"Todos estamos atravesados por cuatro o cinco grandes cuestiones, que para mí son los vínculos familiares y personales, el amor, el deseo, la finitud y la realización personal", lanza Carlos Vandera o, simplemente, Vandera. El músico rosarino, de 42 años, presenta hoy su nuevo disco "W", quizá uno de los trabajos más logrados de su carrera solista. En compañía de su nueva banda, Vandera tocará desde las 21.30 en el Gran Salón de Plataforma Lavardén (quinto piso), Sarmiento y Mendoza. Un espacio y momento ideal para escuchar esas canciones que suben y bajan, como la línea de la W, pero que siempre tienen un centro firme que confluye en un sólo punto: las bellas melodías.
Este es el quinto disco solista de Vandera, sin contar "Debo tener algo tuyo", grabado junto a Adrián Abonizio, y "Portacanciones", con material inédito. Y todo llegó luego de su debut discográfico junto a Certamente Roma, allá por 1989, con "Después de la guerra". Vandera es un ladero de lujo de Fito Páez, y de él se nutrió en lo expresivo y compositivo. Pero, claro, lo de Vandera, al igual que Gonzalo Aloras o Coki Debernardi, ya tiene vuelo propio.
Basta escuchar "Amante del vinilo", en donde cita desde los Stones hasta Coltrane, o la intimista balada "Cuenta tu historia", o el festivo tempo de "Si no lo hacés", por citar sólo algunas perlitas de "W", para comprobar que lo suyo está entre lo más preciado del rock argentino.
Vandera tocará hoy junto a Francisco Arancibia, en bajo; Matías Miguel y Pablo Vigo, en guitarras; Emiliano Giménez, en batería y Martín Vecchio, en teclados. En el show tocarán además músicos invitados locales, y el valor de la entrada tendrá un plus, ya que por 10 pesos más, con el ticket también vendrá incluido el flamante disco "W".
—¿Por qué "W"?
—Cuando tenía listos los temas que pensaba meter en el disco me dio la sensación que faltaba un tema que encerrara un poco la idea del disco. Quería una canción muy corta y que expresara un concepto que pudiera encerrar todas las canciones, y creo que la letra lo explica.
—Por lo que se lee en los créditos del disco, que ponés "De V a V", hay una suerte de espejo.
—No de espejo, pero sí como de reflexión, porque me parece que el disco tiene un poco de eso, habla de poner el foco en el tema de los vínculos, del paso del tiempo, del amor y de las cosas que nos pasan a todos, porque todas las personas somos atravesadas por cuatro o cinco grandes cuestiones. Y son los vínculos, familiares y personales; el amor, el deseo, la finitud y la realización personal.
—"Saber adónde vamos es también un camino y un estado" cantás en "W". ¿En ese camino propio vas marcando tu sello más allá de la herencia artística de Fito?
—Lo que nos define son las similitudes y las diferencias. Todos tenemos los mismos elementos para hacer música y cada uno lo combina diferente y tiene su propio color. Desde mi lugar veo diferencias, similitudes, herencias, y me hago cargo, y trato de buscar dentro de esa herencia y darle mi color.
—En "Amante del vinilo" aludís a referencias de músicos internacionales y hacés una suerte de llamado generacional a escuchar buena música.
—Sí, puede ser un poco arbitrario también, y es porque cada generación defiende su bagaje educacional y sentimental, y entiendo que un pibe de 20 años me pueda hablar a mí, que tengo 42, de cosas que no conozco y no estoy en tema, y me parece bien. Pero creo que en el mundo que nos criamos, y hablo por mis compañeros de ruta, Gonzalo (Aloras), Coki (Debernardi), ponele de gente de 35 años para arriba, ese momento de aprendizaje y de encuentro con el fenómeno de la música ocurrió en un mundo que es bastante diferente.
—¿Qué diferencias ves con esa época?
—El mundo no es como era en esa época, yo recuerdo la sensación de chico de saber que alguien había logrado grabar un disco. Bueno, ahora por cuadra te podés cruzar con cinco que grabaron un disco. Incluso antes la música era más importante que el negocio, pero ahora el negocio es un poco más importante que la música
—¿Sentís que es hora de concretar al decir "lo podés pensar, hasta imaginar, pero no se ve si no lo hacés" ("Si no lo hacés")?
—Eso habla de ejecutar, del deseo, de hacer, la experiencia está sobre el barro y no en la cabeza. Son cosas que en algún momento se te alinean en un lugar y te hacen que puedas caminar de otro modo. En general, no creo que nadie sepa muy bien qué quiere, pero lo importante es intentarlo y encontrarse con eso.
—¿Es una carga o un privilegio pertenecer a la camada de músicos que heredó la Trova Rosarina?
—Mirá, si alguien ahora se pusiera a escribir la historia de la música de la ciudad, más allá de la mirada cualitativa que se haga, va a tener que pasar por Litto Nebbia, por la Trova Rosarina, y en algún momento también pasará por nosotros. Eso no tiene ningún peso para mí, es parte de la historia, está comprobado, yo soy parte de la gente que está tocando ahora. Tengo mucho respeto y admiración sobre quienes me precedieron, pero no me considero ni ahí cerca de ellos, ni de la misma estatura de Fandermole, de Abonizio, ni de Litto. Me considero un aprendiz total.
—¿Realmente te sentís así?
—Sí, y si alguien puede percibir algo de ellos en lo que yo hago, para mí es motivo de orgullo, porque es gente que admiro mucho, pero yo, la verdad, siento que estoy caminando y haciendo, este es mi tiempo. Para mí es un orgullo venir de eso y que de algún modo alguien pueda trazar una línea y que pase por ellos y por mí también. Lo que más me interesa es que entendamos que somos parte de una historia y hay que disfrutarla, vivirla, sostenerla y no intentar quebrarla. La música de Rosario no se quebró con el pop de los 80, y ponerse a mirar para atrás y sentir que la Trova fue otra cosa no tiene sentido, porque al final del camino la puerta es la misma. Estamos haciendo la historia de la música de una ciudad, y si nosotros, que somos de acá, no le damos valor a eso estamos mirando mal.