No es una pelea para zambullirse de cabeza en el análisis posterior a los hechos. Sería fácil hacerlo con la complicidad de ver al ganador atravesado por los cinturones del CMB, AMB y OMB por todo el cuerpo. El mejor ejercicio es encontrarle un patrón lógico a semejante combate. Y esa corriente de presunciones ubican a Floyd Mayweather como el boxeador que entrará en escena esta noche en Las Vegas con su habitual movilidad y combinaciones, pero siempre haciendo uso y abuso de una defensa prácticamente impenetrable. Floyd es un artista al que no le gusta ni deja que le peguen. No en vano una sola vez conoció la lona y eso fue hace 14 años. Tampoco goza con su rival noqueado. Lo suyo pasa por aniquilarlos anímicamente y dejarlos en ridículo. Manny es todo lo contrario. No concibe subirse al ring para escapar del que tiene en frente. Necesita acorralar para que no lo acorralen. La agresividad le brota desde los poros. Una pelea sencilla de radiografiar. Que habla por sí sola.