"Caídos del mapa" es el inicio de un proyecto de largo aliento que podría llevar al cine una de las sagas literarias argentinas que reflejan los conflictos, tensiones y el humor de los chicos. La película del mismo nombre que se estrena hoy, se basa en el primero de once libros -el último se editará a fin de año- escritos por María Inés Falconi. En este caso, los que se caen del mapa -o lo que el lo mismo, del control del mundo adulto- son cinco alumnos de séptimo grado que se hacen la rata en el sótano de la escuela. Allí abajo, el micromundo preadolescente entra en ebullición a ritmo de la comedia, el romance y la acción, mientras arriba, docentes y padres intentan hacer encajar una situación que escapa de los límites adultos. El director Nicolás Silbert -corresponsable de este filme junto a Leandro Mark- contó a Escenario que "rogaron" que la película quedara en sus manos. "Es el momento para que las historias se conecten con el corazón y con la gente. Y esta es una historia muy argentina", aseguró.
—¿Qué elementos tenía esta película para que rogaran que se la dieran a ustedes?
—Primero, antes que nada, esto venía de un libro muy leído, querido y respetado. Eso es muy atractivo porque el material estaba comprobado que era muy bueno. Segundo porque nos hizo acordar a las películas que nosotros mirábamos de chicos en los 80, que son esas en las que los adolescentes están envueltos en aventuras y en situaciones particulares. Nos pareció que era un material que tenía mucha comedia, mucha acción, aventura, romance, un montón de cosas para jugar visualmete, y no siempre están estos materiales.
—¿Cuál fue el desafío ante una opera prima con todas esas expectativas?
—Nosotros estábamos esperando hace mucho que nos llegue una oportunidad, y la verdad que esta es una ópera prima que no tiene las características de la opera prima, por lo menos en Argentina. En Estados Unidos puede haber directores noveles a los que les dan películas de este estilo porque trabajan más este género y esta industria, pero esta era un película grande, con cinco chicos todo el tiempo en la pantalla. Tiene escenas de aventura, riesgo y físicas, y eso hacía que fuera una ópera prima bastante ambiciosa para dos directores noveles. Pero por otro lado sentíamos que era la ópera prima para nosotros porque representa el cine que nos gusta y que nos gustaría ver. Es el tipo de películas que nos metió en el cine. Es algo casi soñado.
—¿Estos personajes representan a los adolescentes argentinos?
—Sí, total. De hecho la novela viene desde el 92 y sigue siendo muy leída. Y a fin de año sale "Caídos del mapa" once. Es un libro que sigue leyendo un montón porque tiene características de personajes que son casi universales. Está el niño tímido más cerebral, el caradura divertido que esconde cierta falta de afecto, la linda tildada de superficial, la miedosa sobreprotegida por los padres, la que quiere entrar a un grupo pero tiene malos modos y genera rechazo. Tiene mucho sobre el mundo de los hijos y los padres y cómo funcionan los espejos de padre e hijo. De hecho tiene un trabajo de adultos, desde el elenco y la construcción de los personajes, que tiene que ver con la visión de los adultos pero desde los niños. Nos gusta decir que filmamos a los adultos como chicos y a los chicos como adultos. No sólo se van a sentir identificados chicos de hoy en día, sino también los adultos van a ver algo que seguramente les va a tocar en alguna cosa de sus recuerdos o su infancia. Por más que tiene algunas cosas de actualidad como las redes sociales o el celular, su mensaje y su cuento es bastante anacrónico.
—Y una apelación a la cierta nostalgia...
—Tiene mucha nostalgia. El sábado fue la avant premiere y hubo personas que se conectaron con su infancia y se emocionó mucho. La película te hace reír pero también tiene emoción. Está hecha para ver desde los ojos de los niños, que es una mirada que siempre es bueno volver a tener cerca.
—Hoy los chicos toman escuelas -en Buenos Aires ya van diez-; no están de acuerdo con una nota y de alguna manera los docentes lo saben. ¿Qué pensás de estos cambios?
—La primaria también es otra... Justamente lo que habla la película es que es el último momento como de pureza. Pero hay algo que por más que se quieran hacer un poco los más grandes o se den besos, hay algo en la película que sí habla de ellos. Después les van a pasar cosas. En la secundaria hay una salida al mundo.
—¿Por qué decís que esta película no tiene el estilo de una ópera prima convencional?
—Generalmente las óperas prima son pequeñas, de menos personajes, de situaciones más adultas, no sé si hay mucho cine infantil que haya sido ópera prima. Esta es una película que tiene mucha puesta visual y de cámaras, de muchos colores y posproducción. Y generalmente la ópera prima a veces está más relacionada con llegar con menos recursos o guiones más sencillos, o más de autor, más personales. Esta es una película que tiene más de industrial, por decirlo de alguna forma, pero viene de un libro y el material es muy genuino. No está diseñada para que sea un éxito, ni sacarle el jugo a la marca. Justo este año estamos en un año de muy buen cine argentino, entre "Séptimo", "Corazón de león", "Metegol". Esta viene en esa misma línea de querer que la gente se amigue con el cine argentino y vea algo que está cuidado y trabajado para toda la familia, y que de a poco empiecen a darle valor porque es el cine de su país. Yo crecí con el boom del cine argentino, de Trapero, de Lucrecia Martel, que era un cine que triunfaba en el mundo, pero al público le costaba conectarse al principio. Me parece que ahora estamos en un momento que ya se entendió que el cine argentino se va a escuchar y se va a ver bien, que al principio el prejuicio que tenían era la calidad. Ahora me parece que de calidad estamos muy bien. Ahora es el momento para que las historias se conecten con el corazón y con la gente. Y esta es una historia muy argentina porque son pibes con guardapolvos. ¿Cuándo habrá de nuevo una película donde los protagonistas tengan guardapolvos, una linterna y un túnel?.
—Ese no es un segmento de cine no muy explotado en Argentina...
—Hubo ejemplos como "El ratón Pérez". Pero además en este caso la estrella es el libro. Por más que los actores y las actrices son geniales, los mejores de comedia del mercado, tengo un libro que es la marca "Caídos del mapa", que fue lectura en colegios. También está bueno para validar la literatura nacional y llevarla un poco más allá.
—¿Hoy se puede hablar de tanques argentinos en el cine?
—Obviamente tenemos un star system acotado. En Estados Unidos hay treinta actores que manejan la taquilla. Acá las películas que pasaron el millón este año, dos son de Darín, una es de Francella... Lo que pasa es que también están asociadas a un estándar de calidad; es decir, si están en esa película, debe ser buena. Y me parece que a eso hay que ir perdiéndole el miedo, que hay películas que van a ir creciendo, y que son buenas.
—¿Harán los once libros?
—Obviamente que me encantaría que nosotros tengamos también una saga en este país. Me gustaría que la gente se dé cuenta de que queremos hacer las cosas bien.
Una vida compartida entre libros
Al estilo de “Harry Potter”, en la que los fans crecieron con los personajes, los protagonistas de la saga “Caídos del mapa” comparten la mayor parte de la vida. “El libro uno es esta aventura, el dos es lo que sucede en los preparativos para el viaje de egresados, el tres, es el viaje; el cuatro terminan la primaria; a partir de ahí crecen, se enamoran, se pelean, maduran. Es un libro que se puede considerar como la puerta de entrada a la literatura. La preadolescencia suele quedar al margen, tanto de los intereses del mundo infantil como de los del mundo de los adultos”, dijo.