El desenlace del equipo argentino en su paso por Mar del Plata era previsible. Doloroso, pero nada inesperado. Italia le ganó la serie de la primera ronda por 3 a 1 y lo dejó frente a un partido en el que definirá si permanece en el Grupo Mundial o desciende. El actual nivel del tenis nacional lo puso ahí. Tampoco para hacer un drama.
Se sabía que Argentina tenía cierta desventaja, no mucha, pero diferencia al fin. Italía traía a Fabio Fognini, 15 del mundo, y fue él quien ganó la serie con los dos puntos de singles y el de dobles en compañía de Simone Bolelli.
Se confiaba en la localía, un factor con peso en la Davis, aunque nunca decisivo. Y si se menciona a los tenistas nacionales, fue Carlos Berlocq (44º), con sus limitaciones, el que puso la cara. Con su entrega conmovedora doblegó el viernes a Andreas Seppi (31º), en un triunfo posible aunque incierto. Y ayer, por momentos le dio pelea a Fognini, hasta que no pudo más.
La contraparte fue Juan Mónaco (40º). Su derrota contra Fognini era esperable, pero estuvo lejísimos de incomodarlo.
En cambio, el dobles, que hasta hace unos meses se ignoraba que tendría a Eduardo Schwank, cumplió una actuación aceptable, con Horacio Zeballos, en la caída frente a Fognini y Bolelli, quienes venían de actuar en el Abierto de Australia, a diferencia de la pareja nacional, casi sin roce.
La frustración frente a la obligación de jugar en septiembre una serie eliminatoria para no descender es capaz de generar reproches. Pero, exceptuando a Juan Martín Del Potro, no hay mucho más de los que jugaron. Todos ellos están más allá del top 40. Mónaco está en franco descenso de su carrera. Berlocq, con 30 años, no tiene demasiado carretel. Lo mismo Zeballos (66º), lejos de lo máximo que supo dar, o Eduardo Schwank (343º), al que le cuesta reinsertarse en el circuito.
Apenas Federico Delbonis (60º), quien con 23 años aparece como potencial integrante de futuras series. O Leonardo Mayer, de 26 y ubicado 92º son alternativas.
Con esos nombres, y ninguna promesa que emerja con fuerza, este momento del tenis argentino no debe sorprender a nadie. Ni siquiera sirve mucho apuntarle al capitán Martín Jaite, más allá de actitudes y conductas que no terminan de caer bien.Y justamente a uno de los que no le cae bien es a Del Potro, número cuatro del mundo, como tampoco le agrada al tandilense el trato que le dispensa la Asociación Argentina. Delpo se automarginó, aunque con él tampoco alcanzaría para llegar más lejos. Sí para no descender, pero aunque Berlocq dijo que lo necesitan, habrá que arreglar antes muchas cosas.
Hoy no queda otra que entender que ya no se tienen a Nalbandian, Coria, Gaudio, Cañas, Calleri y Acasuso, por mencionar algunos de una serie de nombres que pusieron al tenis argentino en un lugar inusitado. Esa camada exitosa es pasado. Hoy queda resistir y permanecer.