Lejos de los showrooms minimalistas e impersonales, el local de Muebles Barzante tiene las marcas de vida de una familia que pensó el comercio hace siete décadas y lo reinventó las veces que fueron necesarias, sin perder identidad. No sólo se trata del original cartel inclinado ni la famosa melodía publicitaria de los años 70, la esencia pasa por otro lado. Una metáfora fácil diría que allí hay trabajo de buena madera, de las que duran.
"La leyenda continúa... juntos el Viejo y el Chino", puede leer cualquiera en el reverso de un presupuesto; el lema lo acuñó don Adolfo y el Chino es su hijo, Adolfo Isidro. Los Barzante, un dúo, una cupla, con sus fuerzas iguales y distintas, pero siempre juntas, hasta el pasado 31 de julio.
"Comenzó otra etapa y gracias a todos los clientes que siempre nos apoyan como hace 70 años, queremos seguir vistiendo los hogares de Rosario y toda su zona de influencia", dice el Chino para aludir a la reciente partida de su padre, a los 87 años; un uruguayo que llegó al país a los cuatro años. Y revalida la leyenda del proyecto que se convirtió en marca registrada, desde el escritorio del local de venta, en una calle de barrio arbolada y tranquila.
Hasta en eso se diferencian de los cánones comerciales. A Virasoro 848, se llega por elección, algo así como responder al conocido "antes de compraaar?", entonan sonrientes Graciela y Sarina mientras cierran la compra de un placard. El Chino va y viene. Atiende y vuelve al relato.
Imágenes. Retrocede hasta 1945 y las fotos que rodean los escritorios de pronto se actualizan. Como la que lo muestra con un corte de pelo tasa, eso y algunos rasgos, plasmaron su sobrenombre. También hay trofeos, copas, plaquetas e imágenes religiosas. Además, por supuesto, las imágenes de los principales momentos de la familia a través del tiempo, Perla y Andrea, mamá y hermana, y Lorena, Augusto y Dolores, su esposa e hijos.
La historia encuentra un mojón en Laprida 823, una compraventa de muebles que encontró una veta vendiendo escritorios a las unidades básicas que habría el peronismo. Era Casa Adolfo y la expansión comenzó alquilando en 9 de Julio 551, fabricando roperos, dormitorios, trinchantes y bahiut (aparadores antiguos). Arrancaba la leyenda. Los muebles Barzante se vendían en todo el país a través del ferrocarril. También se ponían en marcha las estrategias: nueva forma de exhibir, salón abierto los domingos y viajes al extranjero para sintonizar tendencias.
"Mi papá merecería una medalla, después de 70 años y tantos avatares del país, siempre dio trabajo, nunca le falló a ningún cliente y en épocas de inflación galopante siguió entregando los muebles a pesar del precio que había pactado", evoca y relaciona esa lealtad con los roles que ocupó su padre en las instituciones comerciales. Por ejemplo, en el Consejo de Etica, de la Asociación Empresaria de Rosario, hasta su fallecimiento. Y dice que acumuló cariño y respeto por su don de gente. "Responsable y creador de amistad, se dedicó al trabajo y al fútbol amateur en ligas de barrio, jugó hasta los 81 años, en el Provincial", evoca.
"Tendría que grabar los comentarios de los clientes, el setenta por ciento viene a renovar muebles que nos compró hace décadas, pasan generaciones enteras, hay una fidelización impresionante", enfatiza. Y dice que ese es justamente el gran capital de Muebles Barzante, una lealtad que los acompañó aún con el traslado de la mueblería para aliviar gastos, de Buenos Aires 1480, a su actual ubicación, vecinos a Gendarmería en la zona sur. "Hace 18 años, cuando vinimos acá no estaba abierta la calle", comenta. Don Adolfo también ayudó a que sus empleados se independizaran, hoy son los proveedores de la mueblería que se actualiza haciendo gala de su historia. Una combinación sutil pero que los clientes decodifican. "La gente agradece la atención, competimos por calidad precio y terminación, pero siempre nos diferenciamos por el trato y la atención posventa y los escuchamos para tener en claro qué clase de mueble necesita", fundamenta.
"Estamos plenos, activos, con muebles contemporáneos, construimos a medida dentro de lo estandarizado , entregamos en tiempo y forma y seguimos trabajando en madera", asegura Adolfo hijo, a cargo ahora de la leyenda, porque como dijo Don Adolfo, bailarín y cantor de tangos, continúa.