La derrota en la final de la Copa Argentina no hizo más que tirarle sal a la herida de los hinchas. Desde hace varios años Central viene dejando sentado que su principal capital es su gente. La misma que dice presente en cada presentación en el Gigante. La misma que anteayer invadió San Juan. La misma que aún goza con los tres clásicos ganados de manera consecutiva. La misma que hoy en día sigue sin encontrar la respuesta al por qué continúa sin lograr festejar un título en las últimas dos décadas.
Y es ahí donde la dirigencia deberá actuar de ahora en más. No con palabras desafortunadas ni burbujeantes para el paladar de cierto sector radical, sino con hechos concretos. Son ellos los que deberán definir qué hacer de ahora en más. Son ellos los que deben ofrecerle a Miguel Russo las herramientas para que edifique algo importante, más allá de que el técnico viene sacándole agua a las piedras.
El tiempo dirá y marcará el rumbo de este equipo. Un plantel que estuvo a tiro de cortar 19 años de malaria. Un grupo que desde hace poco más de dos años le viene poniendo el pecho a la adversidad. Pero para el hincha es sabor a poco, a casi nada. La falta de títulos es alarmante.
No todo es culpa de los jugadores, más allá de que son ellos los que entran a la cancha. Son ellos los que corren. O no tanto en algunos casos y ocasiones. Desde afuera siempre se ve distinto, es cierto. Desde una arista cómoda hasta si se quiere.
No obstante, en muchos casos es desde el mundo exterior donde se perciben las falencias conceptuales. Los lamentos siguen a la orden del día en el universo canalla. Sobre todo como resultante de que cedió ante un Huracán que en el currículum era menos. A la hora de la verdad, el Globo se terminó llevando de San Juan la Copa y un cupo para la Libertadores.
La misma Copa que según el presidente Raúl Broglia piensa ganar. Inclusive hasta los archivos indican que el titular de Arroyito declaró, palabras más, palabras menos, que le había dicho a su esposa que se prepare para ir a Marruecos (donde se juega el Mundial de clubes entre los campeones de verdad de todos los continentes).
Pero lo que debe tener en cuenta la dirigencia es que antes de gozar el futuro hay que poner énfasis en el presente. Es cierto que lleva poco tiempo como gestión. Su muñeca se verá en breve. Que será cuando deba resolver entre otras cuestiones la situación de Rafael Delgado, quien está más afuera del club que adentro. También con Antonio Medina, quien es otro que en junio quedará libre y todavía espera el llamado.
Además hay otros factores que atender. Sin dudas la comisión tiene mucha tarea por hacer. Deberá estar firme en cada paso que dará si no quiere terminar agregándole nuevos eslabones de tristeza y decepción a la familia auriazul.
La misma que dejó esta cuyana ciudad abatida. Prácticamente desorientada como aquella tarde de mayo de 2010 cuando dejó el Gigante y la categoría ante All Boys. La misma que desde hace tiempo acompaña y no recibe lo que merece. Los 19 años sin un título así lo certifican.
Ellos vienen demostrando fidelidad. Ahora es tiempo de que la dirigencia agarre la pelota de verdad y juegue. Como se pedía ante Huracán y no se vio. El hincha espera lo que escuchó en la última campaña: un título. Dependerá de Broglia y compañía cumplir.
Mientras, los que pagan la cuota con esfuerzo o aquellos que no pueden hacerlo y sufren desde afuera, siguen haciéndole el aguante a los colores de su corazón. Y esperando una gran alegría de verdad.