Este fue un año difícil. Para las familias, los chicos y las chicas. Pero tampoco fue un año perdido, hay cosas que las infancias pudieron aprender que merecen ser contadas. Ese es el espíritu de la campaña que lanzó la señal Pakapaka, donde niños y niñas del país son invitados a contar aquellos aprendizajes —más allá de lo escolar— que sumaron durante la pandemia.
La propuesta —que se extenderá hasta mediados de noviembre— invita a las chicas y los chicos a que cuenten cómo fue su 2020: qué hicieron por primera vez; qué descubrieron; qué fue lo que más le gustó, o qué hicieron con sus familias, amigos y amigas.
La convocatoria se realiza a través de las redes sociales del canal y de Seguimos Educando. Las respuestas podrán enviarse escritas o en videos a través de las redes o al email: [email protected]. Esos materiales luego serán trabajados juntos con ilustradoras e ilustradores para crear las memorias 2020.
Cielo Salviolo es la directora de Pakapaka y destaca a La Capital que desde el inicio de la pandemia el canal viene realizando un trabajo muy fuerte para acompañar a los chicos, las chicas y sus familias “en un año en el que el aislamiento hizo que nos sintiéramos más solos de lo habitual”. Por eso, en vista al cierre de un año complejo, decidieron lanzar esta invitación a rescatar aquellas cosas que en este contexto aprendieron e hicieron de una forma distinta. “No nos referimos —dice Salviolo— a contenidos educativos de lengua o matemática, sino a nuevas formas de estar en contacto con sus amigos, si aprovecharon el tiempo y aprendieron a andar en bicicleta o a hacer una receta de la abuela. La invitación es a recibir ese tipo de aprendizajes y construir entre todos una memoria colectiva de lo que nos dejó este 2020 y recuperar lo que estuvo bueno”.
—Hace poco Francesco Tonucci propuso evitar los debates del tipo “qué contenidos se perdieron y cómo recuperarlos” y centrarse más en qué se aprendió ¿Ese es el espíritu de la convocatoria?
—Ese es el espíritu. No fue un año perdido, no estuvimos en pausa ni suspendidos. Estuvimos en casa aprendiendo cosas nuevas y enfrentando lo que era complejo, distinto y difícil.
—Desde el inicio de la pandemia, Pakapaka viene realizando distintas acciones que se reflejan en las redes sociales. ¿Cómo fue el vínculo con las infancias?
—Hay un dato que es muy representativo de eso. Cuando empezamos la pandemia el Instagram de Pakapaka —@canalpakapaka — tenía 9 mil seguidores y hoy tenemos 85 mil. Eso marca que hubo una respuesta permanente a todas las propuestas que hicimos desde las redes, que fueron un montón. Nosotros también producimos los programas del Seguimos Educando de nivel inicial y de primaria, y las respuestas a las consignas que desde ahí las maestras y los maestros comparten también traen muchos contenidos de los chicos: fotos y videos de lo que hacen, cómo resolvieron un ejercicio. Hasta se disfrazaron respondiendo una consigna. Los pibes acompañaron todo el año con una intensidad enorme a las propuestas que fuimos haciendo. Eso tiene que ver con que estuvieron más tiempo en casa y delante de la tele, pero también con que fueron interpelados con propuestas que estuvieron buenas para ellos.
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Cielo Salviolo, directora de Pakapaka.
—Tanto desde el canal como desde Unicef se habla de la necesidad de escuchar a las infancias. ¿Se está escuchando sus demandas, inquietudes e ideas?
—Creo que a las infancias en general no se las escucha todo lo que debiéramos hacerlo, y este año no fue una excepción. De hecho fueron los últimos que salieron a la calle y probablemente fueron los primeros que lo hubieran necesitado, entendiendo la complejidad del contexto y cuestiones que también hay que atender, porque no es tan fácil decidir sobre esas cosas. Pero sí creo que en general los adultos y adultas escuchamos poco a los pibes. Este año tanto desde Unicef como Pakapaka y con otros actores hicimos un esfuerzo muy grande para acompañarlos escuchándolos. Porque las preguntas, temores y fantasías que chicos y chicas tuvieron y tienen sobre el coronavirus y lo que va a pasar no son las mismas que tienen los adultos. Al comienzo de la pandemia los invitamos junto con Unicef a que nos manden preguntas y las contestamos. Y lo que preguntaban tenía que ver con “cómo abrazar a mi mamá cuando llega del trabajo”, “cuándo puedo festejar mi cumpleaños”, “le tengo que lavar las patas a mi perro a cada rato”, “por qué no puedo ir hasta el kiosco”, “cuándo puedo ver a mi abuela”. Cosas que los adultos no nos estábamos preguntando y esas cosas necesitan tener respuestas tranquilizadoras. Otro de los temas son las fantasías que ellos tienen sobre lo que va a venir. La primera vez que salí a la calle con mi hija, que tiene cinco años, me preguntó: “Mamá, ¿la ciudad estará igual?”. También hicimos un proyecto hermoso que se llamó “Ventanas al mundo ” y recibimos 3 mil ventanas de chicos y chicos. Con la Unipe (Universidad Pedagógica Nacional) estamos analizando eso y ahí se ven escenas que se repiten, donde el afuera es un mundo ideal, donde están con amigos y hay unicornios, arcoíris y flores. En el adentro es mas oscuro y se representan solos. Son cosas que los afectaron mucho y no necesariamente todos los adultos y adultas los escuchamos.
—¿Quizás también porque en la pandemia prevaleció una mirada adultocéntrica en la toma de decisiones?
—Esa mirada adultocéntrica existió siempre y todavía la tenemos. Creo también que lo que pasó dejó a las familias preocupadas, angustiadas y sin saber lo que va a venir. Y sin compartir la crianza con la escuela, que las sobrecargó de un peso que les resultó difícil. Uno podría decir: “Fue un año en el que estuvimos mas cerca de nuestros hijos”. Sí, claramente, pero a veces la presencia física no garantiza la escucha.
—Este año Pakapaka celebró 10 años. ¿Qué significa este camino hecho?
—Cumplimos diez años y nos vimos desafiados a algo inédito para todos, que fue el estar día a día con un contenido, una propuesta, una palabra. Con el cuerpo incluso, con una canción, acompañando a los chicos y las chicas en un contexto en el que la producción audiovisual fue difícil, por las restricciones y los protocolos. Aún así asumimos la responsabilidad de estar acompañando a los chicos y la chicas todos los días con algo nuevo. Acompañar sus rutinas, sus temores, sus angustias. También sus alegrías y momentos de diversión. Creo que eso reforzó más que nunca la responsabilidad que implica hacer una señal infantil educativa y pública. Ese compromiso que Pakapaka asumió cuando nació hace 10 años, y sentir que ese acompañamiento fue muy valorado.