Capital Federal.- El juicio oral y público que se le sigue al rosarino Mario Roberto Segovia y a otras siete personas acusadas de traficar efedrina a México desde un depósito fiscal del barrio porteño de Barracas tuvo ayer su primera audiencia de testimonios. Ante el Tribunal Oral en lo Penal Económico declararon dos de los acusados: Jorge Gómez, socio del depósito en cuestión; y Andrés Enricci, jefe aduanero del mismo local. Ambos trataron de desligarse de la causa acusando al mismo Segovia y a otro de los imputados, Alberto Galvarini, como quienes lideraron la operación.
Lo más jugoso de los relatos de ayer estuvo en boca de Jorge Gómez, quien fuera socio del depósito porteño donde en mayo de 2008 se hallaron 525 kilos de efedrina disimulados en un cargamento de azúcar que tenía por destino México. El hombre sostuvo ante los jueces que "hay ciertas reglas en el mundo portuario que dicen que nunca hay que trabajar con cigarrillos, armas y drogas si no se quiere perder la clientela" y, de esa manera, casi con resignación, comenzó a recordar el día en que conoció al rosarino Alberto Galvarini, coimputado en la causa. "Me presentaron a Galvarini, quien tenía contendores con cigarrillos que debía depositar, y se lo facturé igual", manifestó contradiciendo las recomendaciones que dijo haber tenido cuando, ya en 2003, tercerizaba su trabajo en depósitos fiscales portuarios.
"Mi padre era estibador portuario, por eso mi gusto por estar en el puerto, en los depósitos. Por eso luego trabajé en la comercialización en el puerto", contó Gómez frente al Tribunal, y agregó que se dedicaba a acompañar a los despachantes de Aduana en tareas operativas, los ayudaba en las labores de importación y exportación y también a los clientes, y así se fue haciendo conocido en diferentes empresas y depósitos.
Acerca de su vínculo con Sadocks, el procesado comentó que "es el más chico de todos los depósitos fiscales" y que, al enterarse de que estaba en venta habló "con algunos despachantes conocidos por la oportunidad de comprarlo en su momento en 500 mil dólares". De esa manera explicó cómo fue que se asoció con Alberto Galvarini, en 2004.
Un tal Nicolás. "Alberto Galvarini traía muchos clientes, despachantes con cargas, había mucho movimiento en el depósito" explicó Gómez, y agregó que en esas circunstancias conoció a Mario Roberto Segovia "que fue para firmar una documentación", aunque aclaró que para él "nunca se llamó Mario Roberto Segovia, sino Nicolás".
"Nicolás venía al depósito como un asistente de Alberto (Galvarini). Me dijo que era piloto de avión y se pasaba varias horas en el depósito sin hacer nada. Era muy chiquilín, hacía bromas como pegar un teléfono con la gotita para que no puedieramos atender".
Gómez manifestó también que luego de unos años renunció a la empresa que había conformado con Galvarini por los roces que tenían entre ellos y por "algunas irregularidades" que detectó en Sadocks. "Sentí que él se había adueñado de la empresa, que se imponía" y afirmó: "Estoy acá (imputado) por no haber abierto los ojos antes ya que toda la operación (de tráfico de efedrina) la armó él".
A su turno Andrés Enricci, jefe aduanero de Sadocks, manifestó no conocer a Segovia aunque admitió que el día en que allanaron el depósito el "estaba en el lugar".
Los demás imputados escucharon los testimonios pacientemente sentados en la sala de los Tribunales Federales de Comodoro Py, es decir el propio Mario Segovia, Alberto Galvarini y su hijo Darío, el empleado aduanero José Luis Sicardo, el despachante Maximiliano Damián Iñurrutegui y Alicia Colángelo, socia gerente de Euromac SRL firma por la cual se iba a realizar el contrabando.
Para la próxima audiencia, el 1 de septiembre, el Tribunal prevé seguir escuchando a Gómez, quien será interrogado por la querella a cargo de la Afip y la Dirección de Aduanas y por el fiscal Mario Villar.