Cuando Estados Unidos anunció con pompa su acuerdo con Corea del Norte para poner fin al programa nuclear del líder Kim Jon Il en septiembre de 2005, algunos analistas predijeron que el país asiático, aliado comunista de larga data de China, nunca renunciaría a sus ambiciones atómicas. Casi ocho años después y a más de 16 meses de la muerte de Kim, el pesimismo parece haber estado en lo cierto. "Las fuerzas armadas nucleares de la República Popular Democrática de Corea representan la vida de la nación, que nunca puede ser abandonada", reafirmaron los principales líderes norcoreanos en una reunión, el 31 de marzo.
Las conversaciones para la puesta en práctica del acuerdo sellado en 2005 están estancadas desde 2009. El acuerdo prometía a Corea del Norte concesiones económicas y diplomáticas por parte de Estados Unidos, China, Corea del Sur, Japón y Rusia a cambio de que el país pusiera fin a su programa nuclear. Pero desde 2005 algunas cosas han cambiado. China mostró cierta distancia en su relación con Corea del Norte en el marco del enfriamiento provocado por las pruebas nucleares de Pyongyang en 2006, 2009, y en febrero de este año, que se suman a la negativa norcoreana de retomar la vía del diálogo.
Washington logró que la comunidad internacional censurara a Corea del Norte en más de una oportunidad desde el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Dada la presión ante la que se ven los estadounidenses por adoptar una postura más intransigente en este asunto, su gobierno instó en reiteradas ocasiones a China, el mayor aliado de Corea del Norte durante los últimos 60 años, a hacer uso de su influencia económica y diplomática para que la parte norcoreana volviera a sentarse a la mesa de negociación.
Cuando China actuó como anfitriona de las conversaciones a seis bandas en 2003, algunos analistas apuntaron que Pekín estaba ayudando a Estados Unidos a presentar las negociaciones como multilaterales. Pero Pekín sigue insistiendo en que el diálogo bilateral entre Washington y Pyongyang es esencial para poner fin a más de una década de amenazas militares, dramas diplomáticos y crecientes preocupaciones internacionales. "Para llegar a la raíz del problema, Estados Unidos debería dialogar con Corea del Norte", dijo un diplomático chino.
El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, y los ministros de Exteriores del G8 emitieron una condena conjunta a "la actual retórica agresiva" de Corea del Norte y urgieron a su gobierno a asumir "conversaciones creíbles y auténticas sobre la desnuclearización" en el marco del acuerdo de 2005. Sin embargo, la perspectiva de retomar las conversaciones bilaterales parece remota.
Kerry volvió a insistir ayer en Pekín a los líderes chinos que deben aumentar la presión sobre Corea del Norte para llevarla a la mesa de negociaciones, pero no pocos analistas y diplomáticos locales creen que se trata de una exigencia desmedida para China a la hora de controlar a su vecino, con el que comparte 1.400 kilómetros de frontera. Los dos países acordaron continuar dialogando en este "momento crítico", dijo Kerry tras reunirse ayer con dirigentes chinos, aunque no se conocieron decisiones concretas sobre cómo afrontarán conjuntamente la crisis norcoreana.
"China ha dado pasos sin precedentes alertando y restringiendo (el margen de acción) de Corea del Norte", asegura el analista internacional Shi Yinhong. "Estados Unidos quiere que China recorte los suministros materiales y las ayudas a Corea del Norte porque no podemos presionar al país por vías diplomáticas", explica. "Corea del Norte ha cerrado sus puertas a China desde enero", dice, haciendo referencia a informaciones no confirmadas que aseguran que Pyongyang rechazó tres visitas diplomáticas desde entonces.
Pese de que ambos países cooperan con las sanciones de la ONU, las diferencias entre Pekín y Washington en lo que se refiere a la posibilidad de China de influir en la postura norcoreana derivaron en una falta de acuerdo a la hora de dar una respuesta a la reciente provocación norcoreana, dijo un especialista en relaciones internacionales de la Universidad Popular de Pekín, Chang Xiaohe. "Ni China ni Estados Unidos estaban realmente satisfechos con la postura del otro", dijo. "China estaba disconforme con las severas medidas tomadas por Estados Unidos, que reforzó, por ejemplo, su sistema antimisiles y sus fuerzas militares en el este de Asia". "En tanto, Estados Unidos duda de que China ponga realmente en práctica las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU y también se mostró disconforme con la advertencia emitida por China a Norcorea. No consideran que la advertencia haya sido lo suficientemente fuerte", dice Cheng.
China sigue viendo al país vecino como "un amigo, incluso si emite continuamente provocaciones", apuntó el especialista, "y quiere negociar, mientras que Estados Unidos cree que las conversaciones no conducirán a una solución del problema". Según Cheng, Kerry y el canciller chino, Wang Yi, no tendrán otra alternativa que hallar "una ruta que pueda ser aceptada por ambas partes, un equilibrio entre el diálogo pacífico y las sanciones a rajatabla".