Avanza la neurosis obsesiva. La chica aparece entre las mesas, es elegante, llamativa y femenina. Escupe palabras por el celular, no para de hablar, a mil por hora. Del otro lado del teléfono respira Carlos, su hermano, un joven incierto, una incógnita fantasmal que mira televisión y come pizza todo el día.
Un ser improductivo, sostenido por su madre y por su hermana, la que no para de hablar. “Sos mi sol” es una obra que intenta condensar el espíritu del escritor Sebastián Villar Rojas: utiliza un solo personaje y dura menos de una hora.
Como en sus últimas propuestas, el texto juega, entre otras cosas, con los jóvenes de clase media en relación a su vínculo con el mercado de trabajo. Y cuenta con la facilidad de presentarse en cualquier espacio en el que la noche pueda amenizarse entre platos y copas. La original propuesta se reencontrará con el público hoy, a las 20.30, en La Morada (San Martín 771) y el viernes 16 en La Subsede (San Lorenzo y Entre Ríos).
Su dramaturgia está basada en una poderosa articulación de las palabras, en una deleitante cadena simbólica que nos lleva por un abanico interminable de tópicos sobre los cuales seguramente nos encontraremos con frecuencia, a veces felices, a veces muy a pesar nuestro. En definitiva, es un verdadero Festival de la Palabra.
“Huir de una banda de mafiosos puede ser la gran aventura de su vida, y a la vez una buena excusa para tomarse vacaciones si no muere en el intento”.
Así se autodefine a modo de sinopsis el espectáculo unipersonal, que pasó por la sala local de Bienvenida Casandra al momento de esta cobertura, que cuenta con la actuación de Natalia Dean y la dirección compartida entre Pali Díaz y el ya citado Sebastián Villar Rojas.
“Sos mi sol” es una obra que goza de las mieles de un entorno amigable como el del café concert, que se comparte con el bullicio y que se aproxima demasiado a un público predispuesto, alegre y a la vez disperso. Un espectador que debe repartir su atención con la cocción del plato, la temperatura de la cerveza y la mirada de la moza.
Viaje por la imaginación. En esta ficción, hay que imaginarse a Carlos, hay que reconstruir absolutamente todo lo que sucede del otro lado del teléfono. Y allí pesa toda una responsabilidad en el trabajo de Dean: recrear su propio mundo y el de su interlocutor, que está a kilómetros de distancia.
El encadenamiento de los tópicos, palabras y significantes hacen que la obra sea dinámica y entretenida, habilitando al espectador a una forma muy particular de viaje por la imaginación. Tiene pasajes de comicidad y algunos momentos donde la risa puede sonar desubicada, pero sin dudas, con todas las luces puestas en su trabajo unipersonal, la propuesta marca el crecimiento de una actriz que viene transitando desde hace tiempo los escenarios de Rosario. Y en esta ocasión se carga todo el espectáculo en el hombro, tanto como la omnipotencia de su personaje.
En términos generales la obra es entretenida. Pero si el espectador proviene de la clase media rosarina, tiene algo de formación universitaria, consume determinados productos culturales, y encima se psicoanaliza, la obra es un golazo. Es una muy buena parodia de las mujeres todo terreno.
Tal vez sea aventurado pensar que “Sos mi sol” fue concebida para un teatro de cámara y que por alguna o más razones sin importancia, devino en una ficción de café concert. Lo cierto es que, por la formación de Natalia Dean y de Pali Díaz, existen algunos elementos de la puesta y de la relación entre la actriz y el público que no terminan de sincerarse desde un punto de vista técnico.
Dean coquetea ardientemente con la cuarta pared y eso va determinando que la propuesta quede en la mitad del camino, entre la sala y el bar, mezclando los códigos de uno y otro formato.