Una carta de su amante argentina delató al gobernador estadounidense

Sullivans Island, Carolina del Sur. — La primera dama de Carolina del Sur, Jenny Sanford, dijo ayer que se enteró de la aventura amorosa de su esposo el gobernador Mark Sanford en enero, cuando halló una carta que había recibido de su amante argentina. Jenny Sanford dijo que ella le exigió a su esposo poner fin a la relación, y quedó estupefacta esta semana al enterarse de que había viajado a la Argentina en secreto a ver a la María Belén Chapur. Jenny estaba convencida, dijo, de que su marido se había ido a alguna parte donde estar a solas y escribir un libro, pero nunca se imaginó lo que finalmente sucedió. Se fue con sus cuatro hijos a su casa sobre la playa de Sullivans Island. Lloró al mostrar los boletines escolares de los niños, con sus calificaciones sobresalientes, y dijo que su mayor temor ahora tiene que ver con las consecuencias del escándalo para ellos.

Ejecutiva y millonaria. Para aquellas personas acostumbradas a ver a las primera damas traicionadas sonreír de manera acartonada durante las confesiones públicas de sus maridos, la ausencia de Jenny en la conferencia de prensa donde Sanford reconoció haber tenido una aventura extramarital fue realmente sorprendente. En vez de eso, ella emitió un comentario duro en el que afirmó que había echado a su marido de su lado mientras trataba de afrontar su infidelidad. Esto no resulta ninguna sorpresa para los que conocen a esta antigua ejecutiva de Wall Street, independiente económicamente y con una educación universitaria de primera. Jenny Sanford es una multimillonaria cuya fortuna familiar procede de la empresa Skil Corp. dedicada a la producción de herramientas eléctricas. En Carolina del Sur es considerada como una personalidad de gran fortaleza mental, con grandes logros y muy astuta en lo político. Durante las tres campañas electorales de su esposo para representar a Carolina del Sur en la Cámara baja y en su primera para la gobernación en 2002, ella financió su candidatura.
  Algunas esposas de políticos fueron agriamente criticadas por haberse sometido a tanta humillación, como lo hizo la ahora secretaria de Estado Hillary Clinton, quien respaldó a su esposo —de manera figurada aunque no literal— en los momentos más difíciles del escándalo de Monica Lewinsky.
  Stanley Renshon, experto en la psicología de los políticos de la universidad de Nueva York, opinó que con frecuencia algunos gobernantes piensan que pueden tener aventuras sin sufrir las consecuencias. “Los políticos mujeriegos no se dan cuenta de que viven en una vidriera y que eso conlleva responsabilidades y costos”, señaló Renshon, agregando que el político que tiene aventuras no solo traiciona a su familia sino la confianza del público.
  “Cuando son descubiertos, surgen cuestionamientos de sus condiciones de líder, buen juicio, carácter y su integridad. Si le pueden mentir a sus seres queridos, seguramente le pueden mentir a todos los demás. Si no pueden respetar las promesas que hicieron al casarse, ¿por qué van a respetar las que hicieron al asumir sus cargos? Si tienen secretos en sus vidas privadas, ¿quien asegura que no los tendrán en su vida pública?”.

¿Juicio político? Mientras, el gobernante infiel no sólo debe enfrentar a su esposa por el romance extramatrimonial. También tiene que responder ante su partido, el Republicano, que ya pidió que la policía investigue los detalles de su desaparición de cinco días para viajar a Buenos Aires. También podría ser investigado por la fiscalía de su Estado, y el Congreso podría someterlo a juicio político. l