algunas de las universidades nuevas que se crearon en el último tiempo en sus estatutos incorporan esta idea de la articulación social o de la práctica sociocomunitaria y se desprenden del paradigma de la extensión, dándolo un poco por superado. Lo que pasa es que la coyuntura te obliga a estar defendiendo posiciones y haciendo difícil avanzar cuando lo que se está poniendo en duda es la propia existencia de la universidad pública y de un sistema científico público, que está en relación al modelo económico general.
—Es interesante entonces revisitar la Reforma desde este contexto
—La Reforma muestra que la política en la calle también es importante. Me gusta subrayar eso de la Reforma. Cuando parece todo tan adverso, estar en la calle y movilizarse también va corriendo la frontera de lo que se puede pensar en la coyuntura.
>>> La Reforma cuestionada
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Foto: Francisco Guillén / La Capital
Publicado por (HyA Ediciones), La Reforma Universitaria cuestionada es una obra que recoge textos de distintos autores que analizan los cuestionamientos que, tanto desde el antirreformismo como del no reformismo, se hicieron durante el siglo XX al movimiento gestado en La Docta
La obra forma parte de la colección Dimensiones del reformismo, compuesta por seis volúmenes que abordan desde distintas aristas la gesta universitaria. Los movimientos estudiantiles del siglo XX y el impacto en Latinoamérica de la Reforma son algunos de los temas que se analizan en la colección.
Desde el catolicismo de los años 1917-1922, las críticas de la derecha católica, el humanismo o la Upau (agrupación liberal), hasta la distancia del primer peronismo con aquella dirigencia estudiantil, La Reforma Universitaria cuestionada —explica Diego Mauro— se propone "hacer un recorrido de largo plazo y mirar un poco desde la otra orilla. Cuáles fueron los argumentos de los diferentes sectores y actores políticos que se fueron oponiendo a lo que se entendía que era el reformismo".
Aclara al respecto que en la coyuntura de la Reforma, los católicos y nacionalistas no necesariamente en un primer momento se oponían a los cambios: "Cuando uno habla de la Reforma habla de dos momentos: un primer momento con reivindicaciones específicamente de la dinámica universitaria, como crear consejos electivos, democratizar las academias y modernizar los planes de estudio, que los católicos las apoyan. Después de junio, cuando el proceso se va radicalizando, se pide la participación estudiantil en la universidad y se empieza a pensar como la punta de lanza de un movimiento más amplio de reformas sociales, los católicos se oponen, porque ven ahí la antesala de un proceso revolucionario. Hay que pensar que está la Revolución Rusa en ese contexto, entonces a la participación estudiantil los católicos la leen como el comienzo de un soviet en la universidad. Y esas lecturas que se van volviendo cada vez más opuestas a la Reforma, después de la Semana Trágica se radicalizan mucho más, porque ahí cunde el pánico y el discurso se vuelve más antirreformista.
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Foto: Francisco Guillén / La Capital
—Hay un texto de Omar Acha muestra la histórica tensión entre universitarios y peronismo.
—Es una pregunta interesante que se hace Omar Acha ¿Eran o no eran antiperonistas? Está claro que las dirigencias reformistas sí eran antiperonistas. De hecho Perón al principio trata de acercarse y después buena parte del reformismo lee al peronismo como lo hacía la Unión Democrática, como una especie de fascismo a la criolla. Este malentendido de origen lo enfrenta. Ahora, lo interesante es que la política universitaria del peronismo, si bien discute algunas de las banderas históricas como la autonomía o el cogobierno estudiantil, genera reformas que van a ser incorporadas como parte de la tradición reformista que no estaban. La gratuidad no era una reivindicación de 18, donde se discute mucho y hay sectores que la apoyan pero no se logra consenso. La defensa de la gratuidad es algo que arranca con el peronismo. Y el ingreso irrestricto tampoco es algo que apoyen los reformistas de Córdoba. Eso también lo introduce el peronismo. Lo que hoy uno entiende por reformista es una especie de fusión de algunas de las banderas del 18 con algunas de las cosas que incorpora el peronismo después. Por eso, más allá de la oposición de la dirigencia reformista, si pasaste de tener 51 mil alumnos a tener 140 mil en menos de una década, eso tiene que haber producido un impacto. Las becas, la universidad obrera, el ingreso irrestricto, la propia dinámica de la democratización en general del ingreso, impactan en la universidad.
—Sin embargo persiste el mito de «alpargatas sí, libros no»
—Sí, eso es cierto. Por eso lo interesante de la pregunta que se hace Acha es esa. Es cierto que en las dirigencias reformistas el peronismo no tuvo éxito. Pero se crean algunas organizaciones estudiantiles que se considera que no tuvieron éxito. Ahora, eso tampoco está del todo claro de haber podido perdurar, porque hay que pensar que el peronismo duró relativamente poco tiempo. El golpe de Estado del 55 corta ese proceso ¿Qué hubiera pasado con una década más de políticas de intervención del peronismo? Por eso queda abierta esta idea de trasladar la ideología reformista de la dirigencia a toda la masa de estudiantes, cuando evidentemente hubo una renovación y una movilidad muy grande.
—El libro también aborda la oposición por derecha que se hizo a la Reforma desde la Upau.
—Claro, es otra vertiente antireformista, diferente a la de principios del siglo XX, más vinculada a la aparición del neoliberalismo como una opción que va de algún modo creciendo vinculada a la Ucedé de los 80. Que reivindica algunas cosas del reformismo clásico, como el cogobierno y la autonomía. Pero eso funciona en el marco de un discurso antipolítico, de ver a la política como algo tóxico que contamina a la universidad. Hay como un discurso gremial muy reducido a lo estudiantil e imbuido en la terminología del discurso neoliberal de la eficiencia . La idea de que hay que combatir la burocracia. Un discurso de Reforma que va generando una visión neoliberal de la universidad.
—De ese discurso hay ciertos ecos que se escuchan en la actualidad...
—Sin duda que buena parte de esos discursos, sobre todo hoy en los funcionarios del gobierno.