Ninguna guerra es eterna, pero algunas no terminan hasta que realmente todo es ceniza y escombros. Y Siria parece destinada a eso. En siete largos días de negociaciones, las partes enfrentadas en la guerra civil no alcanzaron "resultados sustanciales", según comunicó a modo de balance el mediador de la ONU y la Liga Arabe, Lakhdar Brahimi.
Brahimi no ocultó su decepción por los magros resultados de las primeras negociaciones directas entre las partes en conflicto. "La brecha sigue siendo muy grande", dijo. Sin embargo, el hecho de que se produjeran las conversaciones ya puede ser valorado como un éxito.
De todas maneras, existen algunos pocos indicios de esperanza respecto a la posibilidad de que las partes actúen de forma más decidida rumbo a una solución política en la segunda ronda en Ginebra. Sin mencionar detalles, Brahimi habló de cautos indicios de "una pequeña base común" sobre la que quizá se pueda construir. "Aquí hubo muchas discusiones", dijo un diplomático de la ONU vinculado a las conversaciones de paz. "Pero nunca en unas conversaciones a puertas cerradas se lanzó tanto veneno y tanta bilis".
Sólo paulatinamente, y porque el experimentado Brahimi, de 80 años, apelaba a la consciencia una y otra vez, las delegaciones del gobierno y de los rebeldes pasaron a utilizar un tono medianamente objetivo.
Ayer se mostró decepcionado el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon. "Lamentablemente en Ginebra no se logró ni siquiera tomar algunas medidas concretas para mejorar la catastrófica situación humanitaria en partes de Siria", comentó camino a la conferencia de seguridad en Múnich.
Y eso que la catástrofe siria está muy alto el orden del día. Los jefes de la diplomacia de Estados Unidos y Rusia, John Kerry y Serguei Lavrov, tendrán una nueva oportunidad de estudiar las posibilidades de paz en Siria.
El principal obstáculo tiene nombre: Bashar Assad. La cuestión que bloquea las negociaciones es si el presidente sirio participa en un gobierno de transición o si debe quedar excluido. Las negociaciones no aportaron ningún progreso en este tema decisivo.
Y también las influyentes potencias que respaldan a las partes en conflicto siguen defendiendo posiciones diametralmente opuestas: Rusia mantiene su lealtad a Assad, mientras Estados Unidos lo considera un genocida y exige su salida. En tanto, la guerra civil sigue.