Aprender apoyándose en todos los sentidos es un buen horizonte de enseñanza. Llevarlo a la práctica es un desafío al que se animaron las docentes de la Escuela Nº 1.347 Atahualpa Yupanqui (Pasaje Suárez al 5000). Esos logros de trabajo de todo el año los volcaron en una muestra donde las familias fueron las principales invitadas.
"Concebimos a la niña y al niño como sujetos de derechos", expresan la directora Erika Covillo y la vicedirectora Fernanda Calvo, para posicionarse desde dónde arrancan las propuestas pedagógicas. A esta escuela asisten unas 280 nenas y nenes desde la salita de 4 años del nivel inicial hasta el 7º grado de la primaria; reciben la copa de leche y esperan el año próximo contar con el comedor escolar. En sus clases se integran chicas y chicos de la comunidad gitana; y "la escuela se integra y enriquece con esta comunidad", destacan las docentes.
La muestra de la última jornada de noviembre se organizó por temas y ciclos. Lo que era un salón de clases se convirtió, por ejemplo, en un "escenario lúdico", armado en base a colores flúo y una luz negra que hacían sobresalir los dibujos infantiles. Otra característica que resaltó es que la mayoría de los materiales didácticos expuestos estaban elaborados por el ingenio de maestras y chicos, y sustentados en lo lúdico. Así en los primeros grados una máquina diseñada con caños plásticos, por donde pasan bolitas, retaba a los chicos a sumar. O la casita de juegos que oficiaba de taller de literatura, donde estaban Chiara, Santino y Candela leyendo libros de cuentos.
La idea de un árbol que crece, deja raíces en la escuela y florece con cada aprendizaje fue la metáfora que usaron para contar ese trabajo de todos los días.
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Foto: Marcelo Bustamante / La Capital
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Foto: Marcelo Bustamante / La Capital
En otro salón, estaba Lorena Olivares quien enseña ciencias y asegura que todas las ideas desarrolladas se diferencian por "ser integradas", donde todas las áreas hacen su parte. Exhibía un recetario gigante donde los chicos detallaron cómo preparar una ensalada de frutas o hacer pan casero. Uno de los ejes de trabajo aquí fue el de la nutrición.
El Principito fue el libro elegido por los 6º y 7º grados para compartir en la muestra. "Hicimos rondas de las palabras donde compartieron lo que sentían al leer cada capítulo", contaron las maestras Mariana Soto y Analía Tevez.
También a partir de la literatura surgió la idea de producir una fotonovela. El argumento del que se valieron en el 4º grado fue el del libro Alicia en el país de las Maravillas, que leyeron en las Tertulias. Noelia Rapino es una de las maestras que se puso al hombro esta tarea, junto a la profesora de música Valeria Benítez. Las chicas y los chicos grabaron sus voces, protagonizaron las escenas fotografiadas, confeccionaron los disfraces y hasta oficiaron por momentos de directores de escenas. El resultado de semejante emprendimiento concluyó en un video que compartieron, como en una sala de cine, con las familias y demás grados.