Apasionadas por la matemática, dejaron de lado prejuicios y eligieron carreras relacionadas con la tecnología y la computación. Pensar que serían unas pocas, que las llamarían más de una vez “nerd” y que tendrían que abrirse camino en esta especialización no las hizo cambiar de opinión. Finalizando el 2020, un año atravesado por la pandemia y también por la virtualidad, cuatro jóvenes universitarias reflexionan sobre el alcance que tiene la tecnología, los estereotipos que todavía giran en torno a la profesión, también el desarrollo y la proyección de la mujer en estos espacios.
Valentina Bini y Delfina Martín son estudiantes de la licenciatura en ciencias de la computación de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), y Carolina De Seta y Camila Cainelli solo tienen que presentar el proyecto final para recibirse de ingenieras en sistemas de información en la Facultad Regional de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN). Auténticas y seguras conversaron con La Capital sobre la carrera que disfrutan estudiar tanto como trabajar. De manera sencilla y para que se entienda, explican las diferencias más visibles que existen entre las dos profesiones vinculadas desde distintos lugares con la tecnología. “La licenciatura —dicen— lo hace principalmente desde el teorema, el análisis y la investigación, y la ingeniería se ocupa del diseño y la implementación de una idea que se materializa así como la organización y el control de la información”.
“Siempre me gustó la matemática y también participé en olimpíadas en la escuela. Cuando estaba en quinto año del secundario no encontraba ninguna carrera que me gustara hasta que un amigo me comentó de la licenciatura en ciencias de la computación. No sabía casi nada pero de a poco fui investigando y consultando la página de la facu. Tampoco sabía si me iba a gustar porque no tenía idea de programación, pero como no había otra carrera que me entusiasmara en ese momento, empecé y me encantó”, cuenta Valentina sobre su elección, interesada en la investigación y también en la docencia. El año que viene cursará quinto, el último de la carrera de la UNR.
Para Delfina el ingreso a la Facultad de Ingeniería resultó diferente porque ya había decidido aprender computación y como egresada del Politécnico tenía alguna experiencia en programación. Terminó este año de cursar tercero y le gusta la ciencia de datos, aunque todavía no lo tiene muy definido. Las estudiantes explican que dentro de la carrera, pueden dedicarse a la investigación que es más teórica, también trabajar en actividades vinculadas con la robótica, la inteligencia artificial y el desarrollo de software.
“La mayoría se imagina que en la carrera aprendemos muchos lenguajes de programación cuando en realidad aprendemos todo el fundamento teórico que tiene la computación, casi todo está vinculado con las matemáticas. La carrera nos prepara para algo que a lo mejor todavía no exista y tendremos las herramientas para manejar esa tecnología”, explican.
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Foto: Virginia Benedetto / La Capital
Pocas en el curso
Valentina recuerda que el año que ingresó a la carrera eran solo cinco chicas en el curso y en el segundo cuatrimestre solo quedó ella: “Al principio tenía un poco de miedo de quedarme aislada en la carrera y no tener un grupo de amigas en la facultad, pero por suerte mis compañeros son piolas y me llevo muy bien. Aunque en los primeros años siempre se producía alguna situación que ponía en duda nuestra capacidad de hacer la carrera y avanzar”.
A Delfina le pasó algo parecido: “Sabía que eran espacios que históricamente fueron de los hombres y que los cambios se verían de a poco. El comentario cómplice, por ejemplo, siempre está o el trato diferencial también estuvo al principio. Había un artículo que decía que las mujeres en la carreras de computación tienen que programar todo dos veces: una con sus compañeros en clase y otra en casa para asegurarse de que lo entendieron. En algún momento me sentí identificada con eso. Por suerte ahora ya no, es una realidad que ocurre en otras carreras masivas como ingeniería”. La joven destaca que los docentes de la carrera nunca hicieron distinción de género.
Las estudiantes —ambas de 22 años— reconocen que la carrera requiere de estudio y que la modalidad cuatrimestral puede retrasar el cursado si no se regulariza. “En el ámbito de la informática está claro que tenemos que probar constantemente lo que sabemos y las tomas de decisiones casi nunca pasan por las mujeres. Pero en la carrera, una se va haciendo el espacio para poder trabajar tranquila”, dicen. Las estudiantes además son auxiliares de programación II en primer año y se sorprenden que la cátedra esté integrada en su mayoría por mujeres.
Desde la UNR afirman que el número de mujeres ingresantes a la licenciatura en ciencias de la computación se duplicó en los últimos dos años, sin embargo no llegan al 20 por ciento. En 2018 se inscribieron 17 mujeres y 128 varones, en 2018 fueron 35 chicas y 146 chicos, y este año empezaron 33 alumnas y 188 alumnos.
Sin estereotipos
“Deseamos que de a poco se vaya eliminando ese estereotipo que relaciona la computación con alguien que pasa todo el día frente a la computadora o se lo llama nerd, y que está bastante alejado de la realidad. Las chicas que quieren estudiar este tipo de carreras a veces la rechazan o descartan simplemente por pensar en esto pero tienen que animarse”, reflexiona Valentina.
