El primer homicidio de 2015 en Rosario fue el de Pablo Montero, un joven de 26 años baleado en una fiesta de Año Nuevo en barrio Triángulo. Al lugar llegaron cuatro o cinco motos con dos ocupantes cada una que lo rodearon, un hombre bajó y sin discusión previa le disparó al menos seis tiros. Catorce meses después, un vecino de 19 años que trabaja como cocinero y repositor fue imputado como partícipe necesario del crimen, acusado de haber conducido la moto que llevó al homicida, un menor de edad que está prófugo desde entonces. Pese a que pidió autorización para salir a trabajar, el acusado quedó en prisión preventiva sin plazo.
El crimen de Montero fue el primero de los tres que tiñeron de sangre el primer día de 2015. Cerca de las 3.30 del 1º de enero, recibió seis disparos en medio de un festejo con vecinos en Gaboto y Larrea, a unas cuadras de su casa de Rouillón al 3200. Sufrió heridas en el pecho, abdomen y piernas. De allí lo llevaron en auto hasta el hospital Carrasco y murió tras dos paros cardíacos.
Riquelme. Desde entonces los allegados de Montero señalaron por el ataque a un chico de 17 años conocido como "Riquelme" que está prófugo desde entonces y tiene pedido de captura del juzgado de Menores Nº 2. En los últimos meses se sumaron declaraciones de tres testigos EM_DASHdos bajo identidad reservadaEM_DASH que mencionaron a Lucas Matías M. como quien manejaba la moto negra de 110 centímetros cúbicos que llevó a Riquelme hasta el lugar.
Con esos datos, el 16 de marzo pasado la fiscalía ordenó la captura de M. El martes fue detenido y ayer sometido a una audiencia de imputativa ante el juez Alejandro Negroni. El fiscal Adrián Spelta lo acusó como partícipe necesario de homicidio doblemente agravado por el uso de arma de fuego y la participación de un menor de edad. Lucas, que trabaja como cocinero en un club de la costa y repositor en un negocio de electrodomésticos, se abstuvo de declarar. Lo defienden los abogados Adrián Ruiz y José Ferrara.
"Nada que ver". Los primeros en mencionarlo fueron familiares de la víctima. Esa madrugada la madre de Montero, enterada del ataque, fue con sus dos hijas a buscarlo por los hospitales. En el Carrasco se encontraron con amigos de Pablo que les contaron lo que había pasado.
"Riquelme llegó con otras motos. Se bajó, sin decir nada lo encaró y le disparó", contó una de las hermanas, y precisó que "Lucas manejaba" la moto. "Estaban festejando en la calle y llegaron cuatro motos. De una bajó Riquelme sin decir nada. Le tocó la espalda, mi hermano giró y él le disparó", aportó la otra chica.
Los testigos contaron la misma secuencia y dijeron que Riquelme no tenía un problema directo con Montero, sino que lo atacó en venganza por el crimen de "Maurito" Barraza, asesinado dos meses antes (ver aparte). En represalia, según contaron, el adolescente empezó a atacar a "todos los que tuvieron problemas con Maurito".
"Mi hermano no tenía nada que ver. Tuvo una pelea tonta y nada más . Pero se ve que estos pibes le tenían bronca".
Los defensores, en cambio, dijeron que el padre de Riquelme aludió a problemas personales entre su hijo y la víctima: "Si algo le pasó a este Montero fue porque lo verdugueó mucho, lo seguía a tiros, lo tenía acobardado", leyeron Ruiz y Ferrara, quienes plantearon que "el resultado muerte pudo ser algo querido por el autor que sorprendió al conductor de la moto".
Sobre el final del debate, el juez Negroni evaluó que "hay apariencia de responsabilidad" porque "no parece casual el arribo" en motos al lugar y el ataque "a esa persona determinada". Dijo encontrarse ante un panorama de "peligrosidad grave" y por eso dictó la prisión preventiva sin plazo para el joven acusado de partícipe. Si bien desestimó los pedidos de la defensa para que pueda salir a trabajar desde prisión o le otorguen arresto domiciliario, invitó a las partes a acordar un régimen fijo de salidas laborales.
La hipótesis de la venganza
Para la Fiscalía, el crimen de Pablo Montero fue en venganza por el asesinato de Mauro Andrés Barraza, un joven de 18 años asesinado de dos disparos en Magallanes y Uruguay el 20 de octubre de 2014, tras una pelea. El padre de la víctima sufrió un infarto al conocer la noticia y también falleció. Los vecinos incendiaron la casa del presunto homicida, Jonatan Oscar G., alias “Chucky”, de 19 años y detenido ocho meses más tarde. Luego, allegados a la víctima realizaron un reclamo en Tribunales para pedir la “máxima condena”.