Tres hombres fueron detenidos por integrar una banda dedicada a cometer secuestros virtuales telefónicos en distintos puntos de Rosario, una modalidad que en seis casos denunciados les permitió a los estafadores obtener dinero y joyas de las víctimas que cayeron en el engaño. El procedimiento fue resultado de una pesquisa que se inició en marzo y que, a partir de escuchas telefónicas, permitió allanar el miércoles siete domicilios donde se secuestraron celulares, un lingote de oro, alhajas, dos autos y 50 mil pesos entre dólares, euros y moneda nacional. Los acusados festuvieron ayer en una audiencia imputativa en la que fueron acusados de integrar una asociación ilícita para cometer 17 hechos de extorsión y además se les dictó la prisión preventiva sin plazos.
El procedimiento se llevó a cabo la madrugada del miércoles a partir de una pesquisa dirigida por el fiscal Nicolás Foppiani, de la Unidad Fiscal de Investigación y Juicio, quien en marzo pasado encargó la investigación a la flamante Policía de Investigaciones. Lo hizo a partir de la reiteración de denuncias en las nuevas fiscalías de casos de secuestros virtuales. Las intervenciones telefónicas permitieron detectar, además de los casos consumados, un sinnúmero de casos frustrados que no llegaban a denunciarse.
Requisas. Con el resultado de las escuchas, tareas de investigación de calle y entrevistas a las víctimas, los investigadores lograron identificar a tres sospechosos y los roles que asumía cada uno, según informó en un parte la sección Rosario de la Policía de Investigaciones, a cargo del comisario Marcelo Marcos. Así, la madrugada del miércoles se concretaron siete allanamientos en domicilios de Lamadrid al 2200, Oroño al 4900, Esmeralda al 4000, Moreno al 4500, calle 2144 al 6900, Santiago al 5100 y Gaboto al 700 de Arroyo Seco.
En el operativo fueron detenidos los tres acusados: Sergio Damián Z., de 24 años; Lucas Ramiro G., de 23, y Luis K., de 33 años, dos de ellos pertenecientes a la comunidad gitana. En cuanto a los roles, dos están acusados de ser quienes se ocupaban de dirigir las conversaciones y un tercero de ir en auto a lugares acordados con las víctimas a recoger el "rescate". Una fuente de la pesquisa indicó que ninguno de los detenidos tenía una actividad laboral regular.
En las casas allanadas se secuestraron 28 celulares, cuatro cámaras de fotos, un binocular, quince pulseras, doce relojes pulseras, un lingote de oro, alhajas, 1 televisor led de 32 pulgadas, dos consolas de Play Station 3, cuatro tablets, documentación y anotaciones. Los vehículos incautados son un Renault Clío y un Volkswagen Gol Trend, además de distintos juegos de llaves de automóviles y unos 50 mil pesos.
Cómo lo hacían. Un vocero del caso indicó que las escuchas permitieron identificar la modalidad de trabajo de la banda. A diferencia de casos anteriores, en los que los falsos secuestradores se hacían pasar por policías para iniciar la conversación, en este caso se presentaban como meros secuestradores. Al parecer realizaban alguna búsqueda previa de datos de los damnificados a través de las redes sociales.
Los domicilios a los que llamaban no estaban concentrados en el microcentro —como en casos anteriores— sino que se registraron en distintas zonas de Rosario. Una vez en contacto con el interlocutor, fingían con dramatismo haber secuestrado a un hijo o hija de la persona. De fondo, se escuchaban alaridos y quejas de una voz de hombre o mujer, según el caso, padeciendo supuestas situaciones tortura.
Esto generaba un impacto emocional en muchas de las víctimas, sobre todo personas mayores de 60 años, que terminaban acordando el pago de un rescate. A diferencia de otros casos de secuestros virtuales realizados desde unidades penitenciarias, en este caso los secuestradores no requerían pulsos telefónicos (lo que, según un investigador, sólo tiene valor de cambio dentro de las cárceles) sino que directamente exigían el pago de un rescate con dinero y objetos de valor.
Consumado el engaño, establecían la entrega del rescate en un sitio acordado con la víctima. Como es usual, los "secuestradores" las obligaban a no contactar a ninguna otra persona mientras duraba su actuación. Así, cuando el encargado de sostener la conversación lograba que alguien cayera en la trampa, vía handy le transmitía el sitio establecido para el rescate a su cómplice que se ocupaba de conducir el vehículo. Por la violencia del montaje telefónico, según la fuente, algunas de las víctimas quedaron bajo shock emocional.
La situación de los detenidos se discutió ayer a las 11 en Tribunales, en una audiencia imputativa y de prisión preventiva que fue presidida por el juez Gustavo Pérez de Urrechu. El magistrado hizo lugar al pedido del fiscal y les dictó a los tres acusados la prisión preventiva sin plazos, mientras sigue la etapa de acopio de evidencias previa al juicio. Según se informó desde la fiscalía, quedaron imputados de 17 hechos de extorsión de los cuales once se consideran en grado de tentativa y seis llegaron a consumarse con el pago de "rescates", además de integrar una asociación ilícita dedicada a cometer este tipo de delitos.