Guillermo Federico Peyrano tiene 59 años. Es abogado especialista en Derecho Civil y Procesal Constitucional, fue rector de la Facultad de Derecho de la Universidad Católica de Rosario y, desde 2005, es jefe del Departamento Profesional de la Delegación Rosario de la Fiscalía de Estado provincial. Los que lo conocen dicen que en los últimos días andaba preocupado y temía por su vida. En ese marco, hace unas tres semanas se presentó en la Fiscalía Regional Rosario para señalar que, en su carácter de abogado particular y no como funcionario, había advertido algunas maniobras en torno a una banda de estafadores y que eso le preocupaba sobremanera. En ese marco el lunes, pasada las 21, el abogado recibió un disparo en el cuello cuando caminaba por pleno centro de la ciudad. Un delincuente esperó que guardara el auto en una cochera de España al 800 y cuando el profesional iba hacia su casa lo baleó por la espalda sin mediar palabras.
Peyrano recibió un balazo de bajo calibre que le ingresó por la base de la nuca y le quedó alojada en la parte alta del cuello. El agresor no atinó a robarle y fue visto por algunos testigos cuando escapaba corriendo hacia calle Rioja, donde se perdió su rastro. En la escena del crimen no quedaron vainas servidas, por lo que se infiere que el tirador utilizó un revólver. Peyrano, en tanto, fue asistido por la policía y trasladado al Hospital de Emergencias. Ya en horas de la madrugada, cuando los médicos evaluaron que su vida no corría peligro, fue derivado a un sanatorio céntrico donde quedó internado en observación y sin riesgo para su vida. El caso es investigado, en un contexto de hermetismo total, por la fiscal de la unidad de homicidios Marisol Fabbro.
La agresión a Peyrano hizo recordar el ataque a balazos sufrido por el penalista Alberto Tortajada en septiembre de 2012 en el palier del edificio donde tiene su estudio jurídico, en Montevideo al 2000, hecho por el cual hay tres detenidos y procesados (ver aparte). En cuanto a Peyrano, es parte de una reconocida familia de abogados rosarinos. Su hermano Jorge es camarista Civil y Comercial y su sobrino Marcos ejerce en el foro local.
Un solo tiro. El lunes, pasadas las 21, Guillermo Peyrano llegó manejando hasta el estacionamiento ubicado en España al 800, jurisdicción de la comisaría 2ª. Luego de dejar su auto saludó al empleado de la cochera y comenzó a caminar por la vereda oeste de España hacia Córdoba, la esquina donde se levanta el Arzobispado de Rosario, rumbo a su domicilio. Ya no había negocios abiertos sobre calle España aunque las luces del Paseo del Siglo se veían reflejadas en el lugar.
Había caminado unos 60 pasos cuando escuchó la detonación de un arma de fuego y de inmediato un ardor insoportable en la base del cuello. Según pudo relatar más tarde, se le aflojaron las piernas y trató de afirmarse sobre una de las paredes de un negocio de venta de ropa para mujeres.
Un testigo ocasional lo asistió y vio como un hombre, presuntamente su agresor, corría hacia calle Rioja. Después contó a la policía que el atacante nunca atinó en acercarse a la víctima para continuar con su faena delictiva en la dirección que hubiera decidido o le hubiesen encomendado. El ataque se produjo a metros de al menos cuatros cámaras de videovigilancia: una de la Guardia Municipal, dos de un edificio y la cuarta de una juguetería. El registro de esas cámaras, dijeron anoche fuentes de la pesquisa, serán de suma importancia para determinar la mecánica del hecho y observar rastros del atacante.
Un móvil policial asistió al abogado y lo trasladó al Heca, donde ingresó alrededor de las 22. Allí los médicos diagnosticaron que tenía una herida de bala, sin orificio de salida, que le había ingresado por la base de la nuca y se le había instalado en la parte alta del cuello. Como no corría peligro su vida fue derivado a un sanatorio céntrico donde los profesionales valoraron que no era necesario extirparle el plomo del proyectil.
Pistas oscuras. Los investigadores del episodio que sacudió las estructuras del foro rosarino buscaban ayer alguna pista concreta que los lleve a tratar de esclarecer un hecho que, en primera instancia, se presentó como oscuro ya que no hubo por parte del agresor intención manifiesta de robo y quizás tampoco de asesinato.
En ese contexto trascendió que la semana pasada Guillermo Peyrano se presentó en la Regional Rosario de Fiscalía y, sin formalizar denuncia alguna, advirtió sobre algo que le llamó la atención. Dijo que litigando particularmente descubrió una banda que trabaja estafando mediante la adulteración de títulos de propiedad de campos y que contra esa gavilla habría denuncias no sólo en el viejo sistema procesal penal sino también en el nuevo.
Peyrano ya se había ganado un lugar dentro de las crónicas policiales cuando el primer fin de semana de octubre pasado, entre la noche del sábado y la madrugada del domingo, 22 oficinas fueron escruchadas en un edificio de Corrientes 653. Una de ellas fue el estudio del abogado baleado la noche del lunes.