Cada escuela decidió la mejor y más accesible forma de trabajo para que los chicos y chicas puedan continuar estudiando en clases en tiempos de pandemia. Algunos docentes subieron ejercicios a las plataformas digitales, otros optaron por el contacto con sus estudiantes a través de Instagram y grupos de WhatsApp, mientras que en algunos casos recurrieron a las fotocopiadoras del barrio. A través del portal “Seguimos educando”, el ministerio de Educación nacional presentó una serie de materiales y recursos educativos digitales organizados por nivel educativo y materia para acompañar las medidas preventivas y ayudar a la vez a que los días de aislamiento social no se conviertan en vacaciones.
Así, más que vacaciones, la cuarentena apunta a un cambio de escenario de la escuela, que para que así funcione requiere de la tarea cercana de las familias en el cuidado de los chicos y chicas. Pero la pandemia es también una oportunidad para un encuentro distinto con los chicos. Para hablar de valores y para aprovechar el tiempo con ellos. Así lo destacan dos especialistas ligadas al campo de la educación, para quienes la cuarentena es un buen momento para hablar de solidaridad.
Gabriela Dueñas es psicopedagoga y sostiene que para que los adultos puedan “acompañar y balizarles el camino a niños y adolescentes tienen que guardar una distancia de autoridad, que no significa autoritarismo ni maltrato”. Doctora en psicología y licenciada en educación, Dueñas apunta que los niños “aprenden más de lo que los adultos hacemos y les mostramos como ejemplo que lo que les decimos” y que en situaciones como la del coronavirus queda expuesto que “no vale el sálvese quien pueda”.
“Éste —dice Dueñas— es un buen momento para mostrarles a nuestros hijos que no se trata de ir al supermercado a acumular jabones o alcohol en gel. Mostrarles con el ejemplo la importancia que tiene la solidaridad y el retejer la red social que fue tan duramente castigada con las políticas neoliberales que hemos padecido”.
La psicopedagoga afirma además que la pandemia visibiliza los valores, “que es lo mejor que se le puede enseñar a los chicos en estos momentos, que la salud y la educación son derechos, y por lo tanto hay que garantizar que todo el mundo tenga acceso a ellos”.
Chequear la información
Dueñas advierte que en este tiempo es clave enseñar a los chicos a chequear las fuentes de información, “porque están expuestos toparse con un montón de links con información sobre un tema, pero no todos ellos tienen igual validez o el respaldo de sitios seguros como el Ministerio de Salud”. En el mismo terreno, propone no dejar de lado el pensamiento crítico y, por lo tanto, “no absorber pasivamente la información, sino procesarla de modo tal que se transforme en un aprendizaje significativo, como tomar conciencia de que hay responsabilidades colectivas y hay que ser solidario con el otro”.
“Es una situación crítica, pero como todas las crisis es una oportunidad. No son tiempos de vacaciones, tengo la responsabilidad de quedarme adentro y cuidarnos entre todos. Por eso es un momento para dar clases de solidaridad y de la importancia de reconstruir el tejido social, para hablarles de derechos y responsabilidades”, agrega Dueñas.
Este es un buen momento para mostrarles a nuestros hijos con el ejemplo la importancia que tiene el retejer la red social
Un tiempo no apurado
María Renée Candia es especialista en educación de la primera infancia y afirma que la responsabilidad social de “quedarnos en casa” —siempre y cuando los trabajos de los adultos lo permitan— “habilita el surgimiento de situaciones hogareñas que pueden ser vistas como oportunidad, para que algo diferente suceda en las vidas familiares y obligándonos a poner un impasse frente al aceleramiento que vivimos a diario dadas las múltiples actividades a las que estamos sometidos”.
Para Candia, esta “nueva temporalidad” en los hogares podrá ser convertida en una oportunidad para estrechar lazos compartiendo “un tiempo no apurado”, como dice María Elena Walsh en la canción Marcha de Osías. Y explica: “Un tiempo no apurado para la conversación, entendido como un encuentro dialógico con nuestros hijos, donde podamos escucharnos sin apremios y desde allí preguntar, repreguntar, debatir para conocer lo que cada uno piensa, respetando las diferencias (generacionales). Para la lectura compartida de una obra literaria, no para intentar enseñar a través de ella, sino tomándola como un juego de metaforización construido sobre ideas que construyen otros mundos, diferentes al que habitamos, y desde ella crear nuevos, por ejemplo con los mismos personajes o en el mismo escenario”.
La especialista en didáctica de la educación de la primera infancia dice que la cuarentena puede ser aprovechada como un tiempo para compartir con los más chicos “a juegos dramáticos o a juegos que posibiliten construir ya sea con cajas, maderas o cualquier material descartable (y no tanto) que haya en cada hogar, desarmando los espacios habitados y acomodados para darles un nuevo orden de un marco ficcional”. Agrega que en este contexto el juego también es importante porque posibilita atemperar los miedos. En cuanto a los más grandes, propone disfrutar de los juegos de mesa que permitan pensar, resolver desafíos, competir sanamente, o rescatar aquellos que ya poco se juegan”.
En este contexto el juego en el hogar con los más chicos es importante porque posibilita atemperar los miedos Otras de las propuestas es escribir un diario a modo de registro de lo que pasa a cada integrante del hogar —“lo que sentimos, pensamos, tememos, anhelamos”, explica— o armar un circuito de ejercicios con el espacio y el mobiliario que se tiene, para descargar tensiones o para mantenerse entrenados. Confeccionar un menú de comidas y recetas aprovechando los alimentos que hay en cada casa y crear collages con material descartable inspirados en artistas que han usado esta técnica son otras de las sugerencias de Candia.
“Quedémonos en casa, aprovechemos esta oportunidad para estar dispuestos a darle a nuestros hijos un tiempo, pero tiempo no apurado, tiempo de jugar que es el mejor. Tomemos esta oportunidad para ser y estar con nuestros hijos en esta nueva temporalidad, promoviendo desde el hogar una solidaridad y empatía enraizada en una ética comunitaria del bien común, siendo éstos los conceptos centrales o valores que podemos transmitir”, cierra la especialista.