En Rosario dos de cada tres personas que durante 2014 fueron víctimas de homicidio no alcanzaron a cumplir los 35 años. Tres de cada diez víctimas no tenían ningún empleo y casi la mitad de ellas sólo tenía concluida la escuela primaria. Siete de cada diez fueron muertas a partir del uso de un arma de fuego lo que es una proporción inédita con otros distritos con alto niveles de ataques contra la vida. Y en más de la mitad de los hechos el agredido y el señalado como agresor se conocían y mantenían con antelación un conflicto.
La tasa de homicidios abierta en la ciudad en 2014 fue de 20,4 muertos cada 100 mil habitantes. El grupo en situación de mayor riesgo se ubica entre los varones de 20 a 24 años. Allí la tasa de homicidio comparada trepa de modo alarmante en relación a la población en general: llega a casi 97 muertes cada 100 mil habitantes.
Quiénes. Los documentos sobre los homicidios intencionales en Rosario se caracterizaron por la constante dispersión y parcialidad de los datos. Nunca hubo indicadores inequívocos sobre quiénes matan y quiénes mueren, por qué motivos cuando estos pueden determinarse, cuántos hechos pueden tomarse como aclarados.
Todo esto dificulta la comprensión de la violencia y sus lógicas, algo que es esencial para definir intervenciones estatales sustentadas en criterios confiables, de modo de atemperar un problema que en Rosario ha casi duplicado sus tasas en diez años. Un crecimiento desaforado que todavía espera interpretación profunda.
Ahora se presentó un informe que busca dejar atrás las indefiniciones, que incluye discriminación de datos más precisos y un vocabulario nuevo para definir las variables diversas involucradas en los asesinatos. Lo elaboraron distintas instituciones públicas como el Ministerio Público de la Acusación de Santa Fe (Fiscalías), los ministerios de Seguridad y de Salud de la provincia y la Municipalidad de Rosario.
Las cifras se refieren a todo 2014 y provienen de cruzar datos de fuentes múltiples que vuelvan a esos datos menos discutibles. Por ejemplo, registros de ingresos a hospitales municipales, certificados de defunción del Registro Civil, reportes de autopsias y constancias del Instituto Médico Legal, partes policiales e investigaciones fiscales iniciadas.
Conclusiones finas. Las cifras más gruesas de este informe ya se conocen. Lo que tiene de peculiar y novedoso son las inferencias y conclusiones más finas construidas por sus hacedores. Así por ejemplo se determina que entre 2003 y 2014 en el departamento Rosario los homicidios subieron un 85,4 por ciento en tanto en la ciudad un 75,8 por ciento. Se notan en este ciclo alzas dramáticas en corto tiempo. Por ejemplo, entre 2012 y 2013 la variación de la tasa anual de asesinatos fue el 46,4 por ciento. La variación de 2003 a 2013 fue 99 por ciento (de 124 casos a 271).
El 53,4 por ciento de las personas que murieron en Rosario en 2014 no alcanzó a cumplir los 30 años. Casi dos de cada tres personas (67,1 por ciento) eran menores de 35 años. El 17 por ciento de las víctimas en todo el departamento tenía menos de 20 años. La tasa de homicidios entre los varones muestra una fuerte concentración en la población masculina de entre 15 y 29 años, mostrando mayor riesgo para el grupo de entre 20 y 24 años, que alcanza una tasa inquietante: 96,8 muertes cada 100 mil habitantes.
En el caso de las mujeres la diferencia es marcada porque se despega de la lógica de los varones. Eran de sexo femenino el 5,9 por ciento de las víctimas de todos los homicidios de 2014.
La curva de muertes de mujeres en los últimos diez años se mantiene mucho más estable que la de varones. La distribución de mujeres muertas tiene picos significativos en edades alternas a las de los varones: niñas pequeñas de 0 a 9 años, adolescentes de 15 a 29 y adultas de 40 a 44, grupos que aportan el 66,7% del total de homicidios femeninos.
Vulnerables. El 10 de febrero de 2014 se puso en marcha en la provincia el nuevo sistema penal. Eso impuso un recorte para algunas variables de este informe. Por eso hay datos elaborados en base a legajos fiscales de investigación que omiten los primeros 40 días del año lo que hace que se trabaje con un universo de 214 víctimas en el departamento Rosario y 173 en la ciudad (sobre un total de 255 y 207 homicidios respectivamente en todo el año).
En base a una información imperfecta los autores perfilaron una primera aproximación a algunos aspectos como la ocupación y nivel educativo de las víctimas. Estas provienen mayormente de los sectores con mayores niveles de vulnerabilidad.
Prácticamente la mitad de las personas fallecidas no habían terminado estudios secundarios (48,1% en el departamento y 48,5% en la ciudad). El porcentaje más significativo de víctimas tenía sólo la escolaridad primaria concluida y no se encontraba cursando la secundaria (44% y 45,1% respectivamente).
Tres de cada diez víctimas estaban desocupadas al momento de su asesinato. El 11% en el departamento y el 13,9% en Rosario trabajaban en relación de dependencia. Uno de cada diez trabajaba por cuenta propia. No hay datos sobre más del 40% de las víctimas.
Sobre la distribución temporal de los hechos es notable el aumento de casos los fines de semana (sábados y domingos en el horario de 18 a 24). En la ciudad el 21,7% de los casos fue un sábado y el 22,2% un domingo. Los días con menos víctimas de homicidio son los miércoles (7,7%).
Armados. Destaca de manera especial en Rosario la altísima incidencia de muertes por heridas de bala, lo que avisa de la circulación notoria de armas de fuego. En 2012 el 81% de los homicidios se cometió de este modo. En 2014 la proporción alcanzó el 72,5%, contra un 18% con arma blanca y un 9,4% con otros medios (ahorcamiento, incendio, golpes).
Esto alumbra varias inferencias. El hecho de que se usen armas como medio preferencial aumenta la letalidad en comparación con otras zonas del país con niveles importantes de homicidio. Por ejemplo, en Mar del Plata el total de homicidios con arma de fuego fue en 2014 el 61%. En los distritos grandes del conurbano bonaerense fue del 65,4%; en Capital Federal el 56%; en La Plata los homicidios por arma de fuego no llegan a la mitad de los casos (44%).
Que el medio que tan marcadamente prevalece para matar en Rosario sea un arma de fuego también dificulta el esclarecimiento en especial en los casos que se utiliza un vehículo, dado el contacto fugaz entre agresor y agredido.
Conocidos. Un elemento que permite entender la dinámica de la violencia que genera muertes intencionales tiene que ver con el conocimiento previo entre la víctima y el acusado. En una mayoría significativa el que murió y el sospechoso se conocían (54,9% de los casos en la ciudad).
El porcentaje de casos en que no se conocían es del 23,7% en tanto que no hay información en el 21,4 % de los casos. Para reconstruir de forma rigurosa los matices de las muertes violentas se recabó información sobre la existencia de conflictos previos entre los protagonistas de los incidentes. Son importantes las constataciones de que la muerte fue desenlace de un conflicto que ya venía desarrollándose (40,5% de los casos en la ciudad).
Políticas. Esto es destacable en tanto si la muerte es el corolario de incidentes previos puede suponerse que es posible intervenir con estrategias para desactivar las escaladas violentas.
Las definiciones de homicidios por zonas, grupos etarios más vulnerables, condición de agresores y víctimas, días de mayor frecuencia de hechos y usos de arma posibilitan diseños de políticas púbicas que no se muevan en base a tanteos sino con un programa surgido de lo que revelan los datos más ajustados.
Un dato clave son las armas de fuego. Es evidente que el problema no son las armas sino la conflictividad social. Pero es importante saber que, a diferencia de otros distritos, en Rosario y Santa Fe se elige este tipo de medio para dirimir conflictos de manera abrumadora. Y que eso revierte en la mayor cantidad de víctimas que en otras zonas por la letalidad mayor del medio.