El año 2009 es electoral, la carrera se largó. Sin miramientos, sin piedad, sin
culpas, sin autocríticas. Todos en la pista. En la ciudad y la provincia, por la renovación de
concejales, la mitad de los diputados nacionales y los tres senadores, el tema es, en sustancia,
simple. Lo complica el 2011.
De una parte el arco opositor al peronismo, del otro éste, el peronismo
provincial, con las heridas abiertas tras el estrepitoso fracaso de Jorge Obeid.
En el "sector oficial" los socialistas, gananciosos y programáticos, los
radicales, acompañantes con más historia que porvenir y esa cosa difusa, el sector "sí Lilita". En
sustancia: Elisa Carrió. La rémora liberal aparece (en las fotos, nada más) con la sonrisa de los
últimos demoprogresistas, verdaderos eslabones perdidos.
Ser "oposición provincial" y oficialismo nacional desconcierta al "pejota".
Parecen distraídos, ojito: fueron partícipes necesarios de esta realidad. Obeid llama por teléfono
a todos diciendo estoy. Reutemann llama diciendo no sé si voy a estar, depende con quién. Agustín
Rossi llama diciendo yo quiero, debo y he decidido estar; el jefe de la bancada oficial se ganó un
sitio en la historia: fiel soldado de Kirchner. Juan Carlos Mercier (senador provincial por el
departamento La Capital) no llama a nadie, pero representa a "lo establecido" en aquella ciudad,
desde 1980. El titular del PJ, Spinozzi, llama a todos, pero no se sabe si representa, siquiera, al
peronismo de Venado Tuerto. El intendente Perotti hace 16 años que dice presente, pero fuera de
Rafaela sigue ausente.
Las dos escuderías comparten un susto y un delirio: las encuestas indican el
retorno del voto castigo, que asusta; sería alto. Es ley un delirio negativo. Habría internas
abiertas, simultáneas y obligatorias. El escenario demoraría el armado de los dos grupos. El
papelón aguarda entre bambalinas. Basta recordar los números de las internas partidarias de Rossi
versus Bielsa.
El Frente ya sabe que el primer sitio en la lista de diputados nacionales será
para un radical. Primer senador nacional Rubén Giustiniani. El segundo senador es "cupo femenino".
No hay novia que no se acicale para el acontecimiento. El oficialismo provincial, en sustancia,
disputa la grilla del 2011, la Gobernación, y las dos intendencias (Rosario y Santa Fe). Subyace la
secesión. Nadie lo dice, la verdadera disputa de toda la provincia, la disputa de fondo: la
presencia del sur santafesino en el gobierno. El socialismo es el partido del sur, el radicalismo
el partido territorial y en el socialismo ampliado está la base del gobierno provincial. Después de
Hermes Binner, de Antonio Bonfatti, de Rubén Giustiniani, de Miguel Lifschitz los nombres son,
hasta hoy, de difícil memoria excepto Barleta y Storero, santafesinos, radicales, con aspiraciones
y respaldo territorial. Eso es todo el sur y todo el norte, respectivamente. La ciudad de Santa Fe
quiere más que socialismo rosarino en el 2011. Quiere que todo vuelva a su lugar. ¿Qué es eso de
desburocratizar? ¿Qué son los nodos?… Aún no ha sido seducida la burocracia patricia. En
Santa Fe ciudad, además, se discuten 20 mil millones de pesos del año 2009. Un presupuesto nuevo
(con la consagración de los nuevos ministerios) sería un triunfo oficialista que el peronismo
quiere cobrar caro… políticamente hablando. El reparto provoca febrículas. En el pedido de la
burocracia patricia santafesina se inscribe Reutemann. Con él el sur santafesino se cuela, no
gobierna ni cogobierna. Sin él no hay, para el poder del centro-norte, hasta hoy, futuro
posible.
El "pejota" en Rosario no tiene nombres. Los encuestadores "miden" desde la
arquitecta Bielsa, una aliada de circunstancias, no una militante, hasta Héctor Cavallero, tan
eterno, tan plástico, tan funcional a sus propios planes. El resultado de tales mediciones es un
secreto compartido. No hay nadie con entidad. Debe encontrar el peronismo alguien que sea
confiable, con pasado limpito (políticamente) y un presente aceptable para el juicio de la clase
media rosarina. Si no encuentran un empresario/profesional/profesor con esas características los
impresentables de siempre hundirán al "pejota", o los "aliados" cobrarán un peaje de usura por sus
nombres, como ha sucedido hasta hoy. La ruina parece ser el destino. El oficialismo duerme
tranquilo, tiene menú: Ghirardi, Asegurado, Clara García, Zamarini. En esas encuestas rosarinas
Néstor Kirchner y/o Duhalde es lo peor para una foto. Feo horizonte. Sólo queda en pie una liga de
intendentes que hablan por teléfono y se desconfían. Fueron los que pusieron el pecho de marzo en
adelante. No tienen jefe. Lo buscan. El que piden deshoja margaritas desde el 2001. Se están
marchitando esas florecillas.
Otro detonante para el hundimiento: la provincia se ha vuelto más dependiente
del poder central. El poder central lo suman los K y la Carrió. Del mismo modo que espanta Kirchner
al peronismo santafesino y lo hunde, la desconfianza del socialismo provincial para con Elisa
Carrió tiene tres argumentos. No es socialista ni lo será, las citas de Dios antes que las
partidarias son una lápida. Su intemperancia no sirve para construir alianzas y gobernar, sólo para
los cismas. El tercer argumento, que no es el menor, es que tiene votos propios. Un país
dependiendo de la impronta de Kirchner o Carrió no es lo más aconsejable como menú electoral.
Demasiado funcionales a sus propios designios. La provincia está a la intemperie. No será fácil
cuando llueva miseria.
En el país la oposición dice: "Hay que repetir la estrategia de Santa Fe",
olvidándose que en Santa Fe Hermes Binner decidió quién sería su vice, contrariando lo resuelto por
el radicalismo y no estuvo Elisa Carrió haciendo campaña.
El peronismo provincial no tiene nombres de repuesto. Los que están en la pista,
aún pidiendo perdón, olvido y amnistía, van hacia un final predecible, pero ¿qué cosa es predecible
en un país con un gobierno de alcoba y una oposición que se acerca cada vez más, de modo
imprudente, a Júpiter Tonante? Esta pregunta tendrá respuesta real sobre noviembre. Respuesta para
los sobrevivientes, claro está. Hay diez millones de desharrapados que tanto Carrió como Kirchner
olvidan diariamente. Gobernar para el conurbano bonaerense es mortal para el país profundo: lo mata
de hambre. A Santa Fe también.