Una misteriosa mansión entre viviendas precarias

Es imposible no verla desde el acceso sur de ciudad, entre la planta del Frigorífico Mattievich y las huertas comunitarias. El techo de chapa de la vieja casona señorial aparece sobre una colina, semiescondida entre los árboles y las viviendas del asentamiento irregular que la rodean, y atravesada por los viejos rieles del ferrocarril. Nadie que la haya descubierto queda ajeno a los aires de misterio que emanan de esa construcción tan de otro tiempo y que a la vez desentona con su entorno paupérrimo, cuyos habitantes la llaman "el castillo". Casi una ironía.

La dirección exacta es avenida Argentina 4959, pero llegar hasta la puerta de entrada no es sencillo. Así como desde el acceso sur se ve a simple vista, a esa altura la calle se presenta como colectora, entre la prolongación de Lamadrid y Gutiérrez, en la parte trasera de la planta del frigorífico.

Nadie sabe a ciencia cierta en qué año fue construida, ni siquiera los especialistas del Programa de Preservación de la Municipalidad. Algunos dicen que formó parte de una hacienda del viejo Saladillo señorial, otros, en cambio, afirman que se levantó con el crecimiento del ferrocarril, ya que de hecho en el mismo predio todavía se atisban los rieles del tren.

Lo cierto es que desde hace 25 años la habita una familia, que se presenta como "cuidadora". Mercedes, la señora de la casa, asegura que la construcción —con techo a múltiples aguas y detalles esmaltados— "tiene mucho más de cien años".

Rodeada de vegetación y de un terreno semiabandonado, la casona se levanta en dos plantas, tiene un altillo en desuso y un sótano, un ingreso en la planta baja muy deteriorado y ostenta una antena de Direct TV en el balcón. La familia ocupa el piso alto y sólo ese sector tiene siete habitaciones, además de tres baños. A simple vista se observan importantes señales de deterioro.

Pese a la degradación que sufrió con el paso de los años y las dificultades de mantenimiento, según cuentan sus propios habitantes, sigue guardando parte de un esplendor que nada tiene que ver con las casitas de madera y chapa, y algunas precarias de material, que se levantan a pocos metros.