Aprenden a dibujar pero también a crear historias, imaginar personajes y aventuras. Parte de estas producciones que realizaron alumnas y alumnos durante las clases de dibujo en la Escuela Barocelli, a lo largo del año, quedaron plasmadas en un libro. Este proyecto editorial titulado "Mezclados" se publicó recientemente y está editado por un grupo de profesores de la institución. Es el segundo de una colección que proponen reunir a partir de los trabajos que se realizan en los distintos cursos para niñas, niños y adolescentes. "Los chicos tendrán un recuerdo de su paso por el taller y así esas producciones que sólo se exhiben un día en el año en la tradicional muestra colectiva, trascienden en un libro", destaca el profesor y coordinador del proyecto Gabriel Keppl.
Además de los talleres infantiles y de adultos, la escuela funciona también como un espacio de encuentro para algunos equipos creativos, integrado por profesores y profesoras que trabajan en distintas iniciativas colectivas. Sketchbook es el emprendimiento que editó este libro y también "Personajiario", el primero de esta serie publicado el año pasado. De esta colorida y cuidada publicación, que puede adquirirse en la Escuela de Dibujo Barocelli y en algunas librerías de la ciudad, participaron alrededor de 120 chicas y chicos entre 9 a 19 años, procedentes de distintos cursos de la institución.
La consigna de trabajo propuesta al grupo se basó en el binomio fantástico, un recurso que consiste en asociar palabras y que en este caso sirvió para dibujar personajes y aventuras de lo más disparatadas. Una lechuga robótica pintando cuadros o un zombi acuático enamorado surgieron de la mezcla de estos conceptos. Así cada chico y chica creó una historia para su personaje. A partir de estos tres personajes: el pato, Aye y el pájaro Chucrut que aparecen en distintas partes del libro, crean una pequeña historia que mezcla todos los dibujos en una licuadora.
"Esta propuesta de juego funciona distinta en cada edad, los más grandes siempre son más reacios, hasta les genera al principio cierto rechazo y puede resultarles un poco ingenuo el planteo argumentando y te dicen «que ya están grandes para esto», pero cuando comienzan a jugar y a crear, la cosa cambia", explica el profesor Diego Fiorucci, también en la coordinación general del libro, que logró financiarse con lo recaudado a través de un cortometraje que realizó la productora. "Sus intereses siempre están determinados por ciertas marcas que identifican a la época, hoy se inclinan por la animación y leen historietas japonesas como el animé o el manga. Esto se encuentra tan instalado que al parecer es lo único que conocen como historieta, incluso la estructura del cuerpo humano está concebida bajo este formato. Los más chicos tienen todavía la cabeza un poco más despegada de los productos comerciales pero está claro que también vienen con la idea de aquello que consumen todos los días. En estos momentos, el cine de superhéroes hizo que se interesaran además por el comic norteamericano, pero falta que se conozca un poco más la historieta argentina a través de sus grandes maestros como Caloi, Fontanarrosa o ahora Liniers y Tute", reflexiona Fiorucci.
Ariel González, otro de los profesores, también destaca el protagonismo adquirido por los canales de animación en Youtube. "Algunos consultan tutoriales de dibujo, y se nota que existe un interés en buscar dentro de esas herramientas tecnológicas algo que sea un poco más educativo. Los docentes estamos para mostrarles esto y también que existen otros artistas, recursos y herramientas gráficas", acota.
Hamburguesas voladoras
Reunidos con La Capital, un grupo de chicas y chicos que participaron del libro "Mezclados" exhibieron sus producciones. La mayoría demostró interés por el arte digital, sin embargo el dibujo tradicional, aquel que les permite crear con lápiz y papel continúa siendo el más elegido y utilizado.
"Mezclados" se divide por colores en cuatro secciones: animales fantásticos, comidas vivientes, personajes temerarios y vida campestre. El dibujo de Franco, de 15 años, es el primero que aparece en el libro bajo el título "Una lechuga anciana sospechando". Guadalupe eligió un "zombi robótico pintando una flor", inspirada en las series Plantas versus Zombis y en The Walking Dead. Además cuenta que le gusta mucho dibujar personajes y crear historias, y sabe que elegirá alguna carrera afín cuando sea más grande. Sentado a su lado se encuentra Lucas de 16 años, otro de los dibujantes que tuvo una idea disparatada: representar "rocas pintando debajo del agua". "Al principio esta idea fue un desafío porque no eran los dibujos que hacía siempre, y no sabía cómo hacerlos, entonces se me ocurrió hacer un hombre de piedra rodeado de animales acuáticos", explica.
Los más chicos del grupo también se sumaron a la charla. Martín de 11 años dibujó un demonio y dice no que se acuerda muy bien por qué empezó. "Era muy chiquito, pero siempre me gustó dibujar", admite. Pilar tiene 10 y también hace varios años que asiste al taller, eligió "sandías miedosas" para su producción, aunque reconoce que los animales son sus preferidos frente a la hoja. Otra de las chicas llamada Guadalupe hizo una "hamburguesa heroica flotando"; Francisco un "mono mágico" y Victoria, mientras busca su ilustración entre las páginas del libro, asegura que siempre encuentra algún momento para dibujar.
Otra forma de expresión
"Lo que más me gusta es poder crear cosas que están en mi cabeza, y que a veces no salen con las palabras, cosas que están en mis pensamientos y que intento representar de la mejor manera posible en la realidad. También disfruto cuando un trabajo está terminado y logré los resultados esperados", transmite Juan Manuel de 19 años, uno de los mayores del grupo.
"Con el dibujo siento que puedo expresarme y que es un trabajo diferente a todos los demás". Con estas palabras se suma a la charla Juan, de 15 años. Cuenta además que resultó un desafío animarse a dibujos que nunca antes se había imaginado. "En el primer libro había elegido la temática del western, dibujé un vaquero inspirado en las películas clásicas de Clint Eastwood. Pero en este ejemplar tenía que dibujar algo distinto, entonces fueron las «jirafas veloces». Salir de la comodidad de dibujar siempre lo mismo no fue fácil porque no estaba acostumbrado a dibujar animales. Ahora que veo el trabajo terminado pienso que podría haber sido distinto, pero seguro pondré más ganas la próxima vez", afirma el adolescente sobre cómo proyecta su trabajo cuando tenga que imaginar nuevas historias.