Gusi, Paula, Turco o Riki pueden ser los apodos de cualquier pibe o piba en edad de ir a la secundaria en Rosario, que boludea con amigos y amigas con quienes comparte aventuras, música, gustos e historias en la plaza, el minimarket, Instagram o Snapchat. Pero éstos están sobre la vereda de la Dante Alighieri donde se conocieron y enamoraron de la vida y la militancia, para siempre, mientras un sol potente se cuela entre las copas de los árboles del cheto bulevar, aún extrañamente tupidas a esta altura del otoño, y barniza las baldosas con sus nombres que acaban de ser descubiertas la mañana del viernes 27 de abril.
"Aquí estudiaron Oscar «Gusi» Bouvier, Adriana «Paula» Bianchi, Sergio «Turco» Jalil y Ricardo «Riki» Meneguzzi, militantes populares asesinados por el terrorismo de Estado, promoción 1973", indica el texto en el piso y la voz en el aire del locutor que conduce el acto homenaje promovido por sus amigos, familiares y compañeros, aprobado por el Concejo Municipal a instancias de un proyecto presentado por la edila Norma López, del Frente para la Victoria.
Fuera del colegio, un centenar de personas se confunde en abrazos interminables, ríe y llora con las anécdotas que relatan los ex compañeros y familiares que pasan por los micrófonos dispuestos para el acto. Hay banderas que dicen "30.000", "Juicio y Castigo", "H.I.J.O.S.", pancartas con los rostros de los cuatro homenajeados y de Madres de la Plaza 25 de Mayo como Nelly Galasso de Meneguzzi o Nelma Jalil, entre otras.
En La Dante el portón está cerrado. El Colegio no habilitó la participación de la comunidad educativa en el homenaje a sus ex estudiantes, y todo parece seguir su cotidianidad habitual como cualquier día de estos, o de 1973 cuando Gusi, Paula, el Turco y Riki iban a clases.
Detrás de las rejas, un puñado de estudiantes, tal vez los más desobedientes, aplaude y tira buena onda. Hay uno con una guitarra y cara de querer tocar algo. Una piba, desde el primer piso registra la movida con su celular.
Pero no es cualquier día. Este viernes Gusi, Paula, el Turco y Riki volvieron al Colegio que los vio crecer, enamorarse y comprometerse con la militancia, tal cual recordó Marita Prieto, esposa de Oscar Bouvier y madre de Pedro, hijo de ambos y militante de Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio (H.I.J.O.S).
Oscar Bouvier fue secuestrado por un grupo de tareas al mando del Comandante de Gendarmería Agustín Feced, en cercanías del frigorífico Swift. Sus restos fueron identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense en 2010. Adriana Bianchi supuestamente murió en un enfrentamiento en San Martín y Espora, de la ciudad de Santa Fe, el 4 de enero de 1977. Su cuerpo sigue desaparecido. Sergio Jalil fue secuestrado el 15 de octubre de 1976, en Juan José Paso y Provincias Unidas, y asesinado el 17 de noviembre de ese mismo año junto a otros 6 compañeros en Los Surgentes. Ricardo Meneguzzi fue asesinado el 27 de enero de 1977 en Rosario.
Los cuatro abrazaron con pasión la lucha política que otros habían iniciado antes, como San Martín, el Che o Perón, según las lecturas setentosas, y combatieron a la dictadura detrás del sueño de una Argentina independiente, con justicia social y hermanado a Latinoamérica: la Patria Grande, contaron sus ex compañeros.
Fueron asesinados por defender ese proyecto y enfrentarse al terrorismo de Estado al servicio del poder económico, el mismo que hoy gobierna el país, recordaron sus amigos en la puerta de La Dante. Los amigos, compañeros y familiares, los sobrevivientes, están convencidos que también por eso viven en la memoria popular, con la cual es derrotado 45 años después el plan desaparecedor de los genocidas y ellos vuelven a aparecer.
La llama militante que los mantiene con vida hasta el presente fue evocada por uno de sus compañeros que tomó la palabra, quien sintetizó el espíritu revolucionario de todos al recordar cómo el "Turco" Jalil, al ser sacado del centro clandestino de detención que funcionó en el ex Servicio de Informaciones de la Policía —un 17 de octubre que sería recordado luego como la Masacre de Los Surgentes—, mientras se lo llevaban los genocidas, gritó bien fuerte: "Viva Perón, y vivan los Montoneros".
Sus apodos podrían ser los de cualquier pibe o piba en edad de ir a la secundaria en Rosario, como los que el día anterior habían marchado al Palacio Vasallo para protestar contra el aumento de boleto y quejarse que esa suba atenta contra el derecho a la educación.
Sus nombres, huellas y símbolos de sueños y proyectos realizados e inconclusos, quedarán grabados para siempre sobre esa vereda, en esas baldosas, que verán los y las estudiantes de La Dante todos los días, antes y después de que se cierre la reja.