Javier Toledo interpretó como nadie el tan mentado papel de aquel jugador que tuvo todo para ser el héroe y terminó como el villano de la película. Justo él que se jugaba la chance de ser el coequiper de Castillejos en el partido ante Patronato.
Javier Toledo interpretó como nadie el tan mentado papel de aquel jugador que tuvo todo para ser el héroe y terminó como el villano de la película. Justo él que se jugaba la chance de ser el coequiper de Castillejos en el partido ante Patronato.
Sería un error analizar su actuación poniendo sólo el ojo en el penal que le atajó Sosa. Porque lo que hizo por el equipo fue mucho más que eso. De hecho convirtió el gol canalla y siempre fue una preocupación para Insaurralde y Caruzzo. Pero tampoco se puede dejar en el tintero que tuvo en sus pies las dos jugadas que hubieran terminado el partido con la clasificación de Central.
La primera fue en ese mano a mano que definió al pecho de Sosa. Y luego la del penal.
Tras esa jugada, Toledo se desinfló como todo el equipo. No hay dudas de que en el vestuario le habrá pedido perdón a sus compañeros. Con su gol alegró a todos, pero con su penal malogrado fue al revés. Igual merece reivindicarse.