Los impactos de proyectiles registrados en el frente de una vivienda de Iriondo
y San Luis, cerca de donde hace 14 días cayó muerto un trabajador cordobés, corresponden a una de
las armas secuestradas por la policía en la filial rosarina de Atilra (Asociación de Trabajadores
de la Industria Lechera). Otros 15 manifestantes, provenientes de otros lugares, resultaron heridos
aquel miércoles 3 de diciembre en un sangriento enfrentamiento gremial que sacudió a todo el
país.
Fuentes judiciales aseguraron ayer que las pericias de la oficina dependiente de
la jefatura de la Unidad Regional II arrojaron "un saldo positivo" y que los impactos de los
proyectiles en la pared y ventanas de la vivienda de la ochava noroeste de Iriondo y San Luis
corresponden a uno de los revólveres, un calibre 38 largo, hallados dentro del gremio. Las otras
armas secuestradas son una pistola calibre 22 y un caño de escopeta calibre 16.
Un patovica rosarino, Raúl Alejandro Cazón, de 35 años, está detenido desde el
sábado 6 luego de que la jueza de instrucción María Luisa Pérez Vara ordenara su captura. El
abogado defensor, Carlos Varela, confió anoche a este diario que Cazón declarará el viernes ante la
Justicia. Hasta ahora se había negado.
A Cazón, imputado de homicidio, se lo ve empuñar y disparar un arma en videos y
fotos tomados por la policía. La jueza trata de determinar también la identidad de otras tres
personas que habrían actuado cerca, también con armas de fuego.
Para las próximas horas se esperaría un informe de entrecruzamiento de llamadas
telefónicas entre Cazón y varias personas de Rosario.
El manifestante cordobés muerto se llamaba Héctor Cornejo y uno de los heridos
más graves fue Pablo Rízzolo, de Santiago del Estero, quien recibió un balazo en un pulmón. El
proyectil, calibre 22, no le fue extraído por los médicos.
El lunes pasado, en un reportaje que LaCapital pudo hacerle en una clínica de
Sunchales, donde permanecía internado, Rízzolo declaró: "La bala vino desde arriba de la sede
gremial y tiraron a matar". Agregó que "se trató de una emboscada pensada para esperarnos y
atacarnos sin piedad". Según su versión, los 500 manifestantes de varias provincias que conformaban
la columna que él integraba habían llegado a Rosario para "demostrar fuerza pero dialogar, como en
otros tantos conflictos".
La filial local de Atilra es conducida por Víctor Vega y Ariel Chávez,
secretario general y adjunto, respectivamente.
El miércoles pasado la conducción nacional de Atilra dispuso la intervención de
la misma y decretó la caducidad de los mandatos de Vega, Chávez, el resto del secretariado y hasta
de la comisión revisora de cuentas. Pero los dirigentes de la filial rechazaron e impugnaron la
intervención.
La sede siguió mostrando un desarrollo normal, sin que ninguna comisión enviada
desde Buenos Aires haya arribado todavía al lugar.