El ejército ucraniano continuó ayer con su ofensiva contra milicias autonomistas prorrusas en el este del país, a días de referendos independentistas en dos regiones de mayoría rusoparlante y en medio de renovadas tensiones entre Kiev y Moscú por las elecciones presidenciales ucranianas de este mes. Ayer fue una jornada relativamente más calma que los últimos días en gran parte del este y el sur de Ucrania, pero la violencia estalló en el puerto oriental de Mariupol a última hora de la tarde, según medios locales. La página web 0629.com.ua publicó fotos de neumáticos ardiendo fuera del edificio del ayuntamiento, que ya había sido ocupado por prorrusos, y un denso humo se extendía por el centro de la ciudad. Algunas calles estaban atrincheradas con colectivos o montículos de ruedas.
En otra muestra de apoyo al gobierno de Ucrania, el Departamento de Estado estadounidense denunció ayer la convocatoria de los referendos "ilegales" del domingo próximo en las regiones ucranianas de Donetsk y Lugansk por considerarlos una repetición de lo ocurrido en Crimea, que fue anexada por Rusia el mes pasado. Sobre el terreno, en desafío al rechazo de Ucrania y Estados Unidos, líderes de las milicias prorrusas de Donetsk prometieron celebrar el referendo en esa región industrial del sureste ucraniano "incluso en medio de los combates".
Convulsión social. Ucrania se encuentra sumida en su peor crisis en décadas desde la destitución del presidente prorruso Viktor Yanukovich, en febrero, que se siguió de una ola de rebeliones en el este del país, de mayoría rusoparlante, protagonizada por milicias que quieren mayor autonomía o lazos más estrechos con Rusia.
En las últimas semanas, fuerzas prorrusas se apoderaron de edificios del gobierno y comisarías en una docena de ciudades del este de Ucrania, un país de 46 millones de habitantes. El gobierno interino de Ucrania respondió enviando tropas a las ciudades rebeldes, en un intento por restablecer el orden y garantizar la celebración de elecciones presidenciales que convocó para el 25 de mayo próximo.
A través de su canciller, Serguei Lavrov, Rusia reiteró ayer sus criticas a Kiev por haber convocado las presidenciales sin que esté lista aún una nueva Constitución reclamada por Moscú para convertir a Ucrania en una federación. Lavrov, de visita en Viena para una conferencia del Consejo de Europa, insistió en que ese texto debería estar listo en septiembre para poder celebrar los comicios a fines de año y repitió que la crisis en Ucrania no se resolverá sin la participación de los grupos de oposición prorrusos del este y sur de Ucrania.
Agregó que los "manifestantes" quieren ser escuchados e insistió en que las autoridades de Kiev deben desistir de usar la fuerza contra esos grupos. Además, aseguró que Moscú está dispuesta a una nueva conferencia como la celebrada en Ginebra en abril, con la participación de Rusia, Estados Unidos, la Unión Europea (UE) y Ucrania, pero solo si se incluye a la oposición de las regiones de mayoría prorrusa.
Escepticismo. A su vez, la ONU consideró que será difícil celebrar las elecciones presidenciales en Ucrania si se mantiene el nivel de agresividad. "Si la situación continúa siendo la misma de los últimos días en ciertas ciudades, donde hubo varios incidentes muy violentos, con edificios importantes incendiados y gente asesinada en las calles, obviamente es muy difícil que se celebren elecciones", dijo Rupert Colville, vocero de la alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Navi Pillay.
En el terreno militar, y tras la ofensiva lanzada por las fuerzas ucranianas el lunes contra las ciudades Slaviansk y Kramatorsk, el ejército ucraniano extendió ayer sus operaciones a la ciudad costera de Mariupol, también en la rebelde región de Donetsk, según dijeron las milicias prorrusas. El Ministerio del Interior ucraniano informó ayer que al menos 30 milicianos murieron en los combates en torno a Slaviansk y Kramatorsk.
En tanto, la Rada Suprema (Parlamento) de Ucrania rechazó ayer la propuesta de celebrar conjuntamente con las elecciones del 25 de mayo un referendo sobre la integridad territorial y la descentralización del país, como exigen los prorrusos.