También explican que la figura del hacker determina y afecta la llegada de nuevas mujeres a la carrera de ciencias y tecnologías. “La mayoría suele imaginar a un hombre en un sótano, que tiene todos los conocimientos y que con un par de teclas puede dominar el mundo. En realidad no funciona así porque existe un equipo de trabajo detrás, donde cada uno aporta lo suyo”, agrega Delfina. Recuerda cuando daba clases de computación en una escuela primaria donde los tipos de juegos para la computadora estaban predeterminados. “Las chicas solían jugar a esos que había que ponerle la cartera a un personaje, y no está mal que lo hagan, pero sí que se piense que es lo único que pueden hacer”.
A punto de recibirse
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Camila Cainelli y Carolina De Seta están a punto de recibirse de ingenieras en sistemas de información en a UTN.
Foto: Héctor Río / La Capital
Con 23 años, Carolina De Seta y Camila Cainelli terminaron de cursar la carrera el año pasado y para obtener el título de ingenieras en sistemas todavía tienen que presentar el proyecto final. Reconocen que fueron cinco años intensos de cursado, sobre todo en los últimos con la posibilidad de la promoción directa. Esto explica el descanso que se tomaron para continuarlo en el 2021. Según registros de la UTN, en el año 2018 se graduaron en ingeniería en sistemas 8 mujeres de 62 estudiantes, y el año pasado 10 chicas de 30.
Las jóvenes cuentan que disfrutaron mucho cursando la carrera y que siempre se encontraron con excelentes profesores. “Nuestra experiencia como mujeres cursando una carrera vinculada con sistemas y tecnología ha sido muy buena, quizás hubo algo de incomodidad en algún chiste o algo que quedó en el aire pero no fueron situaciones que marcaron el paso por la facultad”, dice Carolina.
A la alumna de la UTN siempre le gustaron mucho los números, la matemática y la física, también las tecnologías y la informática. “De chica —recuerda— era muy curiosa y para los cumples de la familia en vez de hacerles un dibujito, les dedicaba una presentación en PowerPoint, siempre estuve cerca de la programación”. Camila en cambio decidió la carrera sobre el final del secundario, aunque siempre le había gustado la ingeniería: “Me llamó la atención el plan de estudio de la carrera y los nombres de las materias. A diferencia de muchos que se anotan por la programación, yo no sabía de qué se trataba, así que llegué el primer día para aprender todo de cero. Me gustaba la matemática pero no era de usar mucho la computadora”.
Las chicas reconocen que descubrieron de a poco qué hace un ingeniero en sistemas y cuál es su finalidad. “Tenemos muchas posibilidades, la mayoría se inclina y apasiona por la programación, también está el análisis de procesos, de datos y la robotización. Entendimos que las materias son formativas y nos brindan las herramientas pero conocimos qué hace un ingeniero a través de esas experiencias que nos contaban los profes”, afirman.
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Foto: Héctor Río / La Capital
Primeros trabajos
“Lo bueno de la carrera es que nunca te encerrás y estás todo el tiempo aprendiendo cosas. Descubrí que me gusta mucho el análisis, el contacto con la gente y los distintos procesos”. En enero, Camila empezó a trabajar en una empresa que desarrolla aplicaciones para procesos internos y se ocupa del análisis de distintos pedidos para desarrollar procesos de trabajo. “Me gustaría de a poco empezar a especializarme como programadora”, dice.
Carolina también tiene trabajo en una empresa y se ocupa de la inteligencia de negocios, una parte de la ciencia de datos que consiste en sumar toda la información que guarda una empresa, organizarla y con esa nueva información producir reportes para la toma de decisiones. Cuenta que le gustaría crecer en esta especialización que desde hace un tiempo marca una tendencia, y que también tiene algo pendiente con la docencia.
Por qué las mujeres no eligen esta carrera
“Creo que tanto chicas como chicos tienen ciertos reparos a la hora de anotarse en alguna ingeniería, sumado a ciertos prejuicios que circulan antes de ingresar a la facultad, que generalmente descubrimos que no es así una vez que estamos dentro”, comenta Carolina. También señala que la secundaria quedó desactualizada dando Excel y Word cuando se podrían hacer cosas mucho más interesantes. “Tenemos amigas que todavía le tienen miedo a la computadora y no entienden cómo podemos estar tantas horas enfrente, siendo que nuestra generación nació con el celular y la computadora”.
Tampoco se explican por qué los chicos se interesan más que las chicas por los juegos en la Play Station. “Quizás porque nosotras nunca lo vimos como una opción, un videojuego a veces llama la atención por sus gráficos, y despierta curiosidad por saber quién lo hace y de dónde sale. Si todos tendríamos el mismo acceso a la tecnología se daría de manera natural”, concluye Carolina.