Cuando era más chica, Dolores Wacker escribía historietas. En las viñetas podía combinar textos con dibujos, sus dos grandes pasiones que disfruta desde que tiene memoria. Hoy "Lola" tiene once años y cuenta que le gusta mucho escribir, sobre todo "novelas o narraciones cortas".
"El año pasado en lengua empezamos a investigar sobre los cuentos policiales. Me gustó y empecé a leer Agatha Christie. Y de ahí me inspiré para leer un montón de cuentos y novelas policiales", cuenta la nena de once años que asiste al colegio San Bartolomé. Asesinato en el tren del oriente es su novela policial favorita de la escritora británica, sobre todo "por la trama y todo el misterio que tiene, porque uno no sabe quién es el asesino hasta el último momento".
Actualmente escribe una novela a la que todavía no le puso nombre, pero que se trata de un chico cuyo padre está desaparecido, que se hospeda un verano en la casa de su abuelo "y empieza a encontrar un montón de puertas secretas que lo llevan a otros mundos". Las crónicas de Narnia y Alicia en el país de las maravillas fueron algunas de los libros que le sirvieron de inspiración para su historia.
"Cuando escribo —dice Lola— me siento como en otro mundo, pienso que estoy en la vida del personaje y cómo puedo volver mi vida más interesante, o hacer otra vida en otro mundo".
La llave
Subí rápidamente y me cambié en cuestión de segundos, no podía dejar que él se fuera aún, no si no encontraba esa llave. Bajé lo más rápido que pude. Él estaba en la puerta.
—Adiós —me dijo y se volteó hacia adelante.
En ese momento pude ver la pequeña llave sobresaliendo de su bolsillo. Él la tenía. No iba a dejar que se fuera.
—¡Espera! —grité mientras bajaba las escaleras principales corriendo.
No sabía qué hacer, así que... le di un fuerte abrazo y le dije “Te quiero abuelito”. Eso bastó para hacer caer la llave en un santiamén.
Inmediatamente él miró hacia el piso, yo pisé la llave para que no la viera y rápido lo distraje diciendo: “No vuelvas tan tarde abuelito, ¿Si?”.
—Bien —Me dijo y se fue.
Lo había logrado. Tenía la llave y estaba solo. Tomé el manojo de llaves y me dirigí a la oscura habitación, la luz no había regresado y en esa habitación no había ventanas. Luego tomé la linterna que el día anterior me había olvidado allí.
Dolores Wacker, 11 años.