Cuando Renier Rodríguez Pérez entra al atestado restaurante del hotel Brisas del
Mar, a 16 kilómetros de Trinidad, en la costa del Caribe cubano, a Carlos Bermejo se le ilumina el
rostro. El hombre trae una torta decorada con una frase: "40 años", dice. Renier es el hombre que
guía a una delegación de periodistas argentinos en un viaje de una semana por la isla de Cuba y el
encargado de improvisar un breve pero festivo homenaje al rosarino, que en apenas tres días se ha
convertido en el alma mater del grupo de cronistas por su histrionismo, sus conocimientos sobre el
cine y una envidiable colección de anécdotas con celebridades del espectáculo, desde el más novel
artista de Rosario hasta las grandes estrellas de Hollywood.
Bermejo, que ha hecho la modesta promesa de pagar una ronda de mojitos (o un
cuba libre, lo mismo da, está de fiesta: es que aquí, en medio de escenarios que van desde una
playa virgen y paradisíaca en el Mar de las de Antillas hasta una calle de Trinidad que parece
congelada en otra era, el único cronista de espectáculos de Rosario que entrevistó a Robert De Niro
y asistió a una fiesta ofrecida por Meryl Streep en su mansión angelina cumplió nada más ni nada
menos que 40 años de labor profesional. Y el acontecimiento, claro, merecía una celebración en la
que hubo torta, velitas y brindis. Con el mejor ron cubano, claro.
"Pasaron 40 años y ni me di cuenta", alcanza a balbucear Bermejo cuando los
periodistas argentinos lo rodean para felicitarlo. Aunque parece que está por emocionarse, se
controla y enseguida asume otra vez la iniciativa, como cuando está ante las cámaras o frente al
micrófono de la radio. Cuenta entonces otra de sus increíbles historias (esta vez es uno de sus
últimos encuentros con Mercedes Sosa, a quien lo unía una amistad casi tan prolongada como su
carrera periodística) y sus interlocutores lo escuchan entre incrédulos y divertidos. De fondo se
oye una trompeta con sordina y alguien canta una canción como si hablara al oído de quienes
integran su auditorio.
Bermejo viajó a Cuba para grabar un programa de Magazine Internacional, una de
sus marcas registradas en la producción periodística local. Viaja acompañado por Marcelo Müller,
que no sale ni al lobby del hotel sin su cámara y graba todo, casi todo el tiempo. Müller no es
sólo el hombre que registra las imágenes de lo que Bermejo quiere mostrar de Cuba, sino también un
entrañable amigo suyo. Juntos ya estuvieron en sitios tan distantes como Londres y Las Vegas, sin
contar coberturas como la entrega de los premios Oscar, que ambos mostraron en exclusiva para
Rosario (es imperdible escucharlo contar la reacción de Müller al ver a De Niro caminando hacia
ambos, y lo que pasó después).
En cinco días Bermejo ya recorrió los cayos de Ensenacho y Santa María, las
coloniales ciudades de Remedios y Trinidad (la más antigua de la isla) y unas cuantas playas.
También pasó por el Mausoleo y el Monumento al Che Guevara, en Santa Clara, donde grabó bajo un sol
salvaje y una temperatura impiadosa, y comió con unos guajiros camino hacia la costa del Caribe. Ya
rumbo a La Habana, se animó a una beberse una Bucanero. “Hace años que no tomaba
cerveza”, comenta después, rozagante y divertido.
Entre un destino y otro, mientras viaja en el bus, Bermejo estudia con la
aplicación de un estudiante universitario los guiones que le escribieron Marina y Chela, sus
productoras, antes de salir de Rosario. Ahora va hacia La Habana y su entusiasmo crece. “Es
una ciudad increíble, no lo van a poder creer”, le dice a sus colegas. Y añade, jubiloso:
“Es la ciudad que siempre quise conocer”. Sus ojos brillan como los de un enamorado que
va hacia el encuentro de su amada.
“Cuarenta años es mucho tiempo”, le dice a Escenario mientras el bus
transita por la autopista nacional hacia la capital de Cuba. Hay algunas preguntas sobre aquel
debut, el 14 de julio de 1970, pero Bermejo prefiere hablar de lo que viene antes de lo que pasó,
hace 40 años o incluso ayer. Cuenta apenas que empezó su larga carrera en LT 8 en “El show de
los exclusivos”. Lo conducían Hugo Moyano Vargas y Laura Moro. Su micro se llamaba “Los
exclusivos del show” y cuatro décadas más tarde Bermejo se ríe de si mismo porque ahora
el nombre no le parece nada original. Enseguida lo olvida: alguien le avisa que el bus en el que se
traslada se detendrá y él se prepara para grabar un nuevo pie para “Magazine
Internacional”. Y en Negro Müller, claro, ya tiene encendida la cámara.