Pasaba a 4º grado y en la escuela le habían avisado que ya entraba en la edad de la razón. El tema de los pecados la preocupaba porque tenía terror de irse al infierno. El castigo divino le daba miedo, y la posibilidad de padecerlo le resultaba un trago amargo que tenía que digerir en cada jornada escolar. La protagonista de El uso de la razón tiene solo 9 años y el desafío de zafar de las llamas del inframundo. Se trata del nuevo libro de la docente y escritora María Beatriz Jouve, publicado por CG Editora y presentado en la Feria del Libro de Rosario.
En diálogo con La Capital, la autora cuenta que su última obra tiene cierto componente autobiográfico, mucha hipérbole y también ficción. Se trata de un relato despojado de rasgos temporales que pone el foco en las implicancias de la educación religiosa y, a través del humor, logra exorcizar aquellos fantasmas que marcaron a fuego a generaciones enteras. El sacrificio como condición necesaria para toda recompensa, la culpa y un Dios que castiga sin miramientos, son los condimentos de una enseñanza que dejó sus huellas en muchas biografías escolares.
“El juego que hago con esta niña que narra es mostrar cómo ella ve el mundo adulto, y a través de la ironía y el humor logra desarmar eso que se presenta frente a sus ojos”, cuenta Jouve, que se vale de su experiencia docente para recrear un personaje protagónico que expresa toda la frescura de la infancia.
El libro, que presenta como principal escenario el entorno escolar, hace referencia en una de sus páginas a una celebración del Día de la Raza. Y este es el único acontecimiento que en el relato deja una marca de temporalidad. Algunos adultos aún recuerdan haber escuchado la idea de que Colón llegó a América para salvarla de un infierno asegurado a causa de la barbarie indígena. “No pasó demasiado tiempo desde que en las clases de catequesis se escuchaban esas ideas, de hecho hace muy poco se cambió la denominación del Día de la Raza”, indica la escritora.
La niñez como aliada
Jouve también es autora de ¿Se nace o se hace?, Crónicas de una maestra, De guardapolvos y campanas y Días de escuela. Obras, en las que ofrece vivencias de su propia escolaridad y su experiencia profesional docente. El uso de la razón expresa un nuevo ciclo en su vida. “Digo que éste es el libro de la jubilación, de tener tiempo de sentarme a escribir, de leer, de jugar un poco, de mirar a la escuela desde otro lugar. Mis anteriores libros estaban muy atravesados por mi trabajo en la escuela, por el terreno, la práctica y lo que pasa en el día a día. En cambio este es más reposado y tiene que ver con hurgar en estos recuerdos y darles un tratamiento, porque acá hay algunas vivencias personales pero también mucha ficción”, aclara.
A la pregunta de quiénes son los destinatarios de este libro, Jouve responde que cree que inconscientemente siempre tiene un público docente. Y agrega: “Creo que todos los que fueron a la escuela alguna vez se pueden encontrar en esta historia. Aunque no hayan ido a una escuela religiosa, hay muchas cosas que tienen que ver con un sentido común de una época que se fue naturalizando, como esto del sacrificio, del portarse bien, y de algunas frases como esa de que «Dios castiga y no se le ve el palo», o «Dios te va a castigar», indica, y destaca que puso el foco allí con la intención de desarmar estas máximas heredadas a través del humor y con una niña como aliada.
Conocedora del universo infantil a través de su profesión docente, Jouve deja al descubierto cómo las niñas y los niños perciben el mundo. “Hay mucha oreja puesta en la lógica infantil, los chicos tienen esa capacidad de dar vuelta y desarmar ciertas realidades. Mi trabajo fue ponerme en esa edad de los 8 o 9 años y desarmar ese dispositivo”, cuenta la docente sobre la espontaneidad como sello distintivo de la infancia.
Como muchos y muchas que dedicaron su vida a la enseñanza, Jouve se acerca cuando puede a alguna escuela para contar cuentos porque tiene la necesidad de continuar en contacto con las infancias. “La mirada de los niños me genera una gran admiración. Aún en aquellos chicos que sabés que están viviendo situaciones muy complejas, se puede ver en ellos esa mirada y esa vuelta, siempre hay algo fresco que uno se pregunta de donde sale”, afirma.
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“El uso de la razón” fue presentado en la Feria del Libro de Rosario.
La patria de la infancia
En El uso de la razón la protagonista responde con espontaneidad a una realidad que le resulta amenazante e incomprensible. Intenta desentrañar misterios y desarmar todas aquellas complejidades que la enseñanza religiosa le pone frente a sí. ¿Cómo se puede procesar en la niñez el don redentor del sacrificio, cómo convivir con un Dios todopoderoso que da tanto miedo? “Pensaba que estas historias se pueden contar de dos maneras distintas: en tono trágico, porque es pesado, porque es denso, porque es una niña que tiene mucho miedo de morirse y de irse al infierno. O con ironía y desde el humor, que en un punto también causa un efecto liberador. Esta es la manera que yo elijo”, afirma Jouve. Reconoce que aquellos que vivenciaron estas experiencias durante la infancia incorporaron máximas que se manifestaron luego en el comportamiento adulto. “Especialmente si sos mujer, yo siempre me hago una broma a mí misma, soy madre y maestra”, dice la escritora con humor, para demostrar que aprendió muy bien el concepto de sacrificio que le fue inculcado durante la infancia.
En la charla, hablar de la escuela resulta inevitable. Por ser el territorio donde transcurre gran parte de la niñez y el escenario privilegiado de esta historia. Las conclusiones son evidentes: la escuela puede brindar a las infancias mucho placer, o puede ser dadora de experiencias de terror. La escritora manifiesta: “Esto es así porque la escuela no es una abstracción sino que también es terreno de disputa, entre quienes quieren llevar adelante un determinado proyecto y los que quieren llevar a cabo otros. Esa disputa dentro de la escuela después se cristaliza en un proyecto pedagógico. La escuela siempre deja marcas, para bien y para mal, en los dos sentidos”. El proyecto pedagógico defendido por Jouve fue el de la escuela pública, en la que la docente eligió trabajar a lo largo de 32 años, desvinculándose de la enseñanza religiosa.