Liberar fuerzas para dinamizar la producción agroindustrial y satisfacer la creciente demanda mundial de alimentos. Esa es la consigna que planteó Roberto Urquía, director de Aceitera General Deheza (AGD), en su reciente paso por Rosario. Para el empresario cordobés esto implicaría, entre otras medidas, una menor presión fiscal y un reajuste del tipo de cambio. Además, sostuvo que con el pedido de 42% de aumento los sindicatos aceiteros “se fueron un poco arriba” y expresó sus “expectativas” por el cambio de gobierno a fin de año.
En el marco del curso de posgrado en agronegocios, organizado por Agroeducación, el titular de una de las principales aceiteras del país analizó el contexto internacional y regional de la agroindustria y resaltó que la producción argentina puede jugar “un rol determinante” a nivel global en los próximos diez años.
En la actividad, el empresario afirmó que existe un escenario favorable del lado de la demanda mundial de alimentos. Esto se debe al crecimiento de la población y mejoras en la nutrición en los países en vías de desarrollo, al incorporar un mayor consumo de carne, trigo y aceites. “El futuro es promisorio”, aseguró.
En este escenario, el ex senador nacional señaló que, a diferencia de Brasil y Estados Unidos, Argentina no será un actor relevante en el comercio de porotos de soja, pero sí será líder en la exportación de harina y aceites derivados de este cultivo. Además de la creación de empleo y la generación de divisas, la industrialización de la soja tiene para Urquía un valor “geoestratégico” ya que permite diversificar las exportaciones.
Para lograr este objetivo, advirtió, hacen falta ciertos “retoques de política económica” y remover “obstáculos para crecer”. Entre ellos destacó que existen “márgenes escasos —por el esquema impositivo y precios de los commodities transitoriamente bajos— problemas logísticos internos y falta de fertilización adecuada”.
“En el interior, la economía está fría, paró de crecer”, observó.
Sin embargo, se mostró optimista en cuanto al mediano plazo. “Los precios bajos van a crear demanda y el precio se va a ir acomodando”, indicó. De acuerdo a sus pronósticos, Argentina podría producir en la campaña 2023-2024 unas 70 millones de toneladas de soja. Esto se lograría con mejoras en los rindes, pero sobre todo por un aumento de la superficie sembrada en provincias como Salta, Chaco y Santiago del Estero.
Urquía analizó los objetivos del sector agroindustrial, las paritarias con el gremio aceitero y las proyecciones generales de la economía en el año electoral.
— ¿Cuáles son los desafíos para la cadena agroalimenticia?
— Si bien estamos pasando una coyuntura de precios que no es demasiado atractiva con respecto a lo que fueron los precios 1 ó 2 años atrás, tenemos que estar convencidos de que esto es coyuntural. Cuando uno ve la perspectiva de crecimiento de la población en el mundo y de los hábitos de consumo, y de mejor bienestar para mucha gente que se va del campo a la ciudad, el sector del que estamos hablando tiene que tener un futuro brillante. Argentina hace ya bastante tiempo que está frenada en 100 ó 110 millones de toneladas. Necesitamos darle el golpe para llegar a la cifra de 150 millones de toneladas. No es una cuestión imposible pero para eso necesitamos muchas cosas.
—¿Que haría falta?
—Sería importante darle un poco más de libertad al sector para que pueda desenvolverse con mayor autonomía. La presión fiscal que tiene el sector hoy no es menor. El complejo soja paga 35% de derechos de exportación, el complejo girasol paga el 30%. A su vez, todos los analistas dicen que el tipo de cambio se ha quedado un poco retrasado. Creo que si liberamos algunas fuerzas podemos dinamizar mucho, por un efecto multiplicador. Cuando el campo tiene ingresos excedentarios los invierte en bienes de uso, en maquinaria. Hoy cuando hacés los números con estos precios de la soja a nivel internacional, para alguien que alquila campo, son números negativos. O están en un punto de equilibrio.
—En cuanto a la búsqueda de valor agregado, ¿Cuál es su mirada sobre la producción de agrocombustibles?
—El biodiesel y bioetanol años han crecido exponencialmente en los últimos siete u ocho años. Ha habido una buena política, lo que no significa que no sea perfectible. En el biodiesel tenemos que tratar de mejorar esta ecuación. Hoy es muy difícil llegar a los mercados internacionales con el biodiesel de origen argentino, por las barreras que ponen los mercados de destino, no es que seamos ineficientes. Con el etanol es distinto, porque la mayoría de la producción va al corte de nafta en Argentina y hoy por hoy todavía hay demanda. Hace un tiempo ha salido en el Boletín Oficial una publicación en donde la importación de combustibles fósiles que estaba exenta de impuestos ya no va a estarlo. Esto es una medida muy acertada del gobierno: le va a dar un poco más de oxígeno a la industria del biodiesel y el etanol.
—Con respecto a las paritarias, el gremio aceitero está planteando llevar el sueldo inicial a 15 mil pesos, lo que implicaría un aumento de 42%, ¿Les parece un valor razonable? ¿Puede ser una referencia que condicione el resto de las paritarias?
—De algo estoy seguro: a la gente le cuesta mucho vivir con un sueldo, y a las empresas les cuesta muchísimo pagar sueldos. En el caso del sector aceitero, las erogaciones por el pago de salarios y cargas sociales es el mayor costo que tenemos hoy. Vamos a tener que llegar a un punto de equilibrio para tratar de garantizar la permanencia de las fuentes de trabajo y para llevar adelante una mejora en los salarios, que indudablemente han sufrido un efecto de la inflación. Tenemos que llegar a puntos intermedios. Los muchachos se fueron un poco arriba. Confío en que es gente sensata y que va a saber leer muy bien cuál es el punto medio.
—¿Cuáles son sus proyecciones generales de la economía? ¿Cree que el recambio político de fin de año puede servir para liberar esas fuerzas que ustedes entienden que están atadas?
—En cualquier actividad cuando hay un cambio, hay expectativas. En eso no es ajeno un cambio de gobierno. Hoy los partidos están un poco vacios de ideología: a cada partido los trasvasa distintas ideologías, desde un centro derecha a un centro izquierda. Yo soy optimista: todo lo que va a venir va a dejar las cosas buenas que se han hecho, que no son pocas, y va a mejorar las que no se han hecho bien y hace falta que se mejoren. Una de ellas está vinculada al sector del campo.