“Es un cantante que está rebueno”, dijo la quinceañera Melina, cámara digital en
mano, antes de perderse en una pequeña multitud que esperaba por Chanchi, un nuevo objeto de deseo
de la cumbia local. En ese momento, a una cuadra, parejas de todas las edades milongueaban en el
Monumento que se colmaba de tango; también cerca de allí, muchos tomaban mate escuchando a Jaime
Torres, minutos antes de que su hijo hiciera sonar en el Galpón 11 la música andina de este siglo.
Aún había sol y los chicos de Cielo Razzo, uno de los emblemas más importantes de esta cuna del
rock, se aprestaban a recuperar la explanada del parque de España como uno de los escenarios más
bellos donde tocar y escuchar música en Rosario.
Con propuestas para todos los gustos, miles de personas aprovecharon la
consigna implícita de la programación de espectáculos que la Municipalidad ofreció para celebrar el
20 de junio: curiosear, elegir, compartir. Y en tiempos en que los poderes en pugna pelean por
apropiarse de las multitudes, el espacio público estuvo ayer en manos de sus propios dueños. Y con
la inestimable ayuda de un solcito que invitaba a todos a ser felices al menos una tarde,
finalmente la consigna que se impuso fue la de convivir.
A bailar. La participación del público era uno de los objetivos de la Secretaría
de Cultura para cada uno de los espacios dispuestos sobre la franja costera que va desde la
Estación Fluvial hasta el parque de España. Y fueron muchos los que sortearon la timidez para
compartir los escenarios con los músicos. Así, muchos rosarinos le sacaron viruta al piso del
Monumento con el tango de 4Kuarto, Joel Turtul, Leonel Capitano y el quinteto de Osvaldo Piro.
Lo mismo en el espacio más concurrido de la tarde, dispuesto junto a la
Estación Fluvial, casi al pie de la torre Aqualina. Allí, con más de 10 mil personas amontonadas
contra el escenario, jóvenes parejas se turnaban para bailar cumbia sobre el proscenio con la
música de Trinidad, Chanchi (de Los Auténticos), Gabriel Cristaldo y Freddy y Los Solares.
“Se vienen Los Bam Band, familiaaaaaa”, anunciaba el
presentador Javier Robledo, mientras la eterna Teté Turcutto no paraba de anunciar festivales y
eventos solidarios, por ejemplo uno a realizarse en una cárcel. Cuando apareció en escena la joven
y poderosa formación santafesina (“uno de los grupos de mayor despegue del momento”, lo
definía un organizador) quedó claro que no debe haber manifestación popular más ruidosa que la
histeria femenina adolescente.
A eso de las 5, el sol anunciaba su retirada y eran cada vez menos los
que insistían con el picnic a la vera del río. La opción era caminar. Frente al Monumento, entre
tantas carpas y puestos de distintas reparticiones nacionales, los artistas callejeros que suelen
trabajar en la peatonal pasaron del cemento al pasto. Formaciones rockeras callejeras, como la
Banda Verde y Santos Caracoles, hacían lo suyo junto a estatuas vivientes, clowns y
malabaristas.
A la cola. Algunos tenían que hacer fila: para retirar el nuevo DNI, o para
ingresar al Galpón 17 que ofrecía una gala de circo, al lado del Galpón 15 donde se montó la
muestra “Berni para niños”. Todo flanqueado por puestos de ferias de artesanos y, por
supuesto, centenares de buscas que ofrecían toda clase de cosas en celeste y blanco.
Un gran escenario en medio del parque a la Bandera ofrecía folclore con
Horacio Banegas, La Chacarerata Santiagueña y Jaime Torres, entre otros, a unas dos cuadras del
Galpón 11, donde el menú folclórico se abría a nuevas formas aún en ciernes. También allí el
público aprovechaba para bailar mientras Peque Coria hacía una demostración de malambo y boleadoras
musicalizada por un bajo y una guitarra eléctrica bien saturada, antes de la presentación del
Humahuaca Trío, en realidad un quinteto con el que Juan Cruz Torres trajo de Jujuy su actualización
de la música andina, como previamente habían hecho los santiagueños de El Vislumbre del Esteco.
En el Centro de Expresiones Contemporáneas (CEC), la banda de tango
electrónico San Telmo Lounge se dio el gusto de tocar frente al río, donde empieza el balcón que la
ciudad recuperó ayer y se prolonga hasta el parque de España. Ahí cerca, bajaban los Ratones
Paranoicos del escenario rockero.
Elegir. Allí estaba, exultante, mientras Cielo Razzo terminaba la tarde ante más
de 10 mil jóvenes (en este caso la participación del público se manifestaba a través del pogo o de
un coro multitudinario), el secretario de Cultura, Horacio Ríos. “Salió como queríamos, la
gente se apropió de la propuesta. Algunos no dejaron de caminar toda la tarde, otros se quedaron
allí donde podían escuchar lo que querían. Intentamos que fuera un evento de recorrido con espacio
público disfrutable, posible, para elegir quedarse o seguir”, dijo el funcionario, contento
además porque “no hubo ningún incidente” de esos que pueden empañarlo todo,
especialmente la gestión pública.
Lógico. La libertad para elegir favorece la convivencia, algo que no da
tanto rating como la discordia, pero siempre mejora la vida cotidiana. Aunque sea un domingo.