Los restos de Julio Grondona fueron inhumados ayer en el cementerio de Avellaneda luego de ser velados durante casi 40 horas en el predio de la AFA en Ezeiza y de recibir el último adiós por parte de decenas de personalidades del ámbito deportivo y político argentino e internacional, entre ellos la presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner, el capitán de la selección argentina Lionel Messi y el presidente de la Fifa, Joseph Blatter.
Sus restos mortales fueron depositados en una bóveda del cementerio de Avellaneda, donde también descansaba su esposa Nélida Pariani, desde el 16 de junio de 2012. La ceremonia se extendió durante unos 50 minutos en la sección 17B del Jardín de Paz y terminó con el ingreso del ataúd en la misma bóveda de la familia, acto que fue presenciado sólo por los familiares y amigos más cercanos.
Dentro del cementerio también estuvieron, entre otros, el último entrenador de la selección argentina, Alejandro Sabella, el director de Selecciones Nacionales, Carlos Bilardo, y numerosos integrantes del comité ejecutivo de la AFA.
Después de un día y medio de velatorio en el predio de la AFA, en Ezeiza, el cortejo fúnebre que trasladó los restos de Grondona llegó al cementerio encabezado por dos autobombas del cuartel de Bomberos de Sarandí, cargadas con numerosas ofrendas florales, y escoltado por la Escuadra Albiceleste de la policía de la provincia de Buenos Aires, con sus uniformes de duelo.
Detrás del automóvil que llevaba el féretro, salieron más de un centenar de vehículos, que durante quince minutos estuvieron atravesando el portón del predio de Ezeiza.
La caravana tomó por Autopista Ricchieri, para luego enlazar con Autopista Dellepiane, Autopista 25 de Mayo y Autopista Buenos Aires-La Plata. Finalmente no pasó por el estadio de Arsenal ni por la puerta de la sede de la AFA, en la calle Viamonte.
A la altura del kilómetro 9, en Sarandí, el cortejo descendió de la autopista para pasar por detrás del estadio de Arsenal, el club que Grondona fundó en 1956. Luego siguió su marcha por la avenida Estado de Israel, su continuación, General Madariaga, y Agüero, mientras en todo ese tramo, en el que el tránsito de las calles laterales fue cortado por la policía para permitir la circulación de la caravana, una gran cantidad de hinchas del “Arse”, vecinos y trabajadores de distintas fábricas aplaudieron ante el paso del féretro, que finalmente llegó a las 12.45 al cementerio municipal.
El velatorio de Grondona se había iniciado el miércoles a la noche, ocho horas después del fallecimiento, y se realizó a cajón abierto en el centro de la cancha de Futsal del gimnasio que el propio presidente de la AFA había inaugurado en 2011, dentro del predio de Ezeiza.
El cuerpo del titular de la AFA poseía, a la altura de sus manos, una camiseta de Arsenal, y siempre estuvo flanqueado por dos integrantes del Cuerpo de Granaderos. Justo antes del inicio del cortejo hacia el cementerio, el padre Juan José Medina, capellán de la Asociación del Fútbol Argentino, ofició una misa de despedida.
Mientras fue velado en la Capilla Ardiente se acercaron a despedir a Grondona, entre otros, la presidenta de la Nación, Cristina Kirchner, junto a varios funcionarios de primera línea del Gobierno, el jueves por la noche; el coordinador de selecciones nacionales, Carlos Bilardo; y el presidente de la Conmebol, el uruguayo Eugenio Figueredo.
También pasaron por allí a dar sus respetos y condolencias varios jugadores del seleccionado argentino y el entrenador Alejandro Sabella, quien el miércoles suspendió la conferencia de prensa en la que iba a anunciar que dejaba su cargo en el representativo nacional.
Lionel Messi y el presidente de la Fifa, el suizo Joseph Blatter, fueron las figuras que llegaron ayer exclusivamente a la Argentina para despedir a quien presidió la AFA durante los últimos 35 años.
Así se le dio el último adiós al máximo dirigente que tuvo la historia del fútbol argentino en sus manos. Esa historia que, ahora, inevitablemente, deberá refundarse, seguramente no sin cimbronazos hasta encontrar un nuevo equilibrio, con o sin un dirigente de su calibre al mando.