El ministro de Justicia, Julio Alak, calificó ayer como "un nuevo gran paso en
el proceso de la construcción de memoria, verdad y justicia" la sentencia dictada ayer contra los
represores Luciano Benjamín Menéndez, Roberto Albornoz, Luis De Cándido y Carlos De Cándido.
"La condena a estos personajes emblemáticos de la represión ilegal representa un
nuevo gran paso en el proceso de construcción de memoria, verdad y justicia que este gobierno
inició con el impulso a la derogación de las leyes de punto final y obediencia debida", señaló el
funcionario.
En ese sentido, Alak sostuvo que "la reapertura de los juicios a los genocidas
de la última dictadura volvió a convertir a la Argentina en un modelo mundial en materia de
derechos humanos".
A su turno, el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Eduardo Luis
Duhalde, aseguró que en la Argentina "se acabaron los privilegios" para los responsables del
terrorismo de Estado que imperó durante la dictadura militar.
"Gracias a estas penas que les están imponiendo para que las cumplan en cárceles
comunes, que es lo que corresponde, se han terminado los privilegios de los que gozaban estos
señores", aseveró el funcionario, quien participó ayer en Tucumán de la audiencia en la que el
represor Luciano Benjamín Menéndez fue condenado a prisión perpetua.
A la salida de la audiencia, el funcionario se negó a opinar sobre los dichos de
Menéndez, quien anteayer había asegurado que en los años 70 hubo una guerra en el país, que aún
continúa.
"No polemizo con los genocidas. Ya sabemos que siguen haciendo apología del
terrorismo de Estado, al que volverían a recurrir. En ellos no hay síntomas de arrepentimiento ni
gestos de humildad frente a los familiares de las víctimas. Son asesinos que han cometido delitos
sin ningún tipo de límites", esgrimió Duhalde.