Pasajeros indeseables en los tranvías. La administración de los tranvías eléctricos tiene deficiencias que la empresa tiene la obligación de subsanar porque perjudican a sus propios intereses y a los del público en general. Los horarios no se observan y el personal es siempre novel, inexperto y poco culto. Pero más allá de esto, ocurre con frecuencia que los guardas permitan en los coches a los fumadores impertinentes que arrojan con todo descaro el humo de sus cigarros a la cara de las señoras, y a los ebrios consuetudinarios que se complacen en ser groseros y molestar a las damas que no se encuentran acompañadas de elementos masculinos. A los guardas no se les ocurre que pueden pedir el auxilio de la policía para hacer respetar las ordenanzas y, en cambio, lo toleran todo. Tal como se encuentra actualmente funcionando la administración de los tranvías se va, acaso sin quererlo, camino a hacer de ellos un mal negocio, tanto para la empresa como para la inmensa mayoría de la población. (1907)