Más de 30 personas murieron y cientos resultaron heridas ayer en diversos enfrentamientos entre manifestantes leales al derrocado presidente islamista Mohamed Mursi y opositores que celebraban su destitución, en una escalada de violencia que pone a prueba a la democracia egipcia. Siete de las víctimas fatales cayeron en El Cairo, mientras que 12 fallecieron y otros 200 resultaron heridos a la noche en Alejandría, luego de que un grupo de islamistas irrumpiera en una manifestación de opositores a Mursi a los tiros.
El ejército egipcio anunció que derrocó a Mursi el miércoles pasado para instaurar un gobierno civil interino que allane el camino a nuevas elecciones en un plazo aún por definir, tras la larga y letal ola de violencia y protestas que caracterizaron los últimos tiempos de su gestión. Las fuerzas armadas, que desde el martes insistieron en que se mantendrían al margen de la política y que actuaron en nombre de los millones de egipcios que tomaron las calles los últimos días para pedir la dimisión del presidente Mursi, anunciaron anoche que intervendrán para evitar nuevos choques entre los dos campos.
Menos de 48 horas después del golpe de Estado, los militares egipcios tuvieron que interponer anoche una decena de tanques y numerosos efectivos en los alrededores de la plaza Tahrir. Sobre algunos de los blindados se habían sentado opositores a Mursi.
Batalla campal. La tardía intervención militar tuvo lugar luego de que manifestantes pro-Mursi intentaron presentarse ante la sede de la televisión estatal (situada a 300 metros de la plaza Tahrir) y, según la propia televisión estatal, francotiradores islamistas disparaban sobre la multitud. Al llegar los uniformados, la batalla campal, que incluyó bombas molotov, piedras y fuegos de artificio, tuvo lugar sobre una de las riberas del Nilo, en el puente 6 de octubre, donde al menos dos autos fueron incendiados. En la capital egipcia, sobrevolada constantemente por helicópteros y cazabombarderos, y donde los retenes de control militar se suceden en las avenidas y las autopistas, la tensión estuvo presente todo el día.
Al mediodía, la represión estalló cuando cientos de seguidores de la Hermandad Musulmana, la cofradía político-religiosa de beneficencia que apoya a Mursi, se acercaron al cuartel capitalino de la Guardia Republicana para protestar contra el golpe que puso fin al gobierno del primer presidente democráticamente electo de Egipto. Soldados e integrantes de las fuerzas especiales intentaron mantener a los pequeños grupos de las dos facciones separados, algo que lamentablemente resultó imposible y que desencadenó violentos choques cuerpo a cuerpo.
El primer presidente democráticamente electo en la historia de Egipto fue depuesto el miércoles en una medida que los islamistas calificaron como un golpe de Estado, un nuevo giro en dos años tumultuosos en Egipto desde la caída de Hosni Mubarak por los levantamientos de la Primavera Arabe que arrasaron la región en 2011. Los partidarios de Mursi se lanzaron ayer a las calles a expresar su ira por la deposición y arresto del primer presidente de la joven democracia de Egipto. Tras el rezo de mediodía en diversas mezquitas, decenas de miles de personas marcharon hasta los cuarteles donde las fuerzas armadas retienen aislado a Morsi. El ejército y la policía contuvieron su avance con gases lacrimógenos y perdigones, y abrieron fuego de forma selectiva cuando las multitudes no se dispersaron.
Cayó el Legislativo. El jefe de Estado interino de Egipto, Adli Mansour, quien fue nombrado en el cargo después de que las fuerzas armadas derrocaron a Mursi esta semana, disolvió la Cámara alta del Parlamento dominada por los islamistas. Mansur, quien también designó un nuevo jefe para los servicios de inteligencia, disolvió esta cámara, mayoritariamente favorable a Mursi, la cual ejercía la totalidad del Poder Legislativo desde la disolución de la Cámara de Diputados el año pasado poco después de que Mursi fuera electo.
El líder de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Badie, reapareció ayer en El Cairo durante una manifestación de islamistas para pedir a las fuerzas armadas que no disparen contra los ciudadanos. Badie, que de acuerdo a fuerzas de seguridad había sido arrestado el jueves, afirmó que estaría dispuesto a dialogar con los militares si reinstalan en el cargo a Mursi y agregó que las protestas eran más fuertes que los tanques de los militares. En un feroz discurso, prometió "completar la revolución" y se refirió a Mursi como el presidente.