Newell’s transita un momento complicado desde lo político y deportivo. Las últimas declaraciones de los jugadores referentes y de los directivos comenzaron a sincerar el cuadro de situación. Algo se rompió hace un tiempo y transitaron un largo camino maquillando el conflicto. Pero las venas internas del club transportaban el malestar de adentro hacia afuera y viceversa. Esa historia tiene como eje la puja por el espacio de poder. La unidad original entre la dirigencia y futbolistas emblemáticos en pos de la reconstrucción del club se fue desmenuzando tras la obtención del título 2013. Sin Gerardo Martino como conductor general el club perdió punto de referencia. Careció de liderazgo. La sucesión de errores en las decisiones deportivas minó la confianza e incrementó el descontento. Y allí las responsabilidades se hicieron difusas. Distribuyeron culpas. Los distintos sectores se atomizaron y todo se convirtió en una hoguera de vanidades.
La interna de Newell’s asoma a la superficie. Aquello que tanto trataron de disimular con declaraciones o actitudes de ocasión finalmente irrumpió. Los intereses contrapuestos hacen eclosión. Ya en septiembre de 2014 Maximiliano Rodríguez le confiaba en una entrevista a Ovación que odiaba un poco a los dirigentes. Y ahora fue mucho más allá en la nota que le concedió al diario La Nación (ver recuadro adjunto), donde no sólo cuestionó a los directivos sino también elípticamente al entrenador Lucas Bernardi. Pero la Fiera no es una excepción. También Ignacio Scocco días atrás en una conferencia de prensa puso distancia con la dirigencia. Entre ambos no hicieron más que decir su verdad, parte de la verdad. Como también lo hizo el presidente en ejercicio Jorge Riccobelli, quien a manera de respuesta a Nacho dijo que no tenían diferencias con los futbolistas ni tampoco eran amigos. Una historia de divergencias que no es nueva, pero que tiene como novedad que decidieron hacerla pública.
"Este club es difícil de entender: cada uno busca su beneficio. Esto ya se lo dije al presidente en la cara, nadie me puede reprochar nada”, señala Maxi. Y agrega: "Si vamos a buscar el beneficio para cada uno, estamos muertos”. Para rematar: "No buscan el crecimiento del club, sino el beneficio personal”. Suficiente contundencia que hace redundante cualquier análisis sobre su pensamiento. Alguien le podrá objetar el momento en que lo dice, a días del inicio del torneo, pero lo que nadie podrá cuestionarle es la claridad con la que transmite su opinión.
En los últimos tiempos también se supo de la incomodidad que generaba en algunos futbolistas la aparición rápida de Lucas Bernardi como entrenador, más cuando hacía seis meses había sido compañero. Esto no es exclusivo del ámbito futbolístico, también sucede en otros trabajos cuando alguien es ascendido y quien compartía funciones pasa a ser el jefe. Pero tal vez las formas o las decisiones fueron minando el vínculo y la camaradería anterior se transformó en formalidad profesional. Por eso la Fiera se muestra auténtico al respecto al señalar: "Uno lo conoció como jugador y ahora él toma las decisiones. Vos de jugador hacés muchas cosas. Le conocés todo. Puede ser chocante. Las decisiones las toma siempre el entrenador, y si no las querés aceptar, te tenés que ir. Yo soy un jugador grande que no quiere que le den vueltas y puede haber roces. Una vez me sacó y le dije que no estaba de acuerdo. Es normal que la relación se vaya distanciando, pero nunca voy a generar peleas por el bien del equipo. A mí, a Maxi Rodríguez, se me haría difícil terminar de jugar y al año estar dirigiendo a mis compañeros. Porque estaría rompiendo relaciones. Prefiero tener una amistad de por vida y no cagarla”. Suficiente para entender su posición.
Y otro dato de la realidad es cuando alude: "Con el Tolo no se jugaba bien, pero a veces se ganaba, y creo que Lucas sacó peores resultados que el Tolo”.
Creer que el pensamiento de la Fiera es algo aislado sería un grave error para el futuro de la entidad. Maxi Rodríguez representa la opinión de algunos colegas más. Seguramente los directivos tendrán su punto de vista y tal vez Lucas Bernardi el suyo. Pero lo que es ineludible es la crisis que vive Newell’s. Hoy el club en su vida interior asoma fragmentado, difuso y con puja de intereses. Tanto desde lo institucional como de lo comercial y deportivo. Maxi Rodríguez corrió algo más el velo. Y lo que se puede ver no es saludable. Por eso sería conveniente que comiencen un tratamiento para recuperarse. Porque todos son parte del problema. De ellos depende.