“Creo que en este contexto especial que estamos viviendo los libros nos pueden ayudar a leer el mundo, a tener una mirada crítica y a imaginar otro mundo posible”, dice An Maeyaert, una joven belga que vive desde hace diez años en el país, para explicar la importancia que para ella tiene el acceso a los libros y la lectura. Una mirada que le da fundamento y motoriza “Crepúsculo”, un proyecto de biblioteca móvil en la localidad vecina de Lucio V. López.
An es licenciada en letras y trabaja como docente en la carrera de musicoterapia. Vivió en Rosario, y hace poco más de un año y medio se trasladó con su familia a la localidad de Lucio V. López en busca de un lugar que le ofrezca una opción de vida diferente. El pueblo, ubicado a 44 kilómetros al noroeste de Rosario, no solo le ofreció la posibilidad de un estilo de vida distinto, sino también una organización comunitaria que posibilitó el desarrollo del proyecto cultural que An tenía en mente. “Había un piso que nos permitió soñar un poco más”, cuenta la docente, para hacer referencia al conjunto de familias con las que empezó a vincularse y con las que pudo concretar su proyecto.
Cuando se le pregunta a An como surgió la idea de crear una biblioteca móvil, ella responde con sus recuerdos de infancia, en Aalter un pueblo de Bélgica, y repasa sus memorias sobre la importancia que tenía la biblioteca del pueblo donde los niños y niñas iban a pasar todas las tardes. “En todas las comunas de Bélgica, por más chicas que sean, hay una biblioteca municipal que tiene un espacio especial para los chicos. Cuando nació mi hija yo extrañaba eso”, cuenta An. Dice que las propuestas culturales en las localidades pequeñas como Lucio V. López no abundan y que por eso se decidió a poner manos a la obra para generar una iniciativa en ese sentido. “El pueblo cuenta con la biblioteca de la escuela pero no hay mucha circulación en ella, ni material muy atractivo para los niños. Hay propuestas deportivas y un bar cultural destinado a los adultos, pero no hay espacios culturales que brinden actividades a los niños y niñas”, cuenta. Lo que sí hay en Lucio V. López son ganas de concretar la creación de un nuevo espacio cultural.
De Kortrijk a Lucio V. López
An comenzó a pensar este proyecto durante el 2019 pero no lo sociabilizó hasta no encontrar la posibilidad real de concretarlo. En diciembre del año pasado viajó a Bélgica a visitar a su familia y con la banda musical de su papá, la “Superior Dance Band de Bélgica”, organizó un recital solidario en la ciudad de Kortrijk con el objetivo de juntar fondos para crear un espacio cultural en un pequeño pueblo argentino. Sí, ese pueblo argentino era Lucio V. López, y el recital solidario se realizó para concretar el proyecto de biblioteca móvil que An tenía en mente.
El recital dio sus frutos y An juntó bastante dinero como para hacer una primera compra de libros que le permitió en su regreso al país comenzar la etapa de socialización del proyecto, al que se sumaron algunas vecinas que hoy son parte. Desde ese momento, la biblioteca móvil “Crepúsculo” se concretó con la colaboración de tres voluntarias más: Emiliana Pacini, Cecilia Fernández y Natalia Benedetto, mamás y docentes que junto a An pusieron primera y se animaron a la aventura.
Como toda idea ésta también contó con modelos inspiradores. La Biblioteca Popular Cachilo y la Biblioteca Popular Fontanarrosa de Rosario, además de inspirar fueron de gran ayuda: “La idea original no era tener un edificio propio. Me inspiró la propuesta de la Biblioteca Popular Cachilo y su carrito «La Cachilo te cuenta», que salió a la vereda durante muchos años a contar cuentos a los chicos. Además en Rosario trabajo en la Asociación Chicos, un Centro de Día donde tuve la posibilidad de hacer un trabajo de promoción de lectura. No basta con tener libros, se trata de hace un trabajo mediador y lograr que los niños y las niñas se entusiasmen, sobre todo en aquellos casos donde los chicos no tienen acceso”.
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El disfrute de los libros es uno de los objetivos de la biblioteca Crepúsculo.
El equipo de la biblioteca móvil “Crepúsculo” tenía un plan: salir a la plaza todos los fines de semana, poner las mantas en el pasto y sentarse a leer cuentos para el disfrute de todos. Ya contaban con libros nuevos y seleccionados con cierto criterio, solo quedaba tomar el espacio público. En el momento del despegue algo inesperado aconteció, la pandemia irrumpió y la cuarentena puso pausa en el avance del proyecto que transitoriamente tuvo que adoptar otra forma. “Como no es posible tomar el espacio público decidimos armar unas cajas con libros que fueron a parar a las casas de las cuatro voluntarias que somos y que se encuentran en distintos barrios del pueblo. La idea es que los chicos puedan ir a buscar algún libro a préstamos y llevárselo a su casa”, cuenta An.
Si bien el préstamo no formaba parte de la idea original, debieron incorporarlo ante la necesidad de quedarse en sus casas como la única forma de minimizar los riesgos de contagios. A pesar de que Lucio V. López no cuenta con casos positivos de Covid-19, las medidas de cuarentena son ampliamente respetadas por la comunidad hasta el día de la fecha, por lo cual aún la biblioteca móvil “Crepúsculo” no ha podido tomar el espacio público como sus miembros desean.
La cuarentena se fue flexibilizando, y cuando se abrió la posibilidad de hacer reuniones sociales y actividades culturales, comenzaron a organizar en los domicilios de las voluntarias actividades con un número muy reducido de personas (no más de cinco asistentes) y con todos los cuidados requeridos. “Un día organizamos una bebeteca, también hicimos una actividad en el día mundial por la paz, donde además de leer un cuento alusivo los niños plegaron grullas. Otro día convocamos a los adolescentes para conocer sobre sus preferencias de lecturas”, cuenta la docente.
No basta con tener libros, se trata de hacer un trabajo de mediador y lograr que los niños y niñas se entusiasmen con la lectura"
Proyectos futuros
En cuanto a los planes a futuro, la idea es que la biblioteca móvil por fin pueda desembarcar en la plaza del pueblo y brindar tardes de lectura para todos los niños y niñas de Lucio V. López. También tienen en mente abrir el proyecto a los adolescentes de la localidad. “Los adolescentes también están incluidos en este plan. Comenzamos a formar a algunos de ellos que mostraron su interés para ser mediadores de lectura. Contamos con la colaboración de tres chicos que nos están ayudando a sellar los libros, armar los registros de los prestamos y los catálogos, y hasta nos acompañaron en una actividad que fue una bebeteca, donde los chicos leyeron en voz alta”, cuenta An. El deseo es que los adolescentes también se sientan parte de un proyecto cultural que no solo está destinado a las infancias: “En la bebeteca los adolescentes les leyeron cuentos a los bebés y fue una experiencia muy hermosa, también pensamos que pueden ocuparse de diseñar las redes sociales para difundir todo lo que organice el espacio”.
El equipo piensa en grande, por eso proyecta a largo plazo contar con un espacio físico que acoja a la biblioteca popular. Más aún, desean transformarla en un espacio de referencia donde, al igual que la biblioteca de Aalter presente en la memoria de An, se convoquen los niños y las niñas de Lucio V. López para pasar un lindo momento.