A partir de la agresión a la casa del gobernador Bonfatti, considero que es mi deber compartir algunos conceptos que buscan ser un aporte a la construcción de la vida democrática plena. Es necesario repudiar con absoluta certeza este tipo de actos delictivos, que además de constituir un ataque particular, se convierten en atentados contra la ciudadanía en general, en este proceso de consolidación después de 30 años ininterrumpidos de un Estado de Derecho.
Conocer los responsables del ataque a la casa del gobernador Bonfatti será tarea de la Justicia, y deseamos que se llegue hasta las últimas consecuencias para poder juzgar a los responsables. Pero en estas líneas me propongo reflexionar sobre lo que significa este episodio para esta joven democracia que hemos logrado conseguir.
Vivimos tiempos intensos, es cierto: pero no podemos acostumbrarnos a las peleas entre barrabravas o enfrentamientos entre narcos, en los que suele haber innumerables víctimas fatales. Tampoco, aunque parezca lo contrario a veces, nos acostumbramos a que en muy pocos casos se juzgue a los responsables. Es un buen síntoma, es cierto, pero no alcanza.
El atentado que sacudió a la provincia en estos días pareciera ser una vuelta de tuerca en la escalada de la violencia en el país. Esta vez apuntaron a la institución política más importante de la provincia, sin importar la investidura ni la institucionalidad de la misma. Permitir que un hecho de esta índole pase inadvertido es correr el riesgo de retroceder como país. Por el contrario, debe obligarnos a reflexionar sobre el rol que cumplen las organizaciones de toda índole en la joven democracia.
La agresión física o discursiva a quienes gobiernan a partir del voto popular debe ser un límite infranqueable de la democracia. Siempre estaremos para llamar la atención sobre los excesos que atenten contra un sistema, que es inexorablemente perfectible, pero que es el mejor que conocemos para promover la convivencia ciudadana.
Una sociedad madura es la que se propone trabajar para fortalecer los lazos ciudadanos. Es la que defiende la posibilidad del debate, la diversidad de opiniones y el rol activo de la sociedad en la construcción de su historia. Celebro las respuestas de la sociedad cuando funcionan como contrapeso del resto de los actores sociales que construyen la democracia, en lugar de la inacción, el escepticismo y la indiferencia.
Tenemos el deber de continuar trabajando en el fortalecimiento de las instituciones, de luchar por un Poder Ejecutivo democrático y participativo, y de bregar por la independencia de la Justicia. Pero, todo esto, siempre bajo el cuidado de que lo conseguido en estos años no retroceda ni un centímetro ni sea puesto en duda por ningún sector de nuestro país.
Es un buen punto conseguido la imagen de la dirigencia de todos los partidos políticos reunida para repudiar este hecho, como ya había ocurrido en las manifestaciones impulsadas contra el narcotráfico en nuestra ciudad. Son señales positivas de consolidación democrática, pero no deja de ser un repudio de un segmento de la sociedad, donde no están representados todos los actores sociales.
Como parte integrante de la sociedad civil, como director del Museo de la Democracia, planteo que debemos brindar nuestro enérgico apoyo a la institucionalidad política santafesina ante este ataque al sistema democrático en su conjunto. Es por eso que debemos convocar a todos los sectores y sumarnos nosotros también a este masivo repudio con el único objetivo de fortalecer la democracia y los valores que promueve.