La "reducción" de los indios y La Forestal. Se ha pregonado en todos los tonos,
sentimentales y enérgicos, lo ineludible que era "reducir" las huestes salvajes de las llanuras
argentinas al nuevo estado de la civilización de los pueblos, extirpando el mal de las rancherías
donde se fraguaban tropelías, malones y crímenes. El avance de los ejércitos de línea enviados por
la nación al desierto "redujo" las indiadas a un número limitado, quizá interpretando
equivocadamente el concepto de la reducción que se anhelaba en nombre del progreso de la república.
Los restos de las numerosas tribus chaqueñas fueron empujados a los centros de trabajo,
incorporándolos como brazos fuertes y bocas poco exigentes a la elaboración de industrias
nacionales fecundas en prósperos resultados. Pero, he aquí que esta pretendida ofrenda que la
civilización ofrecía con ademán generoso al salvaje arrinconado por fuerza en su último refugio, se
convierte en un azote repulsivo por obra de capitalistas sin escrúpulos ni signos de conciencia.
Los indios empleados en los obrajes del Chaco trabajan desde que amanece hasta que viene la noche,
fuerte y rudamente, empleando todas sus energías en provecho de una empresa. Se hacen así
acreedores a una remuneración apreciable, pero desgraciadamente esta no existe, pues la paga que
perciben se traduce en vales de valor mínimo convertible tan sólo en la cantina del mismo
estabecimiento que los contrata y por efectos de la peor especie. Se hace, pues, con esos pobres
indios una doble explotación inicua, incitándolos indirectamente a la protesta y a la rebelión, que
les valdrá en último término la muerte a mansalva. Este estado de cosas perdura ya demasiado y
exige la intervención de las autoridades nacionales para que no pueda decirse que a su sombra y
favor los especuladores industriales diezman a los indios. No es esta la forma de vincular al
salvaje a la vida tranquila y laboriosa de los pueblos que producen y progresan. (1907)
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