La Habana. — La decisión de la OEA de reabrir sus puertas a Cuba puso ayer
la pelota en la cancha de la isla, que, sin embargo, ha dicho hasta el cansancio que no quiere
volver al club del que fue expulsado hace casi medio siglo. Horas antes de que la OEA revocara la
expulsión de Cuba, el ex presidente Fidel Castro describió al grupo de 34 naciones como un "Caballo
de Troya" del neoliberalismo.
"La OEA fue cómplice de todos los crímenes cometidos contra Cuba", escribió el
líder revolucionario de 82 años, alejado del poder desde que enfermó hace casi tres años.
Independientemente de lo que haga La Habana, la decisión es un traspié para el
presidente Barack Obama, que estaba dispuesto a discutir la reincorporación de Cuba siempre que la
isla mostrara avances democráticos. "Esta votación representa un cambio sustancial en la firmeza de
los países de América latina en relación a Cuba y subraya que Estados Unidos está siendo forzado a
escuchar con mayor atención a la región", dijo Dan Erikson, analista experto en Cuba. "Pero también
complica los esfuerzos de Cuba por presentar a la OEA como instrumento del imperialismo
estadounidense cuando en realidad Washington fue claramente incapaz de persuadir a la región de que
aceptaran su punto de vista", añadió.
Fidel, convertido en influyente asesor de su hermano, el presidente Raúl Castro,
lleva más de un mes y medio atacando sistemáticamente a la OEA desde su blog en internet. ¿Su
tesis? El organismo ha sido durante casi medio siglo un títere de Estados Unidos y no tiene razón
de ser. "La OEA tiene una historia que recoge toda la basura de 60 años de traición a los pueblos
de América latina", escribió el 14 de abril, en vísperas de la Cumbre de las Américas de Trinidad y
Tobago. "Nos ofende incluso, al suponer que estamos deseosos de reingresar", añadió. Raúl Castro
fue todavía más claro. "La OEA tiene que desaparecer. Vean su historia y entenderán por qué", dijo
en abril durante una cumbre en Venezuela.
Un diplomático latinoamericano en La Habana opinó que el cuadro de derechos
humanos y garantías democráticas en Cuba representaría un problema incluso si la isla decidiera
volver. "Es poco probable que Fidel esté saltando de alegría ante la nueva oportunidad de Cuba de
incorporarse a la OEA", dijo Erikson.