Llegó el gran desahogo. Esta vez, Newell’s reaccionó a tiempo y no le dio de comer al Lobo. El conjunto rojinegro superó 2 a 1 a Gimnasia en el Bosque y pudo sumar de a tres después de nueve fechas de angustia y confusión. Los gritos de Schiavi y Bieler le regalaron el primer triunfo al ciclo de Javier Torrente y además despertaron una auténtica señal de optimismo de cara al tramo de cierre del Clausura. Ayer las rachas negras se cortaron, aparecieron nombres que se debían hace rato un gesto de ese calibre y así la Lepra comenzó a lavar algunas heridas con un bálsamo aliviador.
El inicio del partido mostró a Newell’s con una evidente vocación de ataque. Con Camacho como enlace, y Sperduti y Estigarribia como inquietos extremos, el equipo ganó caudal de juego y sobre todo pimienta y profundidad. A los 5’, el Chelo, que cuando se lo propuso fue una pesadilla para el chileno Rieloff, desbordó por izquierda y lanzó un centro que el Gordo cabeceó a milímetros del caño derecho de Monetti. El fondo tripero era pura fragilidad. Por eso no extrañó que Agüero perdiera una pelota cerca de su área, pero Camacho no pudo capitalizar.
La visita trataba de plantarse con firmeza a través de una saludable apuesta de presión sobre los adversarios que rendía muchos frutos. En ese sentido se notaron más avances en relación al orden y la prolijidad en los momentos de posesión. Incluso, mientras tuvo combustible, Camacho aportó la verticalidad que el nuevo técnico pregona.
A los 31’, Rinaudo le ofrendó una nueva chance a Sperduti, pero su disparo se fue alto. Aún con limitaciones, quedaba claro que Newell’s era el único que transmitía sensación de equipo. Pero en mejor momento leproso, llegó un golpe inesperado.
Neira sacó una habilitación de la galera y Schelotto anotó el primer gol de la tarde con una volea de escaso nivel ortodoxo. El Mellizo la pifió, dejó perplejo a Peratta y puso adelante al local sin méritos.
Ese tanto desequilibró a Newell’s porque desde allí no pudo elaborar ocasiones con el mismo grado de enfoque y claridad. Desde ese instante, se dejó comer por el reloj, por los nervios y por una cruel realidad que parecía no reparar en darle tregua.
El complemento fue de vuelo muy bajo. La Lepra no pudo arrimarse a sus obligaciones ni con la complicidad de los cambios. Había mucha enjundia, pero pocas ideas para lastimar a un rival que era un alma en pena con condena anticipada.
Y quizás cuando menos lo merecía, Newell’s encontró a los 74’ el penal y la expulsión de Masuero que inclinaron el trámite a su favor. Schiavi fue el elegido y se vistió de galán para decretar la igualdad.
Gimnasia estaba atontado, sus jugadores enfocaron toda su impotencia y bronca en el árbitro y mientras tanto, los rojinegros sacaron provecho de esa ebullición estéril. Con una corajeada de Sperduti en el área tripera que terminó con un toque de Bieler que lo reconcilió con una vieja costumbre, a la que le venía escapando con displicencia.
Newell’s consiguió una victoria fundacional, revitalizadora para sus ambiciones. Dejó de sangrar al lado del camino y se subió a la huella de la reconstrucción.
Pelota parada
El partido estuvo detenido 9 minutos cuando se acercaba el epílogo debido a que los hinchas de Gimnasia protagonizaron desmanes en la popular que cubrían. El juego pudo terminar.