En Buenos Aires 1626, o la casa de colores como la llaman, funciona el Movimiento de Unidad de Ciegos y Amblíopes de Rosario (Mucar). Una ONG sin fines de lucro que tiene trayectoria en la defensa de los derechos de las personas con discapacidad visual. La organización, distinguida en 2017 por el Concejo Municipal de Rosario, cumple este mes 40 años de militancia por la igualación de oportunidades y la inclusión.
“Mucar, 40 años construyendo inclusión” es el nombre de la campaña que lanzó la organización para este 2021 atravesado por la pandemia. Hernán Caruso es integrante de la organización y en charla con La Capital cuenta sobre la historia de la organización y aclara: “No somos discapacitados visuales o personas con capacidades diferentes, somos personas con discapacidad visual y esta reafirmación a la hora de nombrarse tiene que ver con la lucha de las organizaciones y con tantos años de militancia”.
Mucar nació en 1981 por la lucha del derecho a la educación de las personas con discapacidad visual. Según cuenta Caruso, para entonces se había creado en Rosario el profesorado para ciegos que funciona en el Instituto Superior del Profesorado Nº 16 Dr. Bernardo Houssay, pero ya había muchos docentes ciegos enseñando en el Centro Luis Braille. “Muchos de ellos quisieron ingresar al nuevo profesorado para desempeñarse como docentes y se encontraron con ciertas limitaciones. Podían inscribirse como oyentes, pero no iban a poder recibir el título habilitante porque en esa época se les exigía como condición tener el título de docente primario”, describe.
Esta situación —explica Caruso— tenía mucho que ver con el tema de cómo se entendía en ese momento la discapacidad, desde una mirada infantilizada de las personas a las que se consideraba con menores capacidades y no desde una perspectiva de derechos entre iguales. “Una persona ciega que puede tener una vida autónoma es la más indicada para poder enseñarnos a nosotros nuestro camino de rehabilitación. Por eso aquella situación además de no tener mucho sentido, era injusta”, señala el militante. El hecho pudo revertirse a fuerza de lucha y en 1983 se consiguió la reforma del plan de estudios del profesorado para ciegos, que desde ese momento exige como único requisito educativo para el ejercicio de la docencia contar con el secundario completo.
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La casa de colores de Buenos Aires al 1600 ofrece distintos talleres.
Organización y militancia
Caruso vuelve a los orígenes y destaca que Mucar nace en plena dictadura. Una época a la que define como compleja para todo aquello que implicara organización y militancia por más derechos. En la memoria institucional hay un punto entre sus objetivos que dice explícitamente “luchar por los derechos atinentes a las personas con discapacidad dentro del marco legal permitido”. Desde ese entonces, la organización está conducida por personas con discapacidad visual, cuenta con un basto padrón de asociados con y sin discapacidad visual, y funciona bajo la lógica asamblearia. Para atender a diferentes demandas y necesidades la institución conformó distintos agrupamientos, entre ellos un espacio de jóvenes, otro de adultos mayores y también un área de género.
Otro de aspecto destacado a lo largo de estas cuatro décadas es que Mucar logró la autosustentabilidad a través de la producción y comercialización de productos tiflológicos, que son aquellos que tienen relieve y facilitan el aprendizaje de las personas ciegas. En 1989 se inició la fabricación de bastones blancos y la venta de papel para escritura braille. La organización confecciona bastones de fibra de carbono que son modelo de producción nacional y en Latinoamérica. En 1994 Mucar comenzó con la producción de pizarras y punzones para escritura braille, instrumentos geométricos y juegos de ajedrez. Todo lo que hacen y comercializan es sin fines de lucro, porque tal como destaca Caruso, “el objetivo no es la rentabilidad sino el poder sostener a la organización para seguir ofreciendo oportunidades a todos sus miembros”.
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Talleres en espera
La capacitación laboral, la recreación y las prácticas educativas siempre tuvieron un lugar relevante en la organización, tanto para las personas con discapacidad visual como para aquellas que no la tienen. Talleres de ajedrez, yoga inclusivo, informática y guitarra braille hacen la diferencia a la hora de brindar espacios inclusivos de calidad.
La danza también tiene su espacio con el taller de tango y el de Ashaki Hafsa, un espacio de danzas orientales distinguido por el Concejo rosarino en 2016.
En el marco de la capacitación laboral se destacan los talleres de talabartería y panificación, que se desarrollan en el marco del programa de formación laboral “Santa Fe capacita”, dependiente del Ministerio de Trabajo de la provincia.
Por el momento, la pandemia dejó en suspenso el desarrollo de estos espacios de recreación y formación. Los miembros de Mucar están ávidos de retomar sus actividades pero son conscientes de la importancia del cuidado colectivo y respetan los tiempos que impone la crisis sanitaria. Se adaptaron a otros modos de encuentro y se sumaron a la virtualidad, especialmente para reforzar lazos entre sus jóvenes miembros. “Había que sostener el vínculo”, dice Caruso y explica que desde el año pasado mantienen encuentros virtuales, utilizan software para leer en las pantallas y para garantizar una comunicación posible.
Los jóvenes se congregaron en el encuentro organizado por la Federación Argentina de Instituciones de Ciegos y Amblíopes, en articulación con la Fundación Once en América Latina (Foal), también orientada a la inclusión e integración de las personas con discapacidad. A cuatro décadas de su creación, Mucar sigue apostando a promover la inclusión educativa, social y laboral de las personas con discapacidad visual.