El dramatismo y la locura que se instaló en el fútbol lleva a tener que pensar y meditar en cómo actuar. O festejar en este caso. Los jugadores deben jugar y cuidarse con su accionar dentro de una cancha, esa es la "ley primera" impuesta por estos tiempos. Y hasta pensar en qué hacer en los goles, esos que deben ser festejados. Como lo hizo Maxi en la previa y después le salió otra cosa, la que aceptó que no debería haber realizado. Pero esto es fútbol. Y lo lindo de este deporte está en eso, gritar una conquista o llenarse de tristeza por una derrota. Dentro de este contexto se puede entender y comprender que el festejo de la Fiera lejos estuvo de ser una provocación. Más aún sabiendo de su ejemplar comportamiento tanto dentro como fuera de una cancha. Y hasta de acciones nobles que lo llevaron a ser amado por sus hinchas y, también, respetado por los canallas.