"Me interesaba hablar de cómo la prensa independiente, cuando quiere y cuando puede, tiene un rol clave en ayudar a construir la memoria colectiva de un país". Así explicó el director uruguayo Enrique Buchichio el origen de "Zanahoria", el filme que se estrena hoy en Rosario y que recrea de forma ficcional la investigación de dos periodistas basada sobre una operación encarada durante el gobierno de facto que llevó el nombre del filme.
El segundo filme de Buchichio ya obtuvo en el Colón de Oro en el 40º Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, el Manuel Barba, de la Asociación de Prensa de Huelva al mejor guión y el premio Radio Exterior de España. "Zanahoria" es, además, la primera película de ese país en ser distribuida en salas comerciales y en internet en una plataforma on demand.
_¿Cómo surge este proyecto?
—Lo primero que ocurrió fue la lectura de una crónica periodística en la que los protagonistas, dos periodistas que vivieron los hechos, Alfredo García y Jorge Lauro, que eran y son todavía integrantes del semanario "Voces", vivieron esa travesía en el 2004. La contaron en una crónica en 2005. La leí de manera casual, me la recomiendan y me atrapó cómo ellos contaron los hechos y por los hechos en particular. Ellos contaban desde la noche de la primera llamada, en una noche de cierre de la redacción, hasta el momento final en que pierden momento con él. En la adaptación me tomé ciertas libertades, deseché varios momentos, agregué otros, y si bien los personajes se siguen llamando Alfredo y Jorge, me los apropié como personajes de ficción, sobre todo en el personaje de Walter, a quien no conocí, lo que hicimos con el actor fue moldear un personaje con lógica propia.
_¿Cuál fue tu interés con respecto al contexto histórico?
—El interés por hacer esta película viene por dos lados. Por un lado por la crónica tal cual, por los hechos, por esa interacción que ellos tuvieron con un informante o un supuesto informante que les prometía dar a conocer esa información me parecía interesante narrativamente y dramáticamente como para conseguir una ficción con elementos de thriller, pero por otro lado me parecía que era una oportunidad de abordar en una película algunas de las cuestiones vinculadas con la herencia de la dictadura en Uruguay porque es una película ambientada en 2004, son veinte años después del fin de la dictadura. Por lo tanto no es sobre la dictadura, pero sí sobre sus coletazos. Básicamente tiene que ver con la falta de información y de esclarecimiento de la gran mayoría de los crímenes y las violaciones a los derechos humanos. Y contar la historia de una primicia fallida en relación a esos hechos para mí era una manera de hablar del estado de impunidad que de alguna manera rige acá en relación a todo lo que ha pasado.
_¿Cuáles son los hechos sobre la Operación zanahoria?
—La Operación zanahoria es algo nunca comprobado porque nunca se reconoció que haya existido pero hay serias sospechas y hasta evidencias de que sucedió, de remoción de cuerpos de detenidos desaparecidos enterrados clandestinamente en predios militares y hacerlos desaparecer definitivamente. Hay una versión que dice que fueron incinerados y arrojados al mar y otra que fueron vueltos a enterrar en otros predios de pie, por eso un poco lo de la zanahoria, una cosa bastante macabra, y plantándoles arriba un árbol como para que no puedan ser encontrados nunca más.
_Hablaste de la herencia de la dictadura. ¿Qué repercusiones tuvo en Uruguay volver a hablar de estos temas después de tantos años en democracia?
—En realidad, del tema se sigue hablando porque siempre es un tema de debate que sigue hasta el día de hoy porque siempre es un tema de debate que hasta el día hoy sigue dividiendo mucho a la sociedad uruguaya. Desde entonces hubo dos referéndum para derogar la Ley de Caducidad que prohíbe investigar y procesar a los responsables de las violaciones a los derechos humanos. Hubo apertura de algunos casos, procesos e investigaciones pero muy pocas en relación a todos los hechos. En todo caso lo que sí pasó es que llamó un poco la atención que una película de ficción abordara el tema porque no hay muchos antecedentes en el cine uruguayo y mucho menos desde la ficción que se hable del pasado reciente. Pero me pareció interesante de la existencia de este personaje, y sobre todo reivindicar el rol de la prensa independiente. Me interesaba hablar de cómo la prensa independiente cuando quiere y cuando puede tiene un rol clave en ayudar a construir la memoria colectiva de un país.
_¿Tuviste algún modelo o referente para encarar estos temas?
—Un referente que manejé mucho para la película, estético si se quiere, aunque también tiene sus similitudes obvias, es "Todos los hombres del presidente" y Sidney Lumet. Era una película que evidentemente venía a la mente por razones obvias pero además porque al referir a hechos de los 70, "Zanahoria" de alguna manera encontré en la estética de aquel cine norteamericano de los 70 de Sidney Lumet o Alan Pakula, como ciertos referentes visuales que nos gustaron para construir esta historia con Pablo Parra, que es un fotógrafo argentino.
_¿Por qué el cine uruguayo no aborda estos temas con más frecuencia?
—Puedo conjeturar de alguna nota que salió a raíz de la película. Creo que tiene que ver con que en general el cine uruguayo que sigue siendo poco, aunque estamos produciendo bastante más pero sigue siendo limitada la producción del cine uruguayo, suele apelar más a historias intimistas, personales, a veces costumbristas y no se mete como con grandes temas del país. Hubo ejemplos como "En la puta vida", "Matar a todos" o "El baño del Papa", pero me da la sensación que los cineastas uruguayos no se sienten atraídos por los grandes temas de la sociedad uruguaya y sí por historias más personales, un cine más intimista, que quizás tenga que ver con los intereses de cada uno, pero también, si se quiere, hasta con la escala de producción. Ese tipo de cine suele ser más controlable desde el punto de vista de la producción. No es que "Zanahoria" es una superproducción pero tiene unas implicancias a nivel temático que otro tipo de cine no tiene. Pero es una conjetura. No podría afirmar cuál es la razón, pero se que en los hechos no hay mucho cine concretamente sobre el tema de la dictadura. Es un tema sensible y me parece que la gente acá se cuida mucho de no herir las sensibilidades, pero, bueno, alguien tiene que hacerlo.
_¿Cómo impactan estas películas en la comprensión de la historia?
—Me interesó hacerla en esta clave de un poco de cine de género primero porque me parecía que el material me permitía meterme con este género que a mi me gusta mucho como espectador. Y también porque yo pretendo que una película sea una historia que atrape la atención del espectador más allá del contexto que aborda. Me parece que contarla de esta manera era como un plus.