Estrasburgo. — El nuevo Parlamento Europeo que saldrá de las elecciones
desarrolladas este fin de semana tendrá más ultraderechistas que hasta ahora, así como más
euroescépticos. Hubo claros avances de la derecha radicalizada en las elecciones europeas en Gran
Bretaña, Italia, Austria, Hungría, Dinamarca, Holanda y Rumania, que en cambio registró pérdidas en
Bélgica, Francia y Polonia. La crisis económica que golpea a Europa castigó especialmente a los
socialistas, favoreciendo al centroderecha, que rafiticó su mayoría, tanto en los gobiernos
nacionales como en el Europarlamento. Y como efecto secundario nada desdeñable registró un avance
de la extrema derecha.
“Los mejores”. El populista holandés Geert Wilders, famoso por su
posisción anti-islámica reflejada en su película Fitna, sumó cuatro bancas, sobre un total de 25,
con el 17% de su Partido de la Libertad (PVV). En Hungria, el partido nacionalista Jobbik
(“Los mejores”) enviará tres representantes a Estrasburgo, tras obtener un 15% en las
urnas. Con la conformación de la Guardia Húngara, un grupo uniformado que ha llevado a cabo la
campaña contra el “crimen gitano”, el partido Jobbik viene creciendo desde 2007. Para
sus seguidores, la Guardia protege los valores y la cultura tradicional húngara; para sus
oponentes, el grupo es antisemita y antigitano. Las declaraciones desdeñosas sobre las ayudas
sociales para los gitanos empobrecidos de Csanad Szegedi, político del Jobbik, ya habían desatado
indignación durante la campaña.
La Liga Norte. En Italia la Liga Norte, declaradamente xenófoba, duplicó su
bancada, al pasar de cuatro a ocho representantes europeos. Otros grupos de la extrema derecha
italiana, como la Alternativa Social de Alessandra Mussolini, ya se habían fusionado en marzo de
este año con la nueva formación del primer ministro Silvio Berlusconi, Pueblo de la Libertad.
Neofacismo británico. En Gran Bretaña, al retroceso de la izquierda gobernante se
sumó no sólo el previsible avance conservador, sino el de una inquietante formación xenófoba y
antisemita, el BNP del veterano Andrew Brons, quien fue elegido eurodiputado, así como otro
candidato, Nick Griffin. La formación también logró una buena cosecha en las elecciones municipales
británicas. El diario The Guardian describía ayer a Brons como “el rostro gentil del
neofacismo”. Menos preocupante resultó el avance del antieuropeo UKIP, sin antecedentes
derechistas, que recogía ayer 13 eurodiputados y 16,6% de votos, ubicándose segundo en los
resultados nacionales.
Bloque antieuropeo. Como este fenómeno se repitió en otros países, al lado de la
centroderecha habrá otro grupo muy consistente en el nuevo Parlamento Europeo: los
euroescépticos. El austríaco Hans-Peter Martin y grupos de República Checa, el citado UKIP de Gran
Bretaña, o de Polonia, no tienen un pasado derechista, y fueron elegidos al Parlamento por sus
posiciones antieuropeas. Sumariamente, son contrarios al euro, a las políticas fijadas desde
Bruselas y a la intervención estatal excesiva en la vida diaria. Según estimaciones del Parlamento
Europeo este grupo se duplicaría, al pasar de unos 50 a por lo menos 100 miembros.
Por otro lado, las elecciones no trajeron buenas noticias para todos los
partidos de ultraderecha europeos. En Francia, el Frente Nacional (FN) está en baja; su líder,
Jean-Marie LePen perdió cuatro de sus siete bancas.
Tal vez por esto, el nuevo Parlamento europeo tendrá sólo “quizás
unos 30 ultraderechistas,” según calculó, cauteloso, un portavoz. Todavía no tienen una
fracción propia, están bajo la rúbrica de “otros.” Para poder distinguirse entre los
más de 700 diputados, los ultraderechistas deberán intentar formar un bloque único. Para ello
deberían unirse los 25-30 diputados ultraderechistas provenientes de siete países. Sólo entonces
podrán reclamar puestos importantes en las diversas comisiones parlamentarias. Las negociaciones ya
empezaron, pero recién se sabrán los resultados el 14 de julio, cuando tenga lugar la sesión
constituyente del Parlamento. En el Parlamento que sesionó hasta ahora la influencia de la
ultraderecha fue de corta duración: una agrupación de franceses, búlgaros y rumanos
sobrevivió en 2008 apenas unos meses para disolverse por disputas internas.