París. — Entre fuertes acusaciones e ironías, los candidatos a la presidencia francesa, Nicolas Sarkozy y François Hollande, se batieron ayer en un áspero y tenso debate televisivo a cuatro días de un decisivo ballottage que podría cambiar los destinos de Francia y Europa. En un intento desesperado por descontar su desventaja en los sondeos, Sarkozy atacó agresivamente a su rival socialista acusándolo de mentiroso, "pequeño calumniador" y "Poncio Pilato" e insinuó repetidamente que Francia podría sumirse en una crisis similar a la de España en caso de triunfo de su adversario. Hollande se mostró sereno, acusó a Sarkozy de haber agravado el desempleo de Francia y reiteró que si gana la presidencia impulsará cambios en la política anticrisis de la Unión Europea para sumar medidas de estímulo del crecimiento a los ajustes aplicados por muchos países del bloque.
El único debate televisado de toda la campaña duró casi tres horas, y más de 20 millones de telespectadores en toda Francia vieron los agresivos intercambios, acusaciones y contrapuntos sobre economía, sociedad, instituciones y política exterior entre el conservador Sarkozy y el socialista Hollande. "Su capacidad no está a la altura de lo que está en juego", espetó Sarkozy tras hacer hincapié en la falta de experiencia de su rival en la función pública.
Para Sarkozy, el debate era considerado como la última oportunidad de superar la diferencia de entre seis y ocho puntos que lo separan de Hollande. Sin embargo, analistas y medios galos coincidieron en remarcar el desempeño del candidato socialista, mientras que otros, como Le Monde, sostuvieron que los candidatos "empataron".
Sarkozy, quien había anunciado que superaría a Hollande en el duelo de personalidades y acusado a Hollande de "huir" por no aceptar la realización de tres debates, dejó de lado su tono pausado inicial y se mostró nervioso y agresivo en la última hora y media del debate. Por su parte, Hollande, que sorprendió por su serena firmeza y por no dejar dominarse por su rival, comenzó con ironía a criticar el balance de gestión de la presidencia de Sarkozy. "Hay un millón más de desempleados en cinco años y usted nunca tiene la culpa de nada. Por favor, basta de victimizarse", dijo.
Uno de los ejes de la discusión fue la crisis de la zona euro y la situación en los países vecinos, evidenciando dos visiones completamente antagónicas sobre el problema y su remedio. Ejemplos sobre la economía y el liderazgo político alemán y numerosas críticas de Sarkozy hacia el gobierno socialista de José Luis Rodríguez Zapatero en España dominaron el debate.
La discusión sobre inmigración fue uno de los momentos más tensos del debate, un tema en el que Sarkozy, como a lo largo de la última semana, se mostró particularmente agudo en su intento por captar el voto de la extrema derecha, tercera en la primera vuelta con el 17,9 por ciento.
Sarkozy prometió reducir el número de inmigrantes anuales y calificó de "obsoleto" el tratado de Schengen, que permite la libre circulación entre 16 países de la UE, entre ellos Francia. De ser reelecto impulsará "controles "sorpresivos y calculados". Por el contrario, Hollande reafirmó que impulsará una reforma de la Constitución para otorgar derecho a voto en las elecciones municipales a los extranjeros residentes desde hace 5 años.
Nada que envidiar
La ultraderechista Marine Le Pen dijo ayer que España “no tiene nada que envidiar a Francia”, y que Sarkozy no está en condiciones de dar lecciones a la izquierda. “Sarkozy agita el miedo a los socialistas diciendo que su hipotética victoria colocaría al país en la misma situación que España o Grecia, pero la derecha ha hecho lo mismo o incluso peor en Francia”, dijo.