"Tiene que haber un cambio para que estas instituciones dejen de tomar a los profesores como si fueran autónomos, como si no fueran trabajadores". La contundente opinión corresponde a José Agostini, uno de los cuatro profesores echados del Instituto TEC por afiliarse al gremio y pedir que se regularice su situación laboral. No quiere que lo indemnicen sino que lo reintegren a su puesto de trabajo, porque considera que no se puede discriminar a alguien por afiliarse a un sindicato y luego querer tapar la expulsión con plata. Los despidos fueron denunciados por el Sadop Rosario ante la Justicia.
Agostini es abogado, enseña en Derecho y en Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). Desde 2009 daba clases en la carrera de recursos humanos y de administración de empresas del Instituto TEC, terciario privado de la provincia. En febrero pasado fue despedido de esta última institución junto a otros tres docentes: Marisa Basel, Horacio Gamboa y Gerardo Rodríguez. Se habían afiliado al Sadop y reclamado que regularicen su situación laboral. Su testimonio desnuda una realidad común de muchos terciarios provinciales privados.
En charla con La Capital, repasa que transitó junto a otros docentes un camino largo de reclamos para que les paguen aguinaldo, vacaciones, aumentos salariales acordes a las paritarias y enero y febrero que el TEC no abona con el argumento de que en esos meses no se cobran cuotas a los estudiantes. Además de que se reconozcan licencias por enfermedad, por ejemplo.
"De las 10 horas cátedra que tenía, el 60 por ciento estaba en negro. A la mayoría de los docentes les pasaba lo mismo", precisa Agostini, y cuenta: "Cada vez que pedíamos que nos blanquearan el salario las respuestas eran siempre las mismas: que esas eran la condiciones, si nos gustaban bien y si no que nos fuéramos".
El TEC pertenece a la Fundación Educativa del Interior, que integra Julio De Hoop, protagonista de un escandaloso caso en 2001, por retener indebidamente la documentación de más de 4 mil estudiantes universitarios.
"Todo el mundo sabe que es De Hoop el que toma las decisiones del instituto, el que te entrevista", dice Agostini, y detalla que se ingresa a dar clases porque siempre hay un conocido en el medio.
Una situación muy común que explica, por ejemplo, que cuando se reclamó por mejoras laborales los docentes hayan sido calificados de "desleales" y hasta de "perversos y miserables" por parte de De Hoop.
El maltrato verbal se convirtió en hostigamiento cuando los profesores se afiliaron al Sadop. "Nos individualizaban como lo cabecitas negras. A mí me decían «el abogadito», pero a todos «los cabecitas negras»", dice para el asombro.
"Se manejan como una empresa comercial más que como una entidad educativa", expresa, y profundiza que adhiere al reclamo realizado por el Sadop Rosario de que el Estado profundice los controles sobre estas instituciones privadas, donde se ingresa más por amiguismo que por idoneidad docente.
El martes 27 el Sadop Rosario presentó la denuncia de despido por discriminación ante la Justicia provincial. Se tramitan en los juzgados laborales Nº 10, 7, 4 y 1. Tres profesores piden una indemnización agravada. Agostini, que lo reinstalen en su puesto.
El desafío. Cuando se le pregunta por qué después de tanto mal trato quiere volver a trabajar, Agostini es muy claro: "Quiero que se genere un antecedente judicial en la provincia, porque hay una gran irregularidad en los institutos superiores privados. Tiene que haber un cambio para que estas instituciones dejen de tomar a los profesores como si fueran autónomos, como si no fueran trabajadores. Hay que regularizarlos de acuerdo a las paritarias del Sadop, como a un trabajador cualquiera".
El TEC tiene la sede de la entidad propietaria en Entre Ríos 209, pero dicta sus clases en las aulas del Colegio María Auxiliadora (San Juan al 1900), las que alquila. Es autorizado por Educación privada provincial y no recibe subsidios del Estado.
M.I.