Las ventajas del cine mudo. En París, un empresario de cinematógrafos, cansado de no representar
sino pantomimas, tuvo un día la genial idea de trasladar a sus cintas populares la acción de unas
cuantas comedias del famoso autor Courteline(*). "Quitándole el título -se dijo-no es probable que
la reconozcan". Y, en efecto, pasaron meses sin que nadie descubriese en la alegre aventura del
cine las obras maestras del ilustre humorista. Pero llegó el día en que cierto erudito, deseoso de
ver lo que aplaudían los porteros y los soldados, fue a sentarse ante el escenario populachero. El
programa anunciaba la fantasía cómica "José, tu mujer nos engaña", y cuál no sería su asombro al
descubrir que se trataba de un plagio de la novela "Boubouroche". Una semana después, prevenido
Courteline, se presentó en el cinematógrafo acompañado de un notario y se convenció de que todos
los episodios eran realmente suyos. Al terminar el espectáculo, se presentó ante el empresario y le
dijo:
-La obra que acabo de ver es exactamente igual a una comedia mía. Si usted no me reconoce los
derechos que me corresponden, voy a verme en la necesidad de demandarlo.
-La obra que ha visto usted -contestó el hábil industrial- está sin duda alguna inspirada en
su célebre comedia, pero en una pieza de teatro lo que tiene importancia no es el argumento sino el
diálogo, y ya ve usted que las cintas son mudas. Casos de adulterio los hay de todas clases: muchos
de los asuntos de los dramaturgos griegos están tomados de la "Ilíada" y de la "Odisea". Lo que
nadie encuentra sin tener genio son las frases, los diálogos, la parte literaria de una obra...
Ahora bien: como yo no he tomado ni una sola frase de su comedia, nada le debo.
(*) El autor francés Georges Courteline (1858-1929), usó y abusó de su cáustico humor tanto
en la literatura como en su vida privada, y terminó sus días recluido en un manicomio.
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