"Hematoma gorila, ¡vas a correr!!!".
"Hematoma gorila, ¡vas a correr!!!".
Los guardianes de Cristina se dispersan sobre cada una de las cuatro puertas de ingreso a la clínica de la Fundación Favaloro. La tarde de primavera tiene su momento de alegría, sobre las dos de la tarde, cuando Alfredo Scoccimarro, secretario de Información Pública, dice: "Cristina evoluciona sin problemas, y está de buen ánimo". Sonrisas, aplausos y sensación de desahogo.
"Gracias por devolvernos la dignidad. Familia Cabrera, Azul, presente".
Todo resquicio que admita un papel pegado con una frase ha sido ocupado. Hebe de Bonafini, el Roña Castro, en la práctica, funcionaron como voceros de una intimidad protegida, sin acceso. Cristina, transmitió Scoccimarro, "les manda un beso a todos los argentinos".
"Fuerza señora presidenta. Horacio y familia, DNI 11288281, Berazategui".
La salud de la presidenta es como la salud de cualquier ciudadano, pero distinta. La suerte que corra su humanidad impacta en el futuro inmediato del país. En Capital Federal moviliza amores y rechazos. Los que la aman rezan por ella, por su pronta recuperación. Los que no la aman, secretamente o no, también admiten que sería mejor para todos que se ponga bien, y que siga gobernando.
"Cumpliste el sueño de tantos. Ahora nuestro sueño es que estés sana y feliz, que se cumpla".
El repentino retiro de CFK de sus funciones políticas, como en 2012, abrió el paso al vicepresidente, Amado Boudou, que asumió la presidencia transitoria. En plena campaña electoral, la oposición mira con recelo el cuadro de la enfermedad presidencial. Nadie sabe bien qué hacer con quien era el "objetivo" a demoler, desde lo discursivo y lo político. Por lo pronto, atacar a un adversario en obvia inferioridad —por su enfermedad— está contraindicado por los manuales de la política.
La oposición decidió que el nuevo objetivo a demoler es Boudou. Y fue por Boudou. A favor de la faena cuenta con una descomunal construcción mediática previa: quinientas (500) tapas en contra elaboradas por los medios de mayor tirada del país. Por presuntos actos de corrupción que no está claro si sucedieron o no, y que no han sido probados hasta ahora. Y que no le han valido al investigado, hasta la fecha, ni siquiera un procesamiento.
"El orgullo de tener una presidenta como vos".
En la puerta principal de la Fundación se especula sobre cómo y con quiénes pasará la noche Cristina. Hacia media tarde el cálculo era que "Máximo está dentro" y que "Florencia se fue, pero seguro después vuelve". El control popular y periodístico sobre ingresos y egresos no es hermético. El sanatorio es grande, laberíntico, sale a tres calles. Por algunos portones entran y salen autos, que, como es furor en la Argentina y aun violando prohibiciones, lucen cristales polarizados. Y ocultan los rostros de quienes viajan en su interior.
Ayer los medios opositores, otra vez desbocados y violentos, como no pudieron dar una mala noticia sobre las perspectivas de evolución de la presidenta, optaron por hostigar con un punto sensible: "Tendrá que permanecer el fin de semana internada", "Al menos un mes para su recuperación". Por las calles de Buenos Aires todo sigue funcionando como siempre. Incluidos los clásicos embotellamientos, como el que genera el corte total de la avenida Belgrano, frente a la clínica.
La tarde primaveral derivó tormentosa. Los ángeles protectores de la presidenta siguen ahí, apenas guarecidos por los aleros de la clínica y del vecindario. Se preparan para una nueva noche en vela. Cuando hay amor, el esfuerzo no se mide, no se siente. Surge solo.
"La patria sos vos, fuerza morocha". "Vamos Cristina, el silencio no es tu idioma".
La vigilia lleva un día, y no tiene duración determinada. De parte médico a parte médico, transcurren 24 horas. El comunicado oficial de ayer, firmado por el director Instituto de Neurociencias de la Fundación, Facundo Manes, y el director médico, Gerardo Bozovich, señaló que "continúa con estricto control médico por los profesionales del Instituto de Neurociencias y de la Unidad Multivalente, y por los doctores Luis Buonomo y Marcelo Ballesteros, de la Unidad Médica presidencial".
Mientras tanto, los que quieren a Cristina, y también varios que no la quieren, esperan que el "hematoma", sea gorila o de otra procedencia política, lo mejor sería que desaparezca. Y para siempre